Grace Kelly, la princesa de Hollywood
Se cumplen 30 años de la muerte de la princesa Grace Kelly, y las causas del trágico accidente tienen aún un velo de misterio. La impenetrable discreción de la nobleza monegasca obligó a aceptar la versión oficial: La noche del accidente Grace Kelly conducía por una carretera resbalosa en medio de la lluvia, con su hija Estefanía de acompañante, cuando el auto se salió de la pista. Después de una breve agonía, el 14 de setiembre de 1982, la princesa murió a los 52 años sin recuperar la conciencia. Se cerró así un cuento de hadas que había empezado tres décadas atrás.
El príncipe
El 12 de abril de 1956 el pequeño principado de Mónaco se paralizó por un evento especial. En el “Constitution”, un trasatlántico estadounidense, Gracia Patricia Kelly, novia de James Stewart en “La ventana indiscreta”, llegaba a feudos reales. Allí, en sus dominios, aguardaba el príncipe Rainiero III, de 33 años, con quien contraería matrimonio seis días después. Rainiero era un Grimaldi, familia que gobernaba Mónaco desde 1297.
Una lluvia de flores caía desde un hidroavión, cortesía de Aristóteles Onassis, el millonario griego; mientras la diva, de 26 años, observaba a su prometido, dueño del trono desde 1949, acercarse en una lancha para darle la bienvenida.
Cuando filmaba “Atrapa a un ladrón” de Alfred Hitchcock, en 1955, Grace conoció al príncipe en la costa francesa. Iniciado el cortejo, retornó a Europa atendiendo una invitación personal de Rainiero. Así conoció el palacio de 200 habitaciones enclavado en la fortaleza Le Rocher, propiedad de su más noble admirador. Una de esas mágicas historias que hacía delirar a los periodistas de sociales estaba en ciernes.
El cine
Kelly, oriunda de Filadelfia, nació en 1929 y tuvo una infancia agobiada por el asma y los resfriados. Era una tímida niña que jugaba con sus muñecas en el pequeño mundo de su habitación, reacia aún a los grupos numerosos. Terminando sus estudios secundarios descubrió su vocación. Se fogueó en la Academia Americana de Artes Dramáticas y luego probó suerte en el teatro. Pisó las tablas de Broadway en 1949 y eso fue suficiente para brillar con luz propia.
Los ojos del cine profesional la divisaron y pronto estaría protagonizando “Solo ante el peligro”, en 1952, con Gary Cooper. Impuso esa extraña belleza, de mirada serena y sonrisa controlada, distinta de las otras beldades hollywoodenses –léase Ava Gardner, Ingrid Bergman, etc.-, lo que le generó una masa innumerable de admiradores.
La Academia la honró en 1954 con el Oscar a la mejor actriz por su interpretación en “La angustia de vivir”, que filmó con Bing Crosby. Pero fue el mago del suspenso, Alfred Hitchcock, quien supo explotar las cualidades de Kelly en el género de la intriga. Primero actuó en “Crimen perfecto”, en 1954, y el mismo año apareció en “La ventana indiscreta”. La trilogía se completa con “Atrapa a un ladrón”. Lo de su musa era “elegancia sexual”, solía decir Hitchcock.
La boda
El día del matrimonio, la imponente iglesia de San Nicolás recibió a invitados de todas partes del mundo. Confluyeron los nobles de Europa y la casta selecta del cine de aquellos años. En medio de los clásicos acordes musicales, la hija fugada de Hollywood ingresó a la catedral de Mónaco del brazo de su padre, John Brendan Kelly, un millonario de Filadelfia.
Entrega el “sí” un 19 de abril de 1956 en una boda transmitida por “Eurovisión” a más de treinta millones de espectadores. Luego de los festejos, se abrió una nueva vida, que la obligó a abdicar de reflectores y cámaras, incompatibles con la agenda protocolar de una princesa. Así conocería a Churchill, Franco, De Gaulle, entre otros líderes europeos, tal como lo cuenta en su última entrevista para la televisión, dos meses antes de su muerte.
El accidente
El 13 de setiembre de 1982, manejando un vehículo Rover 3500, de fabricación británica, Gracia Patricia Kelly se sale de la autopista, llevándose en su caída, de 15 metros, sus últimos segundos de consciencia.
A su lado, compartiendo el drama, estaba su pequeña hija Estefanía, de 17 años. Cuando la princesa llega al hospital su estado es muy grave. Se había fracturado la pierna derecha y el cuello, además de varias costillas; finalmente una hemorragia cerebral le quitó la vida.
Deja este mundo en compañía de su esposo y sus tres hijos: Carolina, Alberto y Estefanía. Ésta última, se especula, es quién habría estado al volante en el momento del accidente. Pero parece que como sucede en algunas películas, se trata de un final de libre interpretación.
Miguel García Medina
Fotos: Agencia