Entre lo ridículo y lo risible
Nada más serio que escribir sobre cosas serias y nada más ridículo que escribir seriamente sobre asuntos que llaman a la risa. A quién no le ha tocado confrontar con el ridículo, probablemente a quien no tenga manías. Tal es la gracia de los personajes de Woody Allen, por decir. Algunos de ellos son seres patéticos, maniáticos, fóbicos, neuróticos y, entrañables por esa debilidad que los sitúa muy cerca del ridículo ¿Alguien se ha sentido distante de los personajes de Allen? ¿No hay alguno o algunos que nos reflejan? Confiesa ya.
Bueno, pararse de una silla y caminar entre el público para contarle un chiste y descubrir luego que nadie ríe es ridículo. Sala llena. Me ha tocado. En ese momento el silencio se vuelve espeso y el tiempo una tortura ¡Trágame tierra! ¿Y ahora qué hago? Y me ha pasado más y tanto que termina por ser saludable reírse de sí mismo.
Ir al lugar equivocado o ponerse la ropa equivocada para el lugar equivocado es ridículo como lo es caerse en plena actuación dentro de una obra de teatro… o decir honradamente que un maestro universitario X enseña mal cuando el fulano casi respira en nuestra espalda. Me ha tocado ser Santa Claus para dos niñas y por un travieso e inesperado sino terminar siéndolo para un manchón infantil insolente y perseguidor. Mejor no sigo, aunque debiera porque de las comedias trágicas están hechas las buenas vidas.
Y ya que me preguntas, Nicasio Alvarez de Cienfuegos dice que “ridículo es lo que debe hacer reír, que no puede dejar de mover a la risa” y “risible es lo que puede hacer reír, pero puede no mover a la risa”. Sí, pero lo ridículo está muy cerca de lo sublime y es, por ocasión, solemne en esencia y serio de raíz. Un taxista le dio dos vueltas por la ciudad a un pasajero que le pagó con un billete falso por el que hubo de dar mucho vuelto. Yo solo llegué a decirle que a las finales “terminó por pasearlo y todavía por pagarle su paseo”. Por tan seria situación y por ridícula el taxista rió, rió con dolor, con rigidez, aunque sin mayor protesta.
Risible es lo que no comulga con la seriedad ni tiene cercanía a lo sublime, es reír por comunión. “Dos hombres caminan por el cementerio y uno de ellos le pregunta al otro si es que en aquel camposanto se estila colocar dos muertos por tumba. El sujeto se sorprende e interroga por la razón de tan extraña duda: es que en esa lápida dice ‘aquí yace un político y un hombre honesto’” Quizás reíste, quizás no ¿Ridículo o risible? ¿Chiste o tragedia?
Pueda que rías pueda que no. Barcia dice “Un objeto es risible por alguna cosa de agradable y de mordaz o satírico, que nos causa una sorpresa y una alegría”. Luego define lo ridículo a través de estas líneas: “Una manía extraordinaria le hace a un sujeto ridículo: esta manía es un principio de locura”. Don Quijote es un personaje muy ridículo, pero Barcia dice con razón: “Sucede que frecuentemente se trata por ridículo a un hombre sabio”.
Quizás la mejor definición de Barcia sea esta: “Un objeto es ridículo por un contraste patente y manifiesto entre lo que es y lo que debe ser según el modelo dado”.
Aunque entre nos…lo ridículo suele ser inconfesable, aún para nosotros mismos en la soledad de nuestra más entrañables sombras.