Loly Rehder: la chica que venció una lesión y se enamoró del yin yoga
Loly Rehder estaba sobre un kayak cuando escuchó un “crack” en el cuello. En ese momento no lo sabía, pero ese fue el sonido de una de sus vértebras partiéndose en dos. Minutos antes remaba en el mar con su papá; el resto de su familia hacía lo mismo en otros kayaks. Pero solo ellos dos terminaron atrapados en un túnel. Loly no tenía puesto ni chaleco, ni casco y antes de poder reaccionar, la marea subió y el agua tapó las salidas. Junto a su papá se quedó ahí, encerrada. En cuestión de segundos, una ola golpeó y levantó el kayak. Loly se elevó y su cabeza chocó contra el techo del túnel. La comprensión fue durísima, casi eterna. Cuando el agua bajó, cayó al mar y su papá la sostuvo.
- ¿Estás bien?, le preguntó. El susto era evidente. Ella movía las piernas para asegurarse que no se había roto toda la espalda.
Cuando por fin salieron del túnel, el resto de la familia la ayudó a subir a un bote para ir al hospital. Ahí se lo confirmaron: vértebra fracturada y daño a los discos. ¡Pum! Casi como el golpe que sufrió en el túnel, le cayó la noticia.
Loly ya había practicado yoga antes y la intuición le dijo que lo siga haciendo con cuidado. “Todo era intuitivo. Era consciente de cada movimiento para saber qué se sentía bien y qué no”, recuerda mientras espera un risotto de quinua en “Armónica Café”. Al poco tiempo partió a Australia como alumna de intercambio y a su regreso decidió certificarse como profesora de yoga en Nosara Yoga Institute, en Costa Rica, aunque no tenía planeado enseñar. También terminó Comunicaciones en Estados Unidos y cuando volvió a Lima tuvo dos ofertas de trabajo: una que demandaba que se vaya a Canadá, y otra que vaya a Playa Blanca, en la playa Asia, a dar clases de yoga.
Aceptó ambas, pero cuando más se acercaba el momento de partir a Canadá, Loly notó algo: quería dedicarse al yoga. “Agradezco ese accidente. De verdad que sí. Fue ese accidente el que me puso donde estoy ahora”, dice.
Ahora, a sus 26 años, Loly enseña en KO, y comparte, a través de su página web ( www.lolyrehder.com) y su Instagram su práctica, algunos consejos de yoga y de más. Cuenta que quiere llegar cada vez a más personas. “Siento que hay temas que todos deberíamos de saber”, ríe. También da clases de apnea (técnicas de respiración para aprender a sostener el aire). Son clases más que nada para gente que corre olas.
Te saca una sonrisa (en un gran sentido) ver las fotos de esos talleres: Ella, una chica tan menudita y dulce, enseñándole a hombres grandes cómo relajarse luego que una ola gigante los revuelca. Así sucede. Cada uno maneja su tema, no importa el tamaño, la edad y la forma que tengas. Y te saca una sonrisa (en un gran sentido) ir a una de sus clases. Loly, más que nada enseña Yin Yoga, un estilo que busca mantener posturas por varios minutos con la intención de encontrar ese “punto dulce”, ese lugar donde realmente sueltas tensión, te relajas. Mejor dicho: te liberas.
“Vivimos en una sociedad tan intensa que a veces creemos que la mejor forma de botar estrés es haciendo mucho ejercicio, moviéndonos de un lado a otro. Pero a veces es mejor quedarse quieto”, explica. “Me ha pasado, que después de clases, alumnos se han acercado a decirme sorprendidos que eso era justo lo que necesitaban”.
Y sí. No hay nada como encontrar la calma en un mat. Loly lo sabe bastante bien, pues su práctica ha cambiado con el tiempo. “Empecé muy pegada a lo físico. Todos los días me paraba de manos. Pero ahora lo hago muy de vez en cuando. Me encanta el vinyasa (un estilo más dinámico), pero prefiero estar muy, muy relajada”.
Loly recomienda que pruebes una clase suave de vez en cuando en la semana, para que así veas la diferencia. Lo dice tan convencida, tan enamorada de su trabajo, que de verdad da ganas de probar. En algún momento de la entrevista conversamos sobre la vida de un profesor de yoga. O bueno, de su vida desde que es profesora de yoga. Y entre todas las cosas que me dijo, una –quizás- resume su pasión por su trabajo: “Una vez que entras a este mundo no hay vuelta atrás. No hay forma de dejarlo. Se siente demasiado bien”.
AQUÍ UNAS POSTURAS QUE PUEDES PROBAR (Mantener entre 2 a tres minutos):
* Mariposa: Para abrir caderas y liberar la zona lumbar. Puedes apoyar tu cabeza en un bloque.
*Paloma: Para abrir caderas. Esto es perfecto para liberar carga emocional.
*El pasador: Es una postura intensa física y emocionalmente y requiere de mucha entrega, confianza y respiración para mantenerla. La variación de los brazos en Garudasana además trabaja los hombros y estira la espalda alta. Bonus: Si te doblas hacia adelante esta postura sirve para liberar tensión en la zona lumbar.
Perfecta postura para cerrar la práctica. Libera tensión en la columna y balancea el sistema nervioso.
Si quieres leer más sobre yoga y meditación. Estas son las recomendaciones de Loly:
Yin Yoga Principios y Práctica – Paul Grilley
El Corazón del Yoga – T.K.V. Desikachar
-Volver al Amor – Marianne Williamson