Horas antes de que un grupo de guerrilleros armados secuestraran al embajador alemán Karl Von Spreti en Guatemala, un robo digno de una película de Hollywood (o de una serie de Netflix) sorprendió a todos los limeños el 30 de marzo de 1970. Hace 50 años unos delincuentes fuertemente armados asaltaron un camión de valores del Banco Comercial, en el Cercado de Lima, llevándose más de 6 millones de soles. El millonario robo ocurrió mientras los custodios del vehículo compraban comida en la calle Capón, en el corazón del Centro de Lima.
Sorpresivo asalto
La mañana del martes 30 de marzo, tres empleados del Banco Comercial del Perú subieron al camión de la compañía: el chofer Juan Morales Villegaray, su ayudante Claudio Shumán Rosas y el agente de seguridad, Daniel Aguayo Garrido. Ellos eran responsables del recojo de dinero de las agencias limeñas de dicha entidad bancaria.
A las dos y media de la tarde, el vehículo se detuvo en la calle Capón para que el hombre de seguridad bajara a comprar comida. A su retorno, dos sujetos armados hasta los dientes encañonaron a los trabajadores del banco y los maniataron en la parte trasera de la camioneta. Uno de los asaltantes se apoderó del timón, mientras que el otro colocaba a sus víctimas capuchas y pintaba las ventanas de color negro.
Tras un largo recorrido, se detuvieron en una zona descampada de Jicamarca, al este de la capital; allí pasaron los 6 millones 425 mil soles del camión bancario a otro vehículo. En un abrir y cerrar de ojos, desaparecieron del lugar. Sin embargo, minutos después, en un gesto que sorprendió a los aún atemorizados empleados bancarios, regresaron para limpiar sus huellas dactilares. Volvieron a amenazar de muerte a las víctimas y salieron volando de la escena.
Al ver que estaban solos, Aguayo, el agente de seguridad, agarró un alicate de la caja de herramientas del vehículo y liberó a sus compañeros de trabajo. Luego intentaron prender la camioneta, pero los asaltantes se habían llevado las llaves. En ese momento, aun con el miedo en la garganta, observaron cómo un auto pequeño se acercaba a gran velocidad. Temerosos de que fueran los asaltantes que regresaban para “rematarlos”, corrieron hacía los cerros, hasta llegar a las oficinas de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) de Ate Vitarte. Allí denunciaron el asalto.
Investigación en curso
La PIP y la Guardia Civil encontraron el camión asaltado. E iniciaron los interrogatorios a los empleados del banco, quienes dijeron que los responsables del robo eran “delincuentes extranjeros”. Los bancarios los reconocieron pues estaban dentro de un grupo de fotografías del archivo de Seguridad del Estado que les fue mostrado por los agentes policiales.
El 1 de abril de 1970, El Comercio gráfico publicó los rostros de los sospechosos. “Así son los del asalto”, tituló el vespertino del decano en su portada. Además, anunció que la PIP había capturado algunos delincuentes conocidos en sus operativos de madrugada.
Al día siguiente, el custodio Daniel Aguayo señaló a un amigo suyo de nacionalidad española como uno de los responsables del robo. El sujeto fue detenido e interrogado por las autoridades; sin embargo, quedó libre tras comprobar su coartada. Solo era cuestión de horas para dar con los delincuentes.
Captura millonaria
La mañana del 3 de abril de 1970, Aguayo confesó ser el autor intelectual del robo. Indicó como responsables del asalto a sus amigos Luis Zamalloa Sessarego, corredor de autos y a Luis León Ballén, jefe de cobranzas de una empresa industrial. Horas después, ambos sujetos fueron detenidos durante un operativo.
Ante las autoridades policiales, Zamalloa y León contaron que el dinero robado estaba dentro de un cilindro en la casa de un amigo en común. El cilindro había sido fuertemente soldado en un taller mecánico. También confesaron que Zamalloa se había pintado el cabello y las cejas para parecer extranjero; y que León fue el que simuló el ataque contra el agente de seguridad del camión durante el asalto.
Explicaron que, antes de cometer el robo, fueron en dos autos hasta un descampado en Jicamarca y dejaron uno de los vehículos en el lugar. Además, dijeron que Aguayo era el encargado de hacerles creer al chofer y al ayudante del camión que eran cinco o seis los asaltantes extranjeros. Horas después del interrogatorio, los agentes policiales tuvieron en sus manos el cilindro soldado.
En declaraciones a la prensa, el director de Investigaciones de la PIP, Hércules Marthans, confirmó que Morales Villegaray y Shumán Rosas, los empleados bancarios, no habían tenido participación en la planificación del atraco; aunque seguirían siendo interrogados.
Abrieron el cilindro soldado
Los agentes se reunieron con un notario público, representantes del Banco Comercial y de la compañía de seguros, para abrir el cilindro soldado. Tras minutos de tensión y martilleo, encontraron allí los seis millones 105 mil soles repartidos en 17 bolsas plásticas de color: 16 con billetes y una con sencillo de 5 y 10 soles. También hallaron ropa de baño, capuchas, una faja de mujer, dos pistolas, dos pares de lentes, cinta adhesiva, plásticos, casacas y un silenciador.
En el momento que sacaban el dinero, Zamalloa expresó con desvergüenza: “Es poca cosa lo que hay ahí. Nosotros pensábamos que la camioneta iba a llevar ese día unos diez millones de soles”. Insinuaba así que el millonario robo no les salió como ellos esperaban.
ACLARACIONESEste artículo se publicó originalmente el 18 de abril de 2020 en la edición digital del Archivo de El Comercio con el título "El extraño caso del robo a un camión bancario en pleno Centro de Lima en 1970".