Los puentes rotos
Había decidido titular a mi novela: “Los puentes rotos”. Luego derivé a “La danza del fuego”. En el primer título se explicaba una parte de la trama, la que atañe a los sentimientos más profundos. Diego Carranza, el protagonista, presa de una relación turbulenta y poco feliz con Magda, opta por buscar al primer buen cristiano que lo escuché. Quería solo descargar su pena y sentirse menos solitario.
Recurre a sus amigos, pero ellos se excusan con mil argumentos. Va donde un sacerdote, que solo ve dogma y redención por la palabra y no a un solitario apesadumbrado que tantea comprensión. Repara que para cruzar el puente hacia el otro, debe pagar. Se agencia de un dinero y le paga a una mujer para que lo escuche. Ella accede y presta sus oídos, pero para Carranza el trance es rentado y su entrega no es recíproca. Es un juego fenicio, cargado de patetismo.
Crispado por la soledad encuentra a una dama que, como la anterior, le cobra por escuchar y asentir. Carranza ve más, ve que por encima de la paga hay un sentimiento que nace y se expande. La dama tiene ángel, él se siente cautivado por sus ojos esmeraldinos y por su rostro aporcelanado, le toca el corazón, pero es igual. Ella no ve en él, lo que él ve en ella. Él será el extraño, siempre el extraño. La mujer no abandonará su frialdad ni atravesará el campo minado por alguien que no le interesa, que no le interesará jamás. Seguirá su vida y se olvidará de él…Él la querrá sin fecundidad. Nada pasará entre ambos. Ella se marchará.
Recordé a Camus conduciendo un vehículo y viendo por el espejo retrovisor a una anciana lanzándose al río y ahogándose en él. Camus no redujo la velocidad, no dio la vuelta, solo vio y se alejó. La vida siguió su curso. Puentes rotos, ladrillos, muros, concreto en la epidermis. Diego Carranza, mi protagonista, es víctima de ese desamor que lo desencanta y lo lleva al borde del precipicio.
Busca el amor, a sabiendas que aquel es un milagro que nace como un chispazo. Él no cree en milagros. Magda se relaciona con el círculo literario…
No sigo, la novela trata de la soledad y de las murallas que el hombre pone al hombre ¿Por qué derivó a “La danza del fuego”? Quizás sea la reacción del protagonista, la rebelión como mecanismo de liberación, el fuego destructor que se torna en ritual de muerte y reivindicación.
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