1. Eres el único de nosotros que lleva el nombre de papá, Luis Federico. Nunca te gustó del todo, ¿no?
Sí me gusta, pero de niño era difícil llevar ese nombre. Todavía lo asocio más con el viejo que conmigo. Pocas personas me llaman así. Ser Luis era más simple, hasta que una mañana sentí una voz que me llamó Federico. Fue como un despertar.
2. ¿Recuerdas nuestros juegos de chicos?
Fue nuestro mejor momento. Recuerdo todos los juegos (“Los perros”, “La escuelita”…), las imitaciones, las carreras alrededor de la piscina, los partidos de fútbol en cualquier lado de la casa y las peleas de box. Te estaré siempre agradecido por eso. Si volvemos a venir a la tierra, pediré que seas mi hermano otra vez.
3. Tenías 13 años cuando murió papá. ¿Qué produjo en ti esa orfandad tan temprana?
Uf, una explosión. Produjo todo lo que vino después. Me refugié en el silencio y la escritura. Cada cosa que llegó fue también una especie de refugio. Con el tiempo su ausencia agudizó mi sensibilidad, la comprensión de esta vida y la que viene después. Fue el evento que me lanzó a la adolescencia.
4. No recuerdo haberte visto llorar ni entonces ni después.
Lloré contigo varias veces. Recuerdo una durante la fogata de mi primer retiro, en la cancha de fútbol, año 96. Te entregué una vela en medio de toda mi promoción dándote las gracias por haber estado ahí. Nos quebramos.
5. Estudiaste Comunicaciones por presión familiar. Si pudieses volver atrás, ¿qué te habría gustado estudiar?
Presión familiar: tú y mi mamá. Me gustó la carrera, pero no me llenó. Estudiar música o artes escénicas en ese momento parecía ‘yuca’, me faltó creérmela. Necesitaba tiempo. Si pudiera retroceder, les pediría eso: tiempo, espacio.
6. ¿Te molestó que, al morir papá, me convirtiera en un padre sustituto?
Papá no murió. Trascendió este plano. Su espíritu sigue vivo. La muerte es una gran ilusión, es solo el principio del gran misterio. En ese momento hicimos lo que pudimos para seguir remando; a ti te tocó madurar aceleradamente. Todos nos perdimos en ese tránsito. Lo importante es habernos encontrado.
7. Nunca terminaste de leer mi novela La distancia que nos separa. ¿Te aburrió, te disgustó? ¿Te parece que fui injusto?
La terminaré. Varios pasajes me han encantado. Otros me hicieron llorar. Te agradezco la investigación, pero siento que fuiste un poco lejos con varios personajes y situaciones. Abriste de nuevo una herida que nos tomó muchos años aprender a curar. O quizá estaba mal curada y por eso se abrió. Me alegra que a miles de lectores la novela los haya inspirado.
8. Nunca te he preguntado por qué te convertiste al vegetarianismo.
A través del yoga y la meditación me acerqué al reino del alma, la paz interior, la no violencia. De a pocos la práctica me inspiró a vivir en armonía. Al cambiar la dieta la salud mejora. Tu mente se abre, tus células sanan. Uno se vuelve más compasivo, más pacífico.
9. Viviste mucho tiempo en Cusco. ¿Qué te dio esa experiencia?
Me permitió conocerme mucho más, sentirme más libre, más expandido. Me conecté con el universo, la naturaleza, la Madre Tierra.
10.¿Cómo haces ahora para lidiar con Lima?
Volver no era parte del plan, pero Lima todavía tenía bastante por enseñarme. Para vivir en armonía, donde sea que esté, practico meditación, yoga, danza, música. Procuro pasar tiempo en la naturaleza pero he aprendido a disfrutar de la adrenalina y del caos viajando en bicicleta.
11. ¿Qué ocurre en ti cuando meditas?¿Qué logras?
Limpiar las impurezas de la mente, reducir el karma negativo, alinear mi energía, tomar consciencia de lo vivido. Actualizo mi ADN. Ecualizo mi mente diluyendo aspectos obsoletos del ego y la personalidad. Es maravilloso. Ayuda a despertar la consciencia.
12. Acabas de cumplir 38. ¿Cómo es convivir con mi mamá a esta edad?
Esta última convivencia ha sido más retadora, ha estado llena de complicidad y contrastes que nos ayudan a sanar y darnos cuenta de que siempre podemos mejorar. Es como hacer una maestría donde todo es pura práctica. Un curso intensivo para escucharse y comprenderse con paciencia.
13. ¿Te interesa la paternidad?
Más que traer hijos al mundo, me interesa llegar a ser mi propio padre, comandar mi espíritu con sabiduría y ayudar a otros a encontrarse.
14. Hicimos muchas cosas juntos de niños. ¿Qué nos falta hacer?
Conversar más. Compartir más momentos con tu hija. Practicar yoga otra vez. Recorrer algún camino inca, ir juntos a la selva, realizar un viaje familiar. En fin, fabricar todos los recuerdos que podamos. //