La hora de los excluidos (X-Men: First Class)
Durante años he renegado de las películas basadas en personajes de la Marvel cómics. Casi siempre he visto en ellas una tendencia a dejar de lado la profundidad de ciertos temas en aras de contentar a un público juvenil o abusar del efecto especial en detrimento de buenos diálogos o atmósferas. Y digamos que Marvel ha preferido apostar por lo seguro y así ganar mucho dinero. Sin embargo toda regla tiene su excepción y en este caso se llama: “Xmen: First class”.
Si no ha visto la cinta se recomienda no seguir leyendo ya que se contarán detalles de la trama
En una de las escenas mejor trabajadas de la cinta, el joven profesor Charles Xavier (James McAvoy) le dice a su amigo Erik Lehnsherr ‘Magneto’ (Michael Fassbender) que el camino más adecuado se encuentra entre la serenidad y la ira. Y creo que esa es la ruta que escogió el director Mathew Vaughn para realizar una cinta que para mi gusto es la mejor de las que han adaptado un cómic de la Marvel.
Y es que en algunos casos, como Los 4 fantásticos, Spiderman 2 y 3, Ironman 2, entre otras; la ira, manifestada en escenas espectaculares, efectos y una narración sin freno, se superpuso sobre la serenidad que implica una correcta construcción de personajes y ambientes. Mientras que en otros, como el Hulk de Ang Lee, la serenidad fue aplicada pero de forma exagerada provocando un producto que alejó a los espectadores. Encontrar la combinación adecuada para un género, que puede parecer juvenil pero que no tiene por qué serlo, es pues una tarea difícil. Por suerte Vaughn tuvo la sabiduría para saber encontrar la senda que revalorizará una marca que parecía perdida.
Porque de arranque el director reconoce la herencia que tiene de las películas de Brian Singer (X-Men 1 y X-Men 2) al recuperar la escena inicial de la primera cinta de la saga. A partir de la tragedia de Magneto que había sido el punto de partida de Singer para relatar el drama de los mutantes, Vaughn reconstruye una nueva historia en la cual no hay enfrentamientos entre buenos y malos sino entre extremistas y moderados. El maniqueísmo queda de lado frente a una película que se plantea siempre desde el punto de vista de las víctimas y sus traumas.
Si bien esta cinta es una adaptación de la historia y los personajes creados por Stan Lee sabe recoger la crítica social que el brillante creador busca retratar en la década del sesenta. Estos mutantes son la minoría segregada que de pronto se tienen que debatir entre la opción de vengarse o de reconciliarse con el mundo que quiere destruirla.
Y es en aras de desarrollar semejante dilema que el director escoge darle más minutos al drama de personajes como Magneto o Raven (Jennifer Lawrence) que a escenas de peleas que abundaron en las cintas anteriores (X-Men 3 y X-Men:Wolverine). Y es ese trabajo el que nos permitirá entender la decisión del líder de los radicales, el por qué de su pérdida de humanidad, que evita que lo veamos como un estereotipo.
Y es esa reflexión sobre el Otro la que está tan vigente en nuestros días. Un excluido que ante la posibilidad de tener poder puede reaccionar con gran violencia. Y es esos momentos qué líderes moderados que piden la reconciliación como Charles Xavier se hacen necesarios. Qué similar puede ser la ficción a la realidad, ¿no?
p.d. Otro de los aciertos de la película es tener a grandes actores como Kevin Bacon, Oliver Platt o Michael Ironside en roles secundarios pero de gran relevancia en la película