Mahsa Amini, una joven iraní de 22 años, fue agredida por la policía moral de su país no usar correctamente el hiyab causándole la muerte. Su caso ha dado la vuelta al mundo y nos ha dejado la siguiente pregunta: ¿qué tanta es la diferencia con la cultura peruana? ¿Tan drástica puede llegar a ser la sociedad contra la mujer?
Según César Guedes Ferreiros, quien tiene una maestría en Relaciones Internacionales en la universidad ESAN (Perú) y trabajó en varios países como voluntario de la ONU, manifiesta que el caso de Mahsa Amini “es un exceso brutal de las fuerzas de seguridad, su sistema político se basa en los preceptos religiosos del islam y las libertades están regidas por los códigos de conducta de la religión”.
Guedes Ferreiros , que actualmente se encuentra jubilado y vive en la capital de Vietnam (Hanói), señala que a raíz de este lamentable suceso se han generado protestas en Irán en las cuales las mujeres desecharon el velo y se cortaron el cabello como símbolo de ello. Ocurrieron dos casos similares: los de Nika Shakarami y Sarina Esmailzadeh, quienes han sido vulneradas de los mismos derechos que Mahsa.
La mujer iraní en comparación a la peruana
Hay un abismo entre las libertades de la mujer iraní y la peruana. Tratan de decir que en Irán la mujer y el hombre son iguales, pero hay una gran restricción y diferencia entre ambos. La mujer peruana tiene todas las libertades, pero hay muchos casos de feminicidio, acosos, etc; en cambio, en Irán no hay tanta violencia como lo vemos a diario en el Perú.
Respecto a la vestimenta, a diferencia de la mujer peruana que puede escoger sus prendas, la mujer iraní está obligada a cubrirse el cabello, no puede llevar abrigos por encima de las rodillas, pantalones estrechos, jeans con agujeros o ropa de colores vivos.
Por otra parte, en el ámbito educativo, la mujer de Irán es muy preparada, puede ejercer diversos cargos y es profesional; sin embargo, se le limita algunas carreras, como ciertos tipos de ingeniería. En cambio, la peruana puede elegir libremente su carrera sin limitaciones y ejercer múltiples cargos, tanto en lo político como en lo social.
En el aspecto familiar, la mujer iraní es cabeza del hogar, si está casada y tiene hijos puede divorciarse libremente, pero la custodia de los niños pasaría a ser del padre, a menos que él decida otorgársela a la madre. Por otro lado, si la peruana se encontrara en la misma situación, la custodia pasaría a quien tenga una estabilidad económica suficiente para solventar los gastos necesarios que requieran los menores, acompañado de una buena salud mental.
En el ámbito recreacional, la mujer iraní se ve obligada a asistir a parques, playas, piscinas y gimnasios exclusivos para ellas, sin presencia del género masculino. A diferencia de la peruana quien puede acudir a estos mismos lugares sin importar el género de las personas que concurran.
Nota escrita por los corresponsales escolares del colegio Mi hogar mi escuela de Lince, María Serpa Silvestre, Germán Morales Pineda, Juan Llanos Bulnes, Fabiana Pozada Gutierrez, Stefano Ponciano Linarez y Beatriz Mariluz Bailón. Bajo la mentoría del periodista Rodrigo Cruz.