En 1995, unos meses antes de lanzar mi primer álbum, “No me acuerdo quién fui”, sucedió algo muy curioso. Julio Iglesias publicó un disco llamado “La carretera”. El sencillo que le daba el nombre al álbum recitaba en sus primeras líneas: “Llueve y está mojada la carretera”. Quedé pasmado. No podían haber plagiado mi canción porque el único que la tenía era yo. Y obviamente la mía no era un plagio porque “Carreteras mojadas” había sido compuesta dos años antes. Lo curioso es que en ambos temas había algunas similitudes. Además de mencionar unas carreteras mojadas, también se hablaba de las luces del camino, la velocidad, la neblina y las ganas de manejar. Así que por un tiempo contemplé la posibilidad de no incluir “Carreteras mojadas” en mi primer disco.
Luego de pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que la raíz de ambas canciones se basaba en una acción tan simple como manejar de noche, por lo que los dos utilizamos algunos elementos comunes que coincidieron en ayudar a la narrativa. Lo que me hizo tomar la decisión de publicarla fue darme cuenta de que, a diferencia de mi historia, la de Julio era la de un hombre víctima de una infidelidad y que estaba desesperado por encontrar infraganti a su amada.
Escribí “Carreteras mojadas” en marzo de 1993, en el tiempo que Arena Hash se estaba desmoronando. En esa época, cuando no teníamos algún concierto, me la pasaba escribiendo canciones. Pero además de ser el tecladista de una banda de rock también era un profesional graduado como diseñador gráfico, por lo que mi familia me empujaba a ejercer mi carrera, pues el grupo estaba por separarse.
EL ORIGEN DE LA CANCIÓN
Cuando tuve listo el primer demo se lo mostré a Arturo [Pomar], Pedro y Patricio [Suárez-Vértiz] mientras íbamos en combi a un concierto de Arena Hash. Como aún era incierta la posibilidad de continuar con ellos, de entrada les dije que no la había escrito para el grupo sino que tenía planeado grabar un disco como solista. “Esto será un éxito”, dijeron todos. Estaba claro que no sería una canción feliz. Al contrario, retrataría la incertidumbre personal y profesional en la que se encontraba un chico de 22 años.
Sentí que la canción ya estaba lista en su estructura y, como tenía algunas cuántas más, entré al estudio para grabarla como debía ser. Para ese entonces yo ya me encontraba haciendo telenovelas para Iguana Producciones, por lo que los únicos momentos libres que tenía para ir al estudio de grabaciones eran después de las 11 p.m. Fueron tiempos en los que descansaba poco, pues aquellas sesiones se extendían hasta las 3 de la mañana, para luego ir a filmar a las 7 a.m. otra vez. Me encargué de grabar la batería, el bajo, el Hammond y el arreglo de cuerdas.
Quería que mi disco sonara más hard rock, así que llamé a Pipe Villarán –con quien había tocado en bandas de garaje durante toda mi adolescencia– para que me ayude a ponerle guitarras. Le dije: “Trae tu ‘rockman’ y métele todo el ‘queso’ que puedas”. Para el solo de guitarra llamé a Abel ‘Capitán Pomada’ Salcedo, que por esa época era además el sonidista de Arena Hash.
EN EL ESTUDIO
Luego vinieron “Tus huellas entre las mías”, “Frente a mis ojos”, “Seré lo que quieras que sea” (que compuse en el jardín de la casa Dasso mientras esperaba para filmar una escena de “Malicia”), “No me acuerdo quién fui”, “El cielo es mayor” y, por supuesto, “Esa sí es una mujer”, el dúo que hice con Pedro. A él le había pedido que escribiéramos y cantáramos algo juntos para mi disco. Pedro trajo al estudio varias melodías. Después de oírlas todas, le sugerí que usáramos parte de una y la mezcláramos con parte de otra. Luego me la llevé a casa y al día siguiente llegué con la letra lista. Pedro grabó las guitarras y yo me encargué del bajo y la batería. Luego repartí las estrofas, la cantamos y quedó como hoy la conocemos.
Cuando el disco estuvo listo, lo llevé a disqueras para ver si les interesaba. Todas me rechazaron. Me dijeron que no era el ‘sonido que estaban buscando’, que por qué mejor no cantaba baladas o latin pop. Así que a Andrés Romero –quien en esa época era mi mánager– y a mí no nos quedó otra que fundar nuestra propia disquera para editar “No me acuerdo quién fui”. En esa época no había una fábrica de CD en el Perú, así que los primeros discos se hicieron en Canadá y debimos pagar un impuesto por importarlos. Se vendieron miles y, a los pocos meses, ya había obtenido varios premios por las ventas. Era divertido recibir los discos de oro y de platino porque la disquera era mía y me los entregaba a mí mismo. Hice un canje con Iguana Producciones. Ellos tendrían derecho a utilizar mi canción como tema principal de la telenovela Obsesión y a cambio me producirían dos videoclips; uno para “Carreteras mojadas” y otro para “No me acuerdo quién fui”. Al grabarlo, fuimos los últimos en retratar el Teatro Municipal antes de que se incendiara.
No importó que “Carreteras mojadas” se hubiese lanzado en marzo. Igual fue la canción favorita de ese verano y en diciembre del 96 todas las emisoras coincidieron en elegirla como la canción del año. Eso antes solo lo había hecho otro artista nacional: Arena Hash. Y hasta la fecha no ha vuelto a suceder. A la hora de escribir la letra quise contar la historia de alguien que buscaba su propósito en la vida. Cuando tenía esa edad, todas las noches le pedía el auto prestado a mis padres para manejar sin rumbo durante un rato, mientras pensaba cómo podía tener una carrera como individuo, en solitario y tan –o más– exitosa como la que tenía como parte del grupo. Manejar durante esas noches era para mí como una burbuja. Los dos mil cigarros y las mil cervezas en la cabeza se referían a los obstáculos que podía encontrar en el camino de la realización personal.
Jamás pensé que esa canción se volvería parte de nuestra memoria. Puede que durante 20 años haya permanecido en la vida de muchos, que siga siendo infaltable en alguna fiesta y un obligado para todo aquel que pisa un karaoke. Pero, sobre todo, “Carreteras mojadas” es la historia de un muchacho soñador que solo buscaba encontrar su lugar en el mundo.
EL DATO
Tras la separación de Arena Hash en 1993, Christian Meier empezó a trabajar en una carrera solista que constó de tres álbumes: "No me Acuerdo quién fui" (1996), "Primero en mojarme" (1999) y "Once noches" (2002).