Caso Polo: una nueva decepción
La frase “más que un club” que acompaña al Barcelona desde hace más de 50 años, le pertenece a Narciso de Carreras, un abogado catalán que asumió la presidencia en momentos que la institución atravesaba una dura crisis económica y deportiva.
El 17 de enero de 1968, durante su discurso de asunción, De Carreras dijo: “El Barcelona es más que un club de futbol, el Barcelona es más que un lugar de esparcimiento donde el domingo vamos a ver jugar al equipo; más que todas las cosas, es un espíritu que llevamos muy arraigado dentro”. Con el tiempo, la frase adquirió otras connotaciones -sobre todo políticas- que apuntalaron la cultura institucional y el orgullo del hincha azulgrana.
Universitario no es ni será como el Barcelona -al menos a la manera que imaginaba Julio Pacheco-, pero debería aspirar a ser una institución que no solo busque alcanzar la gloria deportiva, sino también el respeto por los valores y la formación de personas de bien.
Una manera de hacerlo es evitando contratar a futbolistas como Andy Polo, acusado de violencia familiar por su expareja. Este miércoles, en una decepcionante conferencia de prensa, el administrador del club, Jean Ferrari, intentó explicar las razones que llevaron a la incorporación del delantero.
Aunque insistió en que la ‘U’ cree en “la igualdad, el respeto y la inclusión” y que se ponían a disposición de las partes “para que lleguen a buenos acuerdos”, lo único que consiguió fue confirmar lo lejos que se encuentra de entender la dimensión del problema de la violencia familiar en el Perú.
Uno de los argumentos más disparatados que utilizó fue que en el club no hicieron “la evaluación mediática de lo que podría generar la contratación”. ¿Qué quiso decir Jean con eso? ¿Acaso que si un sector de la hinchada y de la prensa no hubiera reaccionado como lo hizo, no habría pasado nada? ¿Que en la decisión importó el interés deportivo sobre cualquier consideración ética o moral? Si bien es cierto el jugador no tenía ningún proceso legal en curso al momento del trato -como precisó el gerente legal Giancarlo Mandriotti-, la grave denuncia de su expareja ya era conocida. Su idoneidad moral estaba en entredicho y, en tal condición, no podía ser parte de Universitario de Deportes, el club de Lolo Fernández por si alguien lo ha olvidado.
Ferrari también calificó el caso como un “problema personal”, olvidando que la violencia familiar es un asunto social, estructural, de los más graves que arrastra el país. Seguir pensando que es un tema que se soluciona en la soledad de cuatro paredes es mantener una mirada arcaica y superficial que minimiza la situación de vulnerabilidad de las mujeres que deben enfrentarlo.
“Preocupa, pero no sorprende que se siga concibiendo la violencia de género como un asunto privado. Es una forma de criminalidad, tan grave como lo sería la corrupción o el lavado de activos”, comentó la abogada y periodista Josefina Miró Quesada, coautora de “Ser mujer en el Perú: Dónde estamos y a dónde vamos”. Esta postura, añadió, confirma “la trivialidad con que se asume, los altos índices de tolerancia y explica por qué muy pocas mujeres se atreven a denunciar esta violencia”.
Para tener una idea del tamaño de este problema, al 28 de febrero de este año los Centros de Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables han atendido 24,990 casos de violencia en el país. Hasta el momento llevan registrados 37 casos de tentativa de feminicidio y 28 feminicidios.
EL PLAZO
El administrador crema indicó también que el contrato de Polo estaba condicionado y que le han dado 15 días “para que llegue a un entendimiento con su expareja”. Imagino lo que habrán sentido al escuchar estas palabras las valientes chicas que protestaron contra la contratación de Polo en el Monumental, amenazadas luego por la Trinchera Norte. Además de que en casos de violencia de género la ley no permite ningún tipo de conciliación, ¿alguien puede concebir que en quince días pueden restañarse las heridas emocionales en una familia? ¿O Jean se estaba refiriendo a una conciliación de carácter económico? ¿A ello se reduce el problema?
Para la periodista Katherine Subirana, quien ha escrito sobre temas de género en El Comercio, “es una vergüenza que [Universitario] argumente que no hay un proceso abierto, por un lado porque se sigue relacionando al fútbol como un espacio de impunidad en el que se encuentra siempre la forma de caminar en forma paralela a lo que establece un contrato social mínimo. Por otro, al ser un deporte relacionado con la masculinidad, el mensaje que están dando es horrible en tanto justifican el comportamiento masculino más tóxico”.
Sobre la vulnerabilidad de las mujeres víctimas sobrevivientes, Miró Quesada señala que reconocerse como víctimas es un proceso difícil, sobre todo “en sociedades donde estos comportamientos son tolerados (…). Toma tiempo hacerlo, y mucho coraje. Especialmente en una sociedad que te repite: tú lo buscaste, tu palabra no vale. Si una mujer denuncia es porque ha tolerado antes muchos otros actos de violencia, no suele hacerlo a la primera”, agregó.
Meses atrás escribí que en los últimos años Universitario había hecho todo lo posible para alejar a sus hinchas, que el proceso de reconstrucción institucional era complejo y demandaría tiempo. Alabé también el trabajo de Jean y su equipo, su empeño por limpiar al club de tanta miasma acumulada por décadas. Tenía la esperanza de que la ‘U’ podía ser capaz de encontrar el camino para volver a convertirse en una institución sólida, respetada, que trascendiera lo meramente deportivo. No imaginé que una terrible decisión, tomada tras la inesperada lesión de Tito Urruti y los malos resultados deportivos, haría trizas las esperanzas de quienes creemos que Universitario puede ser más que un club.