Jorge Paredes Laos

Más allá de lo que diga la ciencia o los avistamientos, la literatura y el cine nos han puesto cara a cara con los extraterrestres desde hace más de un siglo. El encuentro ha tenido matices terroríficos, épicos, entrañables y también cómicos. Desde esos platos temblando en la pantalla, en las películas de bajo presupuesto de Ed Wood, hasta esa transmisión radial del gran Orson Welles, basada en “La guerra de los mundos”, que desató la histeria colectiva en Nueva York, en 1938, cuando la gente creyó que en verdad el planeta estaba siendo atacado por naves alienígenas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los ovnis ganaron pantalla y prensa con avistamientos de todo tipo. En el Perú, las décadas del sesenta y setenta fueron pródigas en estos encuentros. En este Diario se difundían noticias sobre “hombres plateados”, o sobre “objetos que flotaban en el cielo de Arequipa”. El 4 de julio de 1965, este suplemento publicó “La trampa”, un relato de Kem Bennett sobre un platillo que caía en California y se convertía en un restaurante que vendía “pollos a la brasa”. Por esos años, circuló con éxito “Yo visité Ganímedes”, un libro escrito por Yosip Ibrahim, quien presentaba su obra como un estremecedor testimonio de alguien que había sido transportado a una de las lunas de Júpiter.

El escritor y especialista Elton Honores destaca una novela como “La magia de los mundos” (1952), de Eugenio Alarco, ambientada en un planeta utópico e idílico cuyos habitantes habían alcanzado la inmortalidad, mientras otros, desterrados en otros mundos, vivían y padecían la vida tal como la conocemos hoy. “Esta es una novela interesante, pues está hecha en clave filósofica”, precisa Honores. El investigador también resalta los textos de José B. Adolph aparecidos bajo el título de “Cartas de un marciano”, en los que un extraterrestre informa a sus superiores sobre los errores y fracasos de los terrícolas.

En tiempos contemporáneos, sobresale la novela “Ovnis en los Andes”, de Ernesto Carlín, en la que un piloto peruano derriba un objeto extraterrestre convencido de que es una nave enemiga chilena. La novela es una sátira sobre un país al que le llega del cielo una tecnología superior, pero no puede hacer uso de ella por incapacidad y corrupción.

ET y otros seres

En el cine la figura del alienígena siempre ha tenido un carácter metafórico”, dice José Carlos Cabrejo, quien acaba de publicar “Cuerpo y surrealismo. De la poesía al cine”. Y quizás el caso más paradigmático sea La invasión de los usurpadores de cuerpos (1956), de Don Siegel, una película sobre seres de otro mundo que toman la apariencia humana para infiltrarse en la sociedad sin ser detectados. “Ha provocado lecturas que señalan que se trata de la metáfora del comunista o de la amenza roja después de la Segunda Guerra Mundial”, precisa Cabrejo. Lo contrario, en su opinión, sería They live, de John Carpenter, sobre un personaje que encuentra unas gafas oscuras, con las que descubre alienígenas, pero también mensajes ocultos de obediencia al orden capitalista.

Después, está la visión del extraterrestre como un ser capaz de provocar empatía, con películas como “El día que la tierra se detuvo”, de Scott Derrickson, “Encuentros cercanos de tercer tipo” e “ET”, de Steven Spielberg. “El asunto del alienígena está presente ya sea en la reconciliación, en el entendimiento o en la lucha con el otro”, comenta Cabrejo.

En la cinematografía local resaltan dos películas: La paródica “Un marciano llamado deseo”, de Antonio Fortunic, y “El forastero”, de Federico García, con un alien musculoso que puede ser también una amenaza. “En el Perú las imágenes más saltantes que tengo son más bien cómicas, jugando con nuestros bajos recursos”, añade Cabrejo. Ahí están las cintas de Roger Corman realizadas en estas tierras, capaces de competir con noticias como las de esta semana en Iquitos sobre la presencia de “seres extraños” de dos metros.

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