No es novedad que exista fascinación por las historias de narcos. No obstante, este interés es mayor de lo que se creía: en la semana que Netflix reveló la lista por país de las series y películas más populares, El Comercio comprobó que por aquel entonces 4 de las 10 historias más vistas en Perú eran narconovelas o narcoseries; entre ellas “Escobar: el patrón del mal” (la vida del narcotraficante Pablo Escobar) y “El final del paraíso” (secuela de “Sin senos no hay paraíso”). Esa semana en países como Colombia, Chile y Argentina; por lo menos un contenido de sus listas era narco. La pregunta se hace evidente.
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El narcotráfico en Colombia y México ha sido plasmado en libros de no ficción, incluyendo relatos autobiográficos contados desde el punto de vista del delincuente. Estos libros se convirtieron en best sellers cuando saltaron a la pantallas chica y se transformaron en narcoseries o en narconovelas. Para las grandes productoras esta es una fórmula que funciona, por esa razón no sorprende su popularidad en Netflix, señal abierta y TV por cable. Conversamos con especialistas para conocer por qué resultan fascinantes para el televidente estas historias y, de paso, reflexionar sobre su contenido.
HERENCIA COLONIAL
Para entender las narcoseries tenemos que hacer dos viajes en el tiempo, primero a 1959, específicamente a Estados Unidos cuando el canal CBS lanzó “Los intocables”, policial que mostró la lucha contra el crimen organizado en Chicago durante la era de la prohibición del alcohol. Se basó en la vida del incorruptible Eliott Ness, quien logra atrapar a enemigos públicos como Al Capone, Baby Face Nelson y Mamá Barker. El otro viaje nos lleva a 1492, cuando los españoles llegaron a América.
El doctor en psicología Diego Castrillón dijo a El Comercio que esta afinidad por las narconovelas y narcoseries tiene que ver con un ADN cultural que se remonta a la era de la colonia. “Nuestro pasado histórico con los españoles en la época de la conquista de América tiene una relación con este tema. Los españoles llegaron a esclavizar, realizaron violación de derechos humanos, la religión católica mató a sus semejantes, en lugar de acogerlos o sentir misericordia. La filosofía del español (en aquella época) fue la de mentir, engañar y robar. En nuestro ADN cultural está bien visto ser más vivo que los demás y tener más ambición. El vivo vive del bobo, pues usted debe ser más inteligente que los demás para tener más beneficios”, explica el especialista colombiano. Al igual que los europeos que llegaron a América a saquear tierras y eliminar lo que no iba con ellos, los narcotraficantes viven de sobrepasar las leyes y son los “vivos”; los pudientes al margen de la sociedad.
Las narcoseries o narconovelas relatan una problemática contemporánea en países en los cuales los carteles de la droga han ingresado a instituciones sociales (“La Reina del Sur” grafica esta realidad); lo cual se traduce en tráfico de drogas, enriquecimiento ilícito, violación de derechos humanos, corrupción; etc. Algunos especialistas afirman que estas producciones hacen apología al crimen porque, además de sus crudas escenas, romantizan la vida del delincuente.
REBELIÓN CONTRA LO ESTABLECIDO
Mientras en el policial clásico el protagonista es la autoridad, en la narconovela y narcoserie los reflectores se ponen sobre el villano (capo). Se inspiran en el narcotráfico de los países latinoamericanos y su relación con mafias de Estados Unidos y de Europa. Utilizan el género criminal para contar las historias de narcotraficantes de ambigüedad moral en un paisaje urbano delincuencial; son una crítica al estado corrupto. Los especialistas coinciden que estamos ante una situación de tipo “el enemigo (narco) de mi enemigo (el gobierno) es mi amigo”.
Tomemos, por ejemplo, a Vito Corleone de “El Padrino”. Para Bruno Rivas, comunicador y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú, tener a este personaje “que no acepta su condición de pobre y que busca una alternativa a su situación”, es una manera de sacar a sacar a la luz insatisfacción contra el sistema. La saga Corleone, dicho sea de paso, es uno de los ejemplos más populares de la ficción que humaniza al gánster y se le muestra en familia.
En este nuevo subgénero de la ficción, el estereotipo del servidor público honesto, sea funcionario, policía o militar; desaparece. En su lugar hay autoridades débiles y menos astutas que el narco. En series como “Ingobernable” o “La Reina del Sur”, no falta el funcionario se une al crimen para obtener beneficios.
Para el antropólogo peruano Alexander Huerta Mercado, siempre ha existido una tendencia al gusto por los personajes transgresores; sea justicieros como Robin Hood o piratas; a lo que llama “una encubierta fascinación por el transgresor en un mundo cada vez más homogenizante". Para el especialista, de alguna forma esto hace que el espectador se identifique con la vida cotidiana del narco, el cual le ofrece la ilusión de vivir una vida menos aburrida. Al fin y al cabo esto es ficción y no presenta peligros para el televidente. ¿O sí? (Volveremos a este punto más adelante).
Estas historias tienen mucho de real. Como señala el comunicador Bruno Rivas, quien reconoce sentir gran afinidad por las narcoseries, es común que reconstruyan lo vivido en Latinoamérica cuando los narcos se infiltraron en la política (Escobar llegó a ser congresista en Colombia mientras traficaba con droga). Aún así, no podemos ignorar que también hay hechos ficcionados e influenciados por otras formas narrativas. Esto destaca más en las narconovelas, que continúan con el formato convencional de las novelas mexicanas, colombianas o venezolanas donde el amor es el eje principal; pero les agregan cocaína. Y esto tiene que ver con un contexto de superación, para lo cual tenemos que hablar de la “narcocultura”.
“NARCOCULTURA” Y PSICOLOGÍA
El típico cartel latinoamericano de ficción lleva droga a Estados Unidos y Europa. El siglo pasado, cuando este ilícito creció, también ocurrió algo más: el auge de la “narcocultura”; que es la forma de exponer de este mundo tanto por parte del delincuente como del imaginario colectivo. Las narcoseries plasman esta cultura desde el materialismo y el machismo: armas decoradas con oro y joyas, autos de lujo y mujeres atractivas con poca ropa.
Hay varias interpretaciones en la ficción sobre el narcotraficante promedio, dice Huerta Mercado: “Desde producciones latinoamericanas a producciones estadounidenses. Y van desde personajes marginales pero identificables y con poder; hasta viscerales mafiosos con camisas hawaiianas de ‘Miami Vice’ y apropiación de una estética de poder latino”.
Mercado señala la fascinación por parte de los televidentes de encontrar a la identidad latina, con sus características estereotipadas, como protagonista en sagas de corte global. Sin embargo, precisa que si bien estas ficciones pueden motivar la identificación con los personajes “reales”, “crean a su vez un estereotipo global acerca de Latinoamérica”.
Castrillón agrega que el perfil del narco de ficción es el de un líder de apariencia dura, inteligente, capaz de todo, que no le tiene miedo a nadie y que supera las adversidades. “Tienen el dinero, los beneficios y lujos que el espectador ve como algo que jamás podrá tener. Pero como no es capaz de romper la normas y dañar a su familiar; admira esta capacidad de cumplir sus logros”, agrega Castrillón.
Este narco es un estereotipo construído en base a la imagen del criminal de los años 80, como el mismo Escobar, cuya psicopatía y narcisismo dejaron profundas heridas en Colombia. Para Castrillón, el narco ochentero es más atractivo a comparación del narco de hoy, que pasa desapercibido y es más un “empresario”.
Tampoco podemos ignorar otro factor para entender el fanatismo por las series de narcos: lo prohibido siempre atrae. Carmen Bravo de Rueda, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma, explica que ver series de personajes trasgresores equivale a quebrar una regla sin estar involucrado. La psicóloga María Elena Salinas-Bohórquez complementa esta idea al señalar que el ser humano canalizar los impulsos negativos por medio del arte y la ficción. “Es la sublimación, en el psicoanálisis es la transformación de los impulsos instintivos en actos más aceptados desde el punto de vista moral o social”, dice.
NO ES APTO PARA TODOS
Hay una edad para todo, incluso para las ficciones. Las narconovelas y narcoseries no deberían ser vistas por adolescentes, indican los psicólogos, pues en esta etapa la persona es más “moldeable”, y puede no ver el peligro de vivir al límite. “Es negativo mostrar a estos narcotraficantes como casos de éxito”, señala Salinas-Bohórquez.
No hay estudios sobre los posibles efectos de las narconovelas en las personas. Aún así, para los especialistas antes mencionados es claro que hacen apología al crimen, porque a pesar de que el narco termine recibiendo su merecido, en gran parte de la serie lo vemos salirse con la suya. Como dice Castrillón, si todo el tiempo se muestra el ingenio y opulencia del narco, el mensaje que se envía es “vive intensamente y muere rápido".
Como en toda ficción, la elección está en el espectador. Las narcoseries son populares, violentas e imaginativas; mueven millones de dólares. No está mal el disfrute, así como tampoco acompañar estas historias con algo de reflexión.
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