"Armonía con la naturaleza, amen", "La humanización de Rufo", "El dirigente Valerio", "Solo un lugar, solo tú" y "Octubre"
Queridos lectores y lectoras, les presentamos en este post cinco interesantes relatos para disfrutar de su lectura.
Armonía con la naturaleza, amen
Un día un hijo le pregunto a su padre ¿Es cierto que el mundo se va a acabar?, el padre con voz pausada y serena replicó ¿quién te ha afirmado ello?, el niño respondió, la maestra padre, la maestra. El padre tomó al niño de las manos, lo sentó a su diestra y tomándolo de la cabeza con ternura, lo invitó a contemplar lo azul del cielo, luego dijo: millones de años atrás no existíamos como especie humana, la evolución fue un proceso largo, muy largo, hasta la aparición del hombre, ese hombre que somos tú, yo y los demás. El hombre vivía en sus inicios en buenas relaciones con la naturaleza, la armonía entre ambos se sentía profundamente, se cantaba a la luna, al sol, a las plantas y animales, al agua, al mar y al desierto, a todo aquello que nos rodeaba inicialmente; pero luego hubo un cambio repentino y el hombre prefirió alejarse de la naturaleza, optó por un mundo al que le llamo modernidad, todo se fue materializando, se le dio más importancia al dinero, a lo superfluo, a lo vano y suntuoso, el hombre prefirió su nuevo mundo, el que hoy vemos, sobre todo en las ciudades, con ruido, desorden y caos, en el que es difícil mantenerse como verdaderos y auténticos ciudadanos.
El hombre fue tomando desenfrenadamente las riquezas de la naturaleza sin ningún tipo de control, las convirtió en un sinnúmero de cosas para ser usadas so pretexto de una mejor calidad de vida y de su propio desarrollo, está actitud irresponsable nos ha conducido a lo que hoy se llama degradación, deterioro ambiental, por todos lados se habla y comenta de ello. Vuestra profesora, ha querido deciros, que si no cambiamos de estilos de vida, podremos extinguirnos, desaparecer como raza humana, debido al colapso del planeta Tierra. La Tierra es nuestro único nido, es un útero gigante, es nuestra única nave que circunda el universo junto a otros planetas, estrellas y galaxias. Si no cambiamos en nuestro proceder, si no aprendemos a convivir y armonizar con la naturaleza, nuestra Madre Tierra puede sucumbir y por lo tanto impactar negativamente en la vida humana. El niño escuchaba con gran asombro y abriendo sus ojos le dijo a su padre: ¿Papá qué debemos hacer, dime podremos hacer algo, estamos a tiempo para ayudar a nuestra madre Tierra a que siga dándonos la vida? El padre enternecido le dijo: hijo mío, hay muchas cosas que todos podemos y debemos hacer, pero lo más importante es que puedo hacer yo, es decir, qué cambios debo hacer en mi vida diaria, para respetar a los demás, para respetar a los otros seres vivos y sobre todo respetar a la Madre Tierra. Solo en lo profundo de nuestro ser está la respuesta y el verdadero cambio. Ese cambio necesita de una fuerza, de esa fuerza sobrenatural con la se creó el universo, de esa fuerza que no la vemos pero la podemos sentir, de esa fuerza que fluye en el interior y que arde constante y sosteniblemente en el corazón, el espíritu y la razón del hombre, de esa fuerza que fue capaz de crear este mundo bello y maravilloso para vivir en paz y armonía. Necesitamos, volver a religarnos a nuestro origen, a contactarnos y amistarnos con el creador de todas las cosas. Hijo, necesitamos con urgencia revivir y conectarnos al amor de Dios. Solo así, podremos estar seguros de que el mundo no acabará. Porque Dios es vida y amor hasta la eternidad. El hijo replicó: Amen Padre, Amen.
Jorge Lescano Sandoval
DNI 07280878
La humanización de Rufo
Por una calle cualquiera caminaba Juan bajo todavía el intenso sol de aquella tarde de abril, se lamentaba de su suerte, era ya mitad de semana y no había cerrado venta alguna, entre el hambre y la sed que sentía ganó esta última, entró a un pequeño negocio y pidió un jugo de frutas, mientras sorbía la bebida vio una escena que lo conmovió, en la acera de enfrente iba un viejo que caminaba como si arrastrara las penas, por su aspecto no podía ser otra cosa que un mendigo, lo acompañaba un perro que fiel a su amo compartía el destino de este sin chistar, era de tamaño mediano, sin raza definida. Al llegar a la esquina el viejo levanto al perro depositó un beso en su cabeza y ambos se sentaron en la vereda a esperar la caridad de la gente.
Juan no supo explicarse por qué razón aquel binomio le inspiró tanta ternura al extremo de hacerle olvidar sus problemas. Apuró su bebida, compró unos bizcochos, cruzó la vereda y le entregó al viejo lo que había comprado más unas monedas, un “Dios se lo pague” fue la retribución a su gesto, mientras se alejaba volteó a ver como el viejo compartía los bizcochos con su perro.
Sin proponérselo Juan procuraba pasar todas las tardes por esa esquina, se acostumbró a llevar en su maletín una pequeña bolsa con alimento balanceado para canes, cada tarde era lo mismo unas monedas al viejo y el alimento para el perro.
Mas pasó una semana, luego otra y Juan no pudo darse el tiempo para visitar a sus protegidos, cuando al fin pudo visitarlos se sorprendió al ver la esquina vacía, preguntando por el vecindario se enteró de que el viejo había muerto. Una tarde llegó acompañado de su fiel amigo a su sitio de siempre, se sentó en la vereda y se quedó dormido para no despertar más, al percatarse los vecinos de la muerte del viejo avisaron a la policía, vinieron estos y luego una camioneta de la morgue que recogió el cadáver.
¿Y el perro? Juan pregunto por él a los vecinos, se enteró que se llamaba Rufo, le dijeron que todas las tardes llegaba a la esquina y se echaba en la vereda como si su amo estuviese a su lado, al llegar la noche se retiraba mas nadie sabía adonde.
Repentinamente, Rufo hizo su aparición, se echó en la vereda como cada tarde, Juan se aproximó a él, sacó la bolsa de alimentos de su maletín y se la acercó. Mientras comía el can miraba de reojo a Juan y le movía levemente la cola como agradeciéndole.
Así fueron pasando los días y Juan procuraba no faltar a la cita con su amigo Rufo, mas una tarde vio a Rufo que lo esperaba en la esquina pero extrañamente estaba parado y no echado en la vereda como de costumbre. Estando a unos treinta pasos del perro vio como este lo miraba con tristeza moviendo lentamente la cola. Repentinamente Rufo cruzó la pista sin precaución alguna, solo se escuchó el ruido del golpe, un auto arrolló al perro y este murió en el acto.
Juan presencio horrorizado la escena, sin duda alguna el can lo había esperado para despedirse, no quiso acercarse al cuerpo inerte de Rufo, solo atinó a dar media vuelta y volver sobre sus pasos, mientras unas lágrimas brotaban de sus ojos se preguntaba a si mismo ¿Por qué tenías que humanizarte tanto Rufo?… ¿por qué?
Luis Felipe Huamán Farfán
DNI: 25461122
El dirigente Valerio
Valerio es uno de los dirigentes más aguerridos y avezados de la comunidad, siempre ha participado activamente en las reuniones donde se han tratado temas relacionados al distrito de Coscoro en la Región Huancavelica, siempre se caracterizó por su locuacidad y énfasis que ponía a sus palabras en las reuniones comunales. Si bien es cierto que sentía cierta incomodidad por su baja estatura de 1.45 metros, trataba de contrastarla con su amplio conocimiento en temas tan variados como política, historia, sociología, psicología; que le ayudaban mucho a hacerse comprender fácilmente ante los demás; transcurría el tiempo y la tranquilidad de este distrito fue golpeado por la noticia de la invasión del distrito vecino de San Pedro de una vasta zona agrícola con abundancia de recursos y con mucha potencialidad de desarrollo; aprovechando la escasa población se apoderaron de las chacras.
Los enfrentamientos verbales y las escaramuzas no se hicieron esperar, como era de suponer Valerio fue la figura más representativa en los momentos de rechazar con enérgico discurso la invasión a una de las zonas más vastas del distrito; se organizó un Cabildo preparada por el Alcalde Rudy, que tenía muy poca representatividad entre la población, por lo que no fue de difícil comprensión ver que Valerio asumía el liderazgo indiscutible ante la invasión traicionera del distrito vecino.
Los enfrentamientos a campo abierto se tornaron sangrientos y fratricidas, los lazos sanguíneos eran muy fuertes en la población, los apellidos se repetían en las familias, tanto es así que para diferenciar los padres bautizaban a sus hijos con nombres poco comunes como Felicitación, Ingenioso, Peleador, etc.; el resultado de los enfrentamientos no llevaba a nada bueno, eran campesinos recios, musculosos, acostumbrados al frio, al hambre, al dolor; que no sienten miedo a los retos y muy dispuestos a luchar con todo lo que tengan a su alcance para defender sus derechos y creencias.
Pasaban las semanas y no había solución. La policía no se deba abasto para contener a aquellos campesinos que a la distancia con una huaraca podían darle a su objetivo a 150 metros de distancia. Valerio solicita al Alcalde de San Cosme una reunión pacífica para terminar con este enfrentamiento, descendientes de los Chancas no se podía desconocer su predisposición a la lucha cuerpo a cuerpo aun en situaciones desventajosas. Se realizó la reunión en una zona neutral llamado Hislachpunta; 20 representantes de cada distrito, nuevamente Valerio hizo frente a los invasores con un apaciguador y emotivo discurso digno de mejores circunstancias, parado en un banco para atenuar su baja estatura ante los demás, que fácilmente eran 20 o 25 centímetros más altos que él, pero no le hicieron caso. El alcalde invasor, Felipe, desconoció todo argumento expuesto por Valerio, no se arreglaban la situación, los invasores querían que todo se arregle con peleas, iban a desconocer cualquier acuerdo de palabra, la efervescencia era incontenible; casi todos estaban con sus huaracas y algunos con sus garrotes por si la violencia nuevamente iba a protagonizar el escenario; para evitar esta pelea hace uso de la palabra otro dirigente reconocido y respetado de Coscoro, es Manuel primo hermano de Valerio, para evitar un enfrentamiento, le propone a Felipe, que cada localidad escoja un representante y en dos semanas se enfrenten según las costumbres andinas y el vencedor definirá como llegar un acuerdo final. Todos los presenten vitorean esta propuesta, pensando íntimamente a quienes elegir, termina la reunión con la cordialidad que nunca se debió perder, ya en la soledad del camino Valerio le dice a Manuel muy preocupado: “Estás loco… y si me elegían a mí?
Eduardo Saúl Cardenas Manrique
DNI 09188092
Solo un lugar, solo tú
No sé por qué todo me pasa a mí. Un día decido viajar a un lugar y al llegar el clima estropea el viaje. Otro, me acuerdo de un sitio en el que se comía el mejor chifa y voy con la idea de reencontrarme con esos sabores tan distintos pero fatalidad el chifa ya no existe. Busco mi camisa favorita y la encuentro manchada con lejía. Camino por el barrio para ver si en la casa del gordo Pepe todavía tienen esa higuera y nada la casa derrumbada ahora un edificio en su lugar, y del gordo ni la higuera ni rastros, solo cemento. Entonces me digo vámonos a Barranco hoy noche de luna a caminar por sus calles de ensueño, con la ilusión que al menos allí la magia me envuelva, otro fiasco hay feria en la plaza, bulla por doquier, solo ruido y olores de comida y no de flores, incluso en el acantilado serenata con mariachis, jolines estoy hecho. Regreso por mis pasos a casa nuevamente pero en el camino recuerdo que El Olivar de San Isidro siempre es el mismo, nadie lo puede tocar, mi corazón emocionado por fin un lugar en el que la mano del hombre no ha cambiado o por lo menos no en un grado que vuelva irreconocible ese paisaje de verde en medio de la ciudad. Desgracia, una nueva telenovela se está filmando justo en El Olivar, claro, qué mejor locación para una historia romántica, de besos robados, caricias dulces, jajaja debo reírme ya mis pensamientos parecen canción cantinera. Huyo de las luces, de los cables, que no solo enredan mis piernas sino mis ideas. Quiero paz, quiero tranquilidad, quiero algo que anhelo, estoy ansioso por llegar a donde otros no me hablen de trabajo, de fiestas, de fútbol, o donde no me digan si me fijé que en internet se ha subido el video del suicidio del político X, donde confiesa que sí que robo y que se arrepiente, se arrepiente que lo descubrieran porque su familia ahora es señalada con el dedo inquisidor, por eso se mata por ellos, para que el dolor sustituya a la vergüenza, y solo se recuerde este último rapto de desesperada humanidad.
He subido a una combi, al comienzo todo bien solo la voz chillona del cobrador llamando pasajeros en cada paradero: “¡Todooo Arequipa, hay sitio, arrímese allí entran cuatro!”. Qué hacer, no hay plata para taxi. Pero nuevamente mi mala suerte a la altura de Cuba suben unas chicas en mini y el chofer emocionado pone en la radio un reggaetón que seguro en su cabeza debe ser la melodía más acertada para llamar la atención de las señoritas, claro si la letra es tan sutil y propicia para conquistar el corazón: Sí, sí, dámelo, dámelo sí, sí, tú cosita rica; pienso lo mandan al diablo, bueno lo mandaban en otra época porque veo cómo las chicas se ríen y hasta tararean la canción de marras. Es la época que vivo una donde lo que importa es atender y darle gusto a los sentidos, las palabras sirven solo a ese propósito. Mejor me bajo prefiero caminar a casa, total el ruido de los carros, de la gente es preferible a terminar quizás también yo entusiasmado por la inmortal letra de esa delicada melodía.
Tonto, tonto, desperté con una sensación de ansiedad, de querer llenar mi corazón con imágenes de paz, cantos de la naturaleza, buscando lo que solo un lugar me da, solo una persona me entrega: mi madre. Feliz Día Mamá Matty tú eres mi refugio, mi paz, mi canción de amor.
Hugo Gómez Cárdenas
DNI 07967237
Octubre
Mi madre, con sus grandes ojos que me dan paciencia de pradera, me ha pedido que no coma, que deje de crecer porque mi felicidad, en la etapa maravillosa de mi juventud, solo se puede llamar pequeñez e insignificancia, el no distinguirme. No puedo explicármelo, ¿acaso los padres no son felices de ver a sus hijos jugar con libertad y alegría, saltando y corriendo por los campos, mirando el cielo y la tierra como invitándolos a alegrarse también? ¿Acaso no aspiran a que ellos sean sanos y viriles, digna expresión de la naturaleza amada? No lo entiendo, en verdad que no puedo explicármelo.
Mi abuela, la última matriarca de estos lugares, me ha contado, con ojos nostálgicos de verde azul, del linaje del que provengo, notable por la fuerza de su espíritu, el coraje de su fuerza y su alma. Yo quiero ser digno de tal estirpe. Mi padre lo fue, mi abuelo también, yo no puedo dejar de serlo.
Son aquellos relatos de nuestra raza privilegiada, contados siempre al iniciar una caricia, y la certeza de que mi destino fue escrito hace mucho tiempo atrás los que me llevan a pensar en mi verdadera dicha. Ella solo puede residir en el despliegue de mi propio ser, en el momento maravilloso en que la potencia vital de mi existencia se manifieste en un acto real en el mundo, en el instante ideal en el que pueda ser lo que ya soy.
A la luz incierta del crepúsculo, cuando la devoción por mi destino me llena de deseos de vivir, veo a mi madre que se acerca y a mi querida abuela que se aleja haciendo círculos imaginarios en el cielo y la tierra. Me ha rogado nuevamente que no coma, que el metabolismo de mi cuerpo sea mínimo, a pesar de que la sensación de hambre no ha desaparecido en mí.
No lo entiendo y no lo quiero entender.
Mi espíritu juvenil me impide obedecerla, y como y corro por todos los lugares que me sean posibles y agradables, gozando con la fortaleza de mis músculos y lo delicioso de sentirme envuelto por menuditas gotas de sudor por todo el cuerpo. Mi madre, al verme feliz, se muestra resignada y sale a mirar el crepúsculo, tal vez recordando a mi padre, a mi valeroso y fuerte padre que desapareció un día de octubre, el mismo día en que yo nací…
Octubre es la fecha indeleble que iba a trazar en nuestras almas un destino común, a pesar de no habernos conocido nunca; pues, al igual que él, tendría que alejarme del lugar donde crecí.
Abandoné mi mundo en el vértigo de una vida breve, pero no por propia voluntad.
Aparecí de pronto, como en un sueño, en medio de una gran multitud que me envolvía en un murmullo estremecedor y confuso para mis oídos. Apareció simultáneamente un hombre vestido de vivos colores y adornos dorados que empezó a dar vueltas en torno a mí saludando a la gente.
Luego se acercó y me mostró una brillante y larga espada…
¿Por qué dirán que a nosotros nos obsesiona el color cárdeno de la muerte si ella —en la vida propia y ajena— se insinúa también con otros matices…, desde el blanco celestial hasta un morado de resignación?
***
Terminada la faena, el torero muestra orgulloso la oreja de un hermoso y bravo ejemplar mientras el público lo saluda arrojándole flores y vivas con encendido entusiasmo, dando así por concluida una fecha más a este mes de celebraciones.
Un gran espectáculo en honor a la sagrada imagen del Señor de los Milagros.
Alex Jhonatan Romero Meza
DNI 42782384