Yucay, el lugar más hermoso del mundo
Uno de los lugares donde he sido más feliz es Yucay. Si cierro los ojos lo primero que veo son sus plazas sin cemento, cuando atardece. Veo a las familias jugando a la pelota, tomando chicha, escuchando huayno tendidos en el campo verde a la sombra de unos árboles gigantes de cientos de años llamados Pisonay. Una iglesia vieja. Cierro de nuevo y me veo caminando por los andenes y piedras Incas. Escucho el río que baja del Apu nevado Illa Huamán. También recuerdo el lento discurrir del pueblo, ajeno al movimiento comercial de la tan cerquita Urubamba. Acaricio mentalmente los muros incas que quedan entre las tienditas y las chicherías.
La familia de un amigo, nacida en Yucay, me contó que antes apagaban las luces del poblado durante la luna llena para apreciarla en todo su espectáculo. Siempre pensé que eso sería buena idea y me parecía increíble haber encontrado un lugar en el mundo donde se hacía. Sentí que Yucay era como mi media naranja, o algo así.
Por la noche Yucay es frío pero no más que Cusco o el resto del valle. Dicen que tiene el mejor clima y fue originalmente capital del Valle Sagrado para los Incas. El cronista Cieza de León escribió: “Yucay muy hermoso, metido entre la altura de las sierras, de tal manera que con el abrigo que le hacen es de temple sano y alegre, porque ni hace frío demasiado ni calor. Antes si tiene por tan excelente, que se ha platicado algunas veces por los vecinos regidores del Cuzco y digo en particular más de este valle que de otros porque los incas lo tuvieron en mucho y venían a él a tomar su regocijo”.
El territorio fue ocupado por el Inca Huayna Cápac, quien mandó a construir los andenes con piedras de zonas alejadas del Tahuantinsuyo para mejorar la productividad de maíz, básicamente, y para cultos. Esta parte del valle también fue una de las favoritas de Pachacútec y el Inca Wiracocha. Simón Bolívar pasó una temporada en 1823, en la casa hacienda Orihuela.
Yucay fue el primer lugar de resistencia –comandada por Manco Inca- en los primeros años de la conquista. Aquí el Inca rebelde concentró un ejército para hacerles la vida imposible a los españoles, sin embargo, fue derrotado por los Cañaris (indígenas a la orden de Pizarro) dirigidos por Apu Chillche. El hijo de Manco Inca, Sayri Túpac, fue nombrado nuevo Inca pero rápidamente cedió ante los conquistadores y paró la guerra civil. A cambio recibió los lotes de este lugar y vivió allí hasta que murió envenenado por el verdugo de su padre, Apu Chillche. Yucay (que se pronuncia Yúcay), significa engaño o encanto en castellano, pero parecería que esto no tiene que ver con el origen del nombre, según he preguntado.
(Foto: Miguel Vera León / Flickr bajo licencia de Creative Commons)
Seca la sangre, hoy recorro sus caminos respirando nueva vida y algo se despierta en mí. Una de las zonas que más me gusta son las que están en los cerros tras el poblado. Allí se mantiene casi intacto el palacio de Huayna Cápac y es un viaje a otra dimensión perderse entre los pasajes, los andenes, los acueductos y los campos de maíz. Pese a su importancia en la historia, Yucay no es turístico. Los únicos que transitan estos caminos encantados son los pobladores con sus ganados y las familias en busca de descanso después de la chacra.
A las nueve de la noche el pueblo se va a dormir. La pista (que va hacia un lado a Urubamba, y hacia otro a Pisaq), es a esta hora una lengua negra que no da miedo, sino paz profunda. Apenas se puede escuchar una lejana conversación en quechua, un perro que ladra o los sapos de los pantanos. Las luces son bajas y por eso puede apreciarse el concierto estelar, sentado con holgura en alguna de las dos plazas de campo verde y árboles enormes. Si hay luna, el nevado se prende de un color raro, como un azul fosforescente.
Yucay no tiene mercado, lo que me produce una pequeña decepción. Nada más lindo para mí que la interacción del mercado, el sonido y sus olores, todo ese crisol de sabores. De alguna forma siento que un pueblo sin mercado no está completo. Pero bueno, los pobladores van a Urubamba a resolver todos sus temas como ése, o para hacer movidas bancarias u otro trámite de corte citadino. Después regresan a su vida calma cerca de los cultivos.
Hace pocos días, en la casa de este amigo mío de Yucay, pasó algo. Nos dio hambre a las 11 de la noche y tuvo la demente idea -que no aprobé al comienzo- de ir a Urubamba en bicicleta a buscar comida. ¡En plena lluvia torrencial! Acepté como cuando aceptas las cosas que no quieres hacer pero sabes ¡que será genial! y salimos contra viento y agua por la carretera negra. Oscuro, oscuro, mojado, todo mojado. Recordé mientras pedaleaba que no nos permitimos mojarnos fuera de la ducha por temor al resfriado, a una pulmonía, y a no sé qué más. Tal vez lo que nos enferma es pelear contra el agua. Tal vez lo que enferma es el miedo. Mientras estaba en el medio de esa nada oscura, a medio camino, íntimamente mojado hasta mi calzoncillo, viendo cómo se reflejaban los árboles en la pista me sentía en meditación pura, en algún estado indescriptible, de plenitud, tal vez. Ese viaje de 15 minutos en bici a Urubamba ha sido una de las cosas más plenas de mi vida.
Gran parte de mi fascinación por Yucay son las experiencias personales que he tenido ahí. Tal vez, si vienen, dirán “¿tanta vaina por esto?”. Es probable, perspicaces lelos. Los lugares que visitamos llenan nuestro corazón de cierta manera y por eso los recordamos de diferentes formas. A mí, Yucay me ha dado mucho, al grado de que quiero estar siempre cerca de él, sino, entre sus calles y hacer algo. Ojalá, algún día. Tal vez incluso retome mis aspiraciones políticas, cambie mi residencia en la RENIEC, postule para alcalde de Yucay y gane. Entonces mi primera medida de urgencia será apagar las luces en cada luna llena, a partir de ahora y para siempre.
Información técnica: Yucay es uno de los siete distritos de la provincia de Urubamba. Se encuentra a 78 kilómetros al noreste de Cusco, a 2,858 metros sobre el mar. Hay combis que salen de Urubamba a Calca (Corazón de Huanca y El Picaflor) que cobra 70 céntimos hasta Yucay. En carro serán 10 minutos, a pie media hora. No pasan de noche.