Gánate el último secreto de Machu Picchu
¿Quieres conocer el último secreto de Machu Picchu? Cuéntamos una anécdota que te haya sucedido a ti o a un familiar o a un amigo sobre Machu Picchu. Este concurso dirigido a escolares durará hasta el 29 de febrero.
La anécdota mejor contada será premiada con un ejemplar de la última edición del Secreto de Machu Picchu de Sergio Vilela Galván y José de la Puente Luna impreso en El Comercio.
SEPA MÁS
1. Solo se sorteará un libro.
2. Se evaluará la creatividad y la verosimilitud
Aquí publicaremos las anécdotas que los participantes al concurso deseen compartir.. Serán puestas en orden de llegada.
Nunca estarás solo en Machu Picch
Era la primavera de 1988 cuando mi padre, Miguel Ángel Lavado, luego de muchas vacilaciones, debido al gran apego por su familia, decidió separarse de ésta por 3 días, y enrumbar junto con sus 49 compañeros, hacia Machu Picchu.Para convencerlo de realizar este viaje su madre, le dijo: “Nunca estarás solo en Machu Picchu”.
Después de una hora escucharon, a uno de los pasajeros decir: “A las 7 pasa el tren de carga,le podemos hablar para subir”.
El tren de carga llegó a las 7:00 pm, cuando su conductor aceptó llevarlos, todos se embarcaron muy rápido, mi padre y su amigo José se quedaron al final, y subieron en el último vagón. Se sentaron sobre costales, ambos iban conversando hasta que José se durmió. Mi padre sintió miedo por la oscuridad y por un hedor mixto muy fuerte, que se percibía, cuya mezcla no lograba identificar y exclamó: ¡Pucha, me aburre sentirme solo! y en ese momento oyó: ¡meeee!; y pudo confirmar que no solo iban costales, si no también animales. Este balar lo hizo reír, se sintió acompañado; y confirmó la frase que su madre le expresó antes de partir: “Nunca estarás solo en Machu Picchu”.
Sheyla Jazmín Lavado Sapo, Corresponsal escolar.
¡Chasqui! ¡Chasqui! ¡Chasquiiii!
En octubre de 1999, la profesora Ruth Ramos, acompañada del pequeño Iván decidieron ir a conocer Machu Picchu. En el trayecto les iban dando explicaciones; pero Iván no cesaba de mortificarla por no haberle comprado un camioncito de madera en la ciudad.
“Me aburro, ¿A qué hora vamos a llegar?, ves yo estaría jugando con mi camioncito…”; sus reiteradas quejas y el tono de su voz empezaron a molestar a los demás viajeros, la maestra se limitaba a decirle: “Ya vamos a llegar, te va a encantar…”. Al rato apareció un pequeño personaje ataviado con un traje verde y un cinto en la cabeza que gritaba: “Chasqui, chasqui, chasqui…”. El carro continuó su recorrido y este chasqui volvió a aparecer gritando. Cada que este pequeño gritaba Iván cesaba de fastidiar por un momento.
A la profesora Ruth se le ocurrió decirle; “si continúas molestando el chasqui te va a llevar”; y éste dejó de fastidiar. Causaba gran asombro la docente decidió fotografiar al personaje que gritaba Chasqui. Este hecho no solo ayudó a calmar a Iván; también permitió entender, al conversar con éste, que lograba subir más rápido que el carro porque lo hacía en línea recta, y esto le significaba unas monedas para ayudar a mantener a su humilde familia, cuando Iván se enteró de esto, le dijo: “Tía dale la plata del camioncito que me ibas a comprar, también”
Por: Mayté Pereyra Castro, Corresponsal Escolar.
No te sueltes de mi mano
Los pequeños Guido y Thais, acompañados por sus respectivos padres, no encontraron mejor destino por conocer, durante sus vacaciones del 2010, que Machu Picchu. Desde su arribo a la ciudad del Cusco se mostraron muy ilusionados. Una de las recomendaciones que recibió Guido, el más pequeño, antes de partir fue: “ No te sueltes de mi mano”, se lo dijo su papá, quién debía responder por su cuidado.
Una vez en esta maravilla del mundo moderno, los niños avanzaron y escucharon, muy atentos, las explicaciones que daba el guía.
En el momento de paseo… Guido se soltaba de la mano de su papá; y fue así que sin darse cuenta se cogió de la mano de otra persona, y ambos avanzaron. Cuando sus padres buscaron al pequeño y no lo encontraron se asustaron, porque no lo veían por ningún lado. Al rato escucharon el llanto de un niño, éste era el hijo de la otra persona al que Guido había tomado de la mano por error. Luego aclarado el incidente, ambos pequeños volvieron con sus padres, el momento de gran tensión, se convirtió en un espacio de risa incontrolable.
Texto: Melissa Fiorella Aleman Vásquez
Luna de hiel y de miel
Todo sucedió en el verano del 2008, cuando el señor López y su esposa decidieron viajar al Cusco para conocer Machu Picchu; como premio por las altas calificaciones obtenidas en la escuela por Pablo y Mathías, sus dos hijos.
Luego de un viaje sin percances arribaron al aeropuerto teniente Alejandro Velasco Astete, y se dirigieron al hotel, y fue allí donde empezaron las dificultades. Los niños presentaron serios problemas de salud, y debido a que los síntomas no cedían, el médico recomendó que los niños retornen a Lima. Fue así que se embarcaron y volvieron a la capital. Al llegar a Lima, una vez recuperados, los abuelos se ofrecieron a cuidar a los pequeños; y los convencieron para que viajen sus padres, a lo que éstos accedieron. Ramón López y su señora, siguiendo el consejo de los abuelos, viajaron a la ciudad del Cusco, y luego a Machu Picchu. La pasaron muy bien y como manifestaron les permitió disfrutar de una segunda luna de miel.
Al retornar contaron con lujo de detalles, factibles de ser narrados, sus vivencias en Machu Picchu. El papá dijo que Machu Picchu les concedió vivir una luna de hiel y una luna de miel.
Por : Clever Arrieta Benvenutto
Los Apus
En el año 2001 una de nuestras profesoras fue designada para acompañar, en su viaje de promoción, a 27 alumnos de mi colegio. No encontraron mejor destino que visitar el Cuzco, y desde luego que en su recorrido estuvo ir a Machu Picchu.
Cuando llegaron a esta ciudadela, quedaron impresionados por todas las construcciones que encierra y por su paisaje; pero sabedores de que una de las principales funciones de los incas estaba ligada a las prácticas religiosas, no dudaron en prestar mucha atención a éstas, y es así como llegaron a sentir un grado de respeto por sus divinidades. La maestra entre sus enseñanzas les explicó acerca de los apus. En el trayecto llegaron a una piedra por la que tiene su curso una fuente de agua, y según la creencia popular, se afirma que si una mujer se sienta allí y el agua toma otra dirección, significa que no es virgen. Al sentarse la maestra el curso del agua cambió; lo que motivó la risa de los alumnos, y desde luego que también de ella; porque sí era virgen .Aclaró lo sucedido, pero debido a que la risa era tan intensa los alumnos no cesaban de carcajearse.
Santiago Campojó Vega