Renato Cisneros

Adrián Simancas es el joven venezolano de veintitrés años que hace una semana, a las tres de la tarde, fue tragado y escupido por una ballena jorobada mientras atravesaba en kayak una bahía del Estrecho de Magallanes. Más que una noticia parece un microcuento de García Márquez. La información, propalada hace unos días con un impactante vídeo grabado por el padre de Adrián en el momento de los hechos, se viralizó en las redes sociales y mantuvo al público comentando el caso sin terminar de creerlo.

«Pensé en Pinocho», dijo Adrián al ser entrevistado por los periodistas, deseosos de saber qué pasó dentro de la boca de la ballena. La confesión del muchacho hace aún más insólita la historia, pues quiere decir que, durante el eterno, terrorífico segundo que permaneció en el hocico de esa bestia de dieciséis metros de longitud, se dio el lujo de pensar y, encima, de traer a su mente al muñeco que protagoniza la famosa novela del italiano Carlo Collodi (hay que ser un alma muy noble o muy relajada o muy distraída para que, a punto de morir, aparezcan dibujos animados en tu cabeza). En el relato de Collodi, sin embargo, las cosas ocurren de una manera diferente. La barca del padre, Gepetto, es volcada por una ola enorme y el viejo carpintero es arrastrado por la corriente en dirección a un gran tiburón asmático que lo traga «como un fideo» (en 1940, Disney convirtió al gran pez en ballena y lo apodó Monstro). Al percatarse de lo sucedido, Pinocho se lanza al mar y busca a Gepetto sin desmayo. Lo encuentra dentro de las fauces del animal, lo carga sobre sus hombros y espera a que el tiburón abra la boca para escapar nadando en medio de la oscuridad de la noche. Es a raíz de ese momento que el muñeco de madera se convierte en «un niño de verdad».

A mí, la aventura vivida por Adrián Simancas me hizo pensar no en Pinocho, sino en Jonás, el otro personaje asociado a una ballena. En la Biblia se nos cuenta que Jonás reniega de la misión que Dios le encomienda –ir a predicar entre los paganos de Nínive– y huye de su presencia embarcándose en una nave. En medio de la travesía se desata una gran tormenta. Jonás sabe que la tempestad es cosa de Dios y pide a los marineros que lo arrojen al mar para que cese la crispación de las olas. Así́ lo hacen. La tormenta se detiene y Jonás se hunde, yendo a parar al vientre de una ballena, donde permanece tres días y tres noches. En medio de esa soledad, Jonás reza por su vida. Dios oye sus oraciones, perdona su desobediencia y ordena al pez que lo vomite en una playa. Si Pinocho rescata a su padre de las aguas, Jonás es rescatado de las aguas por el suyo (igual que el muchacho venezolano).

Por otro lado, aunque la noticia de lo sucedido en el Estrecho de Magallanes parece centrarse en el momento en que la ballena jorobada engulle a Adrián, lo realmente impactante es que lo escupió. Es decir, un animal gigante, colosal, se traga a un humano, lo prueba, lo saborea, verifica de qué está hecho y lo vomita. ¿No hay una metáfora en eso? ¿No es la contundente opinión de la naturaleza acerca del estado de descomposición de la humanidad? Hay otras lecturas posibles. Si tomamos en cuenta de que el humano en cuestión es migrante (un venezolano que vive en Chile hace nueve años), podríamos inferir que la ballena, al expulsarlo fuera de su cavidad bucal, encarnó de manera alegórica el naturalizado desprecio al extranjero. O quizá fue al revés: quizá la ballena quiso dejar con vida al joven precisamente por ser migrante (carne migrante), dándole así una lección de generosidad a la clase política mundial.

Desde luego, esas teorías son puros desvaríos. En las últimas horas varios científicos han señalado que las ballenas jorobadas se alimentan de crustáceos y peces pequeños, y que es imposible que coman humanos porque su esófago mide apenas diez centímetros. Es decir que la pobre ballena del Estrecho de Magallanes estuvo a punto de atorarse con el cuerpo y el kayak de Adrián Simancas. Si un ser vivo estuvo cerca de morir durante ese encuentro fortuito, fue el animal. En las redes sociales de las ballenas, la noticia habría sido que ella, tras atragantarse con un imprudente ser humano, tuvo los reflejos para aplicarse una maniobra de primeros auxilios y sobrevivió.

Renato Cisneros es escritor y periodista

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