Temible operario del recontraespionaje
LOS AUTÉNTICOS ESPÍAS DE TUS RECUERDOS
Te estoy mirando desde mi omnipresencia. Un espía también juega a ser Dios. Sigo los mismos pasos, escribo y planeo la estrategia. Al final nunca te busco porque corro el riesgo de encontrarte. Así somos los exponentes del enternecedor arte del espionaje fallido: al final lo conseguimos sin saber cómo. Somos espías y antihéroes, sin superpoderes pero siempre con una kriptonita. Como el torpe Maxwell Smart o como el avezado, pero nefasto, Cool McCool, ambos padres del recontraespionaje. En tiempos de expedientes secretos y de oscuros seguimientos, quiero usar el viejo truco del post nostálgico para encomendar la misión más imposible.Quizá el Súper Agente 86 sea el culpable de ese delirio que algunos tenemos por solucionarlo a todo (por salvar a todos). Maxwell Smart lo conseguía sin nada, sin talento, sin arma, solo con un zapatófono y con ese impulso hormonal que sirve para todo: la espectacular 99 (que debió ser rebautizada como la 69) y su belleza sesentera. Con un jefe devorado por la úlcera de tanto ofuscarse ante la incapacidad de su subalterno, el Súper Agente partía en cada capítulo desde la más despiadada desconfianza. Pero siempre ganaba. Smart se consumó en cada una de las temporadas de su serie como un genuino violador de las leyes de Murphy (para él funcionaba así: piensa en que saldrá mal y saldrá bien).
Recuerdo ese intro inacabable del Súper Agente 86 y cuando, en mi ingenuidad de niño de 5 o 6 años, me emocionaba con tantos portones que se abrían y entreabrían. La oficina donde, por aquellos años, trabajaba mi padre quedaba en el centro de Lima y tenía un parecido a esas paredes verdes metálicas. Cada vez que lo visitaba disfrutaba con el eco de esos recintos de la avenida Garcilaso de la Vega, donde las almas juegan a no descansar, como si el purgatorio realmente fuera una escalera de edificio casi abandonado.
Solo me faltaba una cabina de teléfono para completar la fantasía, para sumergirme en un subsuelo y llegar hasta las altas oficinas de Control y así planear el próximo plan que desbarate todo el sistema de espionaje de Kaos. Maxwell Smart tiene la culpa. Me improvisé de inspector y de espía, porque algo de mí espera como recompensa permanente un beso faltoso de la psicodélica 99, con nombre de mujer letal (Bárbara Feldon).
Algo de mí concluye que el Inspector Truquini es un Maxwell Smart versión cyborg-anime. El genial Gadget, con una de las mejores canciones de intro entre dibujos ochenteros, era otro despistado que se apoyaba en esa inteligencia temprana de su sobrina Penny y en ese alimento al autoestima que significa tener un amigo más tonto o torpe que tú (el impresentable Capaudaz). No era brillante pero siempre dejaba con las uñas inútiles al enemigo Garras.
Y si buscamos al eslabón intermedio, separemos un espacio para un auténtico ícono de la diversión infantil ochentera horas después del desayuno: el genial Cool McCool. Era inevitable aprenderse la canción y los nombres de los enemigos que hacían rimar sus nombres con sus poderes (como el gordo Huracán que lleva adentro más aire que pan). Este hijo pródigo del también inútil Harra McCool (¿qué dice Harry? ¿qué dice?) era también un bipolar adorable que por un rato no asumía la realidad cada vez que amaba el peligro y que en otros momentos se transformaba en un dolido emo que entonaba la canción de la derrota.
Mis espías y detectives favoritos no solo eran Truquini, McCool y Smart. A ese pelotón yo también sumaría al inspector Ardilla, ese afinado roedor que también se jugaba por los consejos de su Watson, el rarísimo pero acertado Morocco Topo. Hay inspectores que se equivocan pero hay otros que solo tienen que resignarse con algún destino que tenga nombre y apellido. El Inspector Clouseau sufría a la Pantera Rosa y casi nunca podía cerrar un caso.
Con todos estos personajes aprendimos a espiar, a marcar pasos ajenos. Aprendimos a ser fisgones, impertinentes y desatinados como Maxwell Smart. Nuestro ejército de espías es contundente, no tenemos pierde. Sin chuponeo ni documentos confidenciales. Para ser el mejor espía, el más infalible de los investigadores, hay que estar en el momento y lugar indicado. El espionaje está de moda y una manera de liberar ese demonio político es recordar a los hombres que espiaron nuestro pasado. Porque hoy todos se disfrazan de espías. Desde la abrumadora exposición del Facebook o del Twitter todos saben la situación del otro. ¿Qué habría hecho Maxwell Smart con una cuenta en el Twitter? Estos señores o animales descoordinados no necesitaron robar un archivo para capturar al otro. Juguemos aunque sea por última vez con estos espías buenos. Aquí no habrá traición a la patria, aquí todo será leal.
¿Cuáles fueron los espías o detectives que te atraparon en la televisión? ¿Cuál fue tu capítulo favorito del Súper Agente 86? ¿Truquini o Cool McCool? ¿El inspector Ardilla?
La palabra es de ustedes
[El intro en español del Súper Agente 86. Apenas escucho la voz en off me remonto a los primeros años de los ochenta. Gran recuerdo]
[Yo amo el peligro: creo que Cool McCool tiene la culpa de todas mis miserias. Pásenme la guitarra para cantar los versos de la derrota. Ja.]
[Inspector Truquini o Inspector Gadget, también dentro de mis favoritos por mucho tiempo. No puedo negar que esta canción me sigue gustando tanto que la tengo en mi iPod. ¿La pongo de ringtone? Uh uh!!!! ]
[El Inspector Ardilla y su entrañable amigo Morocco Topo. ¿A quién no le puede despertar ternura estos personajes?]
TRES FUNCIONES TRES
Debo advertir que fui al concierto de Camilo Sesto con mi señora madre y la crónica de ese momento insuperable la preparo para el fin de semana. De momento, es hora de otro homenaje al otro grande que vino para aquí y que cantó ayer: el genial Raphael. Allí van mis tres canciones favoritas de él.
[Haz amigo el favor de no hablarme de ella aún… todavía es muy pronto y la sueño (qué buena canción y tan cierta). Porque mi alma está hecha jirones porque yo no sé olvidar como ella olvida. “En carne viva” 1982]
[Un clásico de clásicos. La voz de Raphael es de las mejores en la historia de la música en español. “Como yo te amo” 1980]
[Gracias a este pequeño blog hace un par de meses pude escuchar con especial placer esta canción. Aquí la vuelvo a poner. “Mi gran noche” 1969]
LOS AVISOS PARROQUIALES
1. Llegamos al comentario 10.000!!!!!!. Convocamos al comentarista Splinter 23 para que recoja su premio nostálgico sorpresa. GRACIAS!!!!!
2. Dos ganadores del premio de las entradas no llegaron a reportarse. Pero no se preocupen que en la próxima convocatoria de premios tendrán la prioridad.
3. Pueden seguir las actividades de este blogger y sus posteos a través del Twitter mi cuenta es @jovennostalgico. También pueden unirse al grupo del Facebook que ya superó los 500 seguidores y vamos por más.
4. ¿Quieren fiesta nostálgica de fin de año? Confirmen para prepararlo todo. ¿O nos esperamos a enero? Ustedes dirán.