Ríe y aplaude mientras ríe. Estamos en su casa de Chorrillos y, allí, junto a una escultura de ánimo griego, Lucía de la Cruz, la real o el personaje, amable y frontal, inicia la conversación de saque recordando a un cronista de este Diario. Su discurso, por momentos verborreico y casi inexpugnable, se vuelve inquietante de rato en rato cuando habla de sí misma en tercera persona. “Moriré en el escenario”, ha dicho alguna vez, y recordamos que de su voz de ensueño se hicieron leyenda grandes composiciones del criollismo nacional.
You Tube está allí para dar fe de la belleza de su voz y de la espigada jovencita que alguna vez fue, cuando la gran intérprete no daba aún paso a Lucía, la chibolera. En la sala de su casa, envueltos por el aroma a Glade de canela y manzana, confiesa: "Mi sueño siempre fue tener mucha gente que me amara, que me aplaudan". Lo dice al recordar aquella vez cuando pasó en un bus, acompañada por su madre, frente a un canal de televisión, y le dijo, muy niña aún: "Mamá, algún día voy a cantar allí". Y sí que cantó.
"Conozco a Alfredo Kato desde hace muchos años, fue uno de mis grandes periodistas de El Comercio. Más de 20 o 30 años he trabajado en La Palizada, de ahí vino Rompe y Raja. Yo comencé a cantar desde los 6 años, en Radio Club Infantil, con Maruja Venegas… grabando, por favor".
— Estoy grabando.
Maravilloso. Hace 10 años formé a una Lucía más mediática, pero en mi hogar, como mamá, nunca conocieron a Lucía de la Cruz de tener un chico en mi casa y otro chico, y otro, y otro, y otro, nunca conocieron eso, que es lo que el mundo piensa de Lucía. Mi hogar es muy sagrado y mi cuarto también. He tenido muchos novios y tengo novios, por favor, pero tengo mucho cuidado. Mi hija Xiomara tiene 17 años y yo soy muy locuaz, muy atrevida, muy impulsiva. Me gusta que Lucía sea tal como es: transparente. Y que mis hijos también lo sean. Y que no mientan. Porque yo aprendí que si no te miran a los ojos, no estás hablando la verdad. Yo iba a ser policía de investigaciones. Sí, iba a ser policía de investigaciones, pero para ingresar mentí, con papeles falsos, y dije que tenía quinto de secundaria, pero yo me había quedado en cuarto año, por la música, y la mentira no fue buena para mí, porque cuando me midieron, me dijeron: “Mides 1,55 m y solo admitimos a partir de 1,56 m”. Dije: “Nunca más miento”.
— ¿Qué despierta en ti la mentira?
Me siento destruida. Yo no sé perdonar, que los perdone Dios. Yo soy católica y pienso: Dios perdona todo lo malo, y todo lo bueno [sic].
— Has dicho que esta nueva Lucía de la cual hablas, menos mediática, se debe a que tu hija ya está grande. ¿Sientes que la has avergonzado en algún momento?
No, porque yo he conversado siempre con ella y ella ha sabido responder a todas las preguntas de sus compañeros de estudios, y cuando sus amigos vienen a almorzar, conocen a la Lucía. Hay amigas de la escuela que vienen y se quedan dos días y conocen quién soy: a las 7:30 de la mañana soy su alarma para la escuela, a desayunar, el jugo, se bañan, salen, y me dicen: “Yo quisiera que tú seas mi mami”. A veces Xiomara me dice: “Te voy a presentar a mi novio, pero no es nada seguro”. Y yo le digo: “Cuando lo tengas seguro, mamita, me avisas, a ver si salimos los tres”.
— Has contado que tu madre te decía que no fueras a perder tu virginidad antes de casarte, porque entonces no serías nadie. ¿Qué es lo que tú le dices a tu hija?
Lo mismo: “Aquí, aquí y hasta aquí [de la cintura para arriba], chévere, de aquí pa’ quí [de la cintura para abajo], mamita, eso es muy sagrado, y yo me casé virgen, Xiomara, yo me casé virgen a los 20 años, y no tuve mi primer hijo inmediatamente que me casé, porque si no, la gente iba a decir: “Uy, se casó porque estaba embarazada”. “Ay, no, mami”, me dice, “yo no quiero todavía, yo voy a estar contigo hasta los 30”.
— Tienes pinta de abuela metiche.
Yo soy chévere con ellos, pero si me enamoro de mi nieto y ellos se pelean, y se lo llevan, ¿quién va a sufrir?, ¿yo? Eso no está para Lucía. Yo estoy para vivir, reírme y no llorar. Ya lloré demasiado.
— Has dicho que has tenido una vida terriblemente triste y terriblemente feliz. ¿Qué es lo que la ha hecho tan feliz?
Conocer a Percy, tener a Xiomara, enamorarme.
— A los 40 recién, con Percy.
Sí, creo que a Luis Guillermo [su primer esposo], que murió de una bala perdida, lo amé mucho, pero no me enamoré, me casé porque era el pituco del barrio. ¿Me entendiste? Nos casamos un 20 de agosto. Igual me casé con Percy, un 20 de agosto. Y un 20 de agosto me casé con Luisito, pero a Luisito le dije: “Divórciate, porque dicen que la viuda mata a tres”. “No me digas, cuculí”, me dijo.
— ¿No te molesta que tu vida se haya convertido en un espectáculo?
No me molesta nada de Lucía a estas alturas, sé que he sido mediática, sé que he sido alborotada y locuaz, pero que tire la primera piedra quien no. Yo no me escondo ni me guardo.
— Tu padre cantaba.
Por él salí cantante.
— Un padre ausente.
Sí, un tipo muy renegón. Mi madre lavaba ropa y mi padre, que era pescador, le decía: “¡Esta muchacha se va a perder en esa inmundicia del arte!”. Mi papá se iba a pescar con su canasta. Pasaban dos, tres, cuatro días y yo lo encontraba en una cantina en la avenida Alfonso Ugarte, con una guitarra cantando, y la canasta al costado. Nunca se había ido a pescar.
— Tu mamá los mantenía.
Mi madre lavaba, mi hermanita Manuela planchaba y yo cantaba desde los 6 años, Maruja Venegas me regalaba un sol de propina. Mi hermana Julia, la mayor, era la oveja descarriada de la familia, terrible, uf, no sabes, de chiquita yo lloraba, le decía: “Hermanita, no te vayas, yo voy a cantar y voy a darles a todos”.
— ¿En qué momento te enteraste de que era prostituta?
Un día llegó en un carro negro muy grande, muy bonito, y nosotros éramos muy pobres, y yo le pregunté de quién era. “No preguntes”, me dijo, y yo la miraba, con sus ojos así pintados hasta acá arriba, con su boca rrrrroja, minifalda, y ya todos murmuraban “la Julia es de la mala vida, la Julia es de la mala vida”. Pero yo siempre tuve un pensamiento: tú eres tal como eres porque tú quieres serlo, y porque tú quieres serlo, yo no voy a ser igual que tú. Mi hermana Julia se casó a los 15 años y su esposo le pegaba mucho, se fue de la casa, conoció malas amigas, pero no soy quién para recriminarla, y la amo porque es mi sangre, es mi hermana y la respeto.
— Es un país difícil para las mujeres.
Si no eres prostituta, eres ladrona; si no eres ladrona, eres drogadicta; si no eres drogadicta, eres traficante; y si no eres traficante, eres una gran gerenta o una buena secretaria que te encamas con el gerente para que te paguen más. Es una mierda, pero así es, pues, tenemos que vivir bien en la misma mierda en que vivimos.
— ¿Qué es la belleza para ti?
No existe. La belleza se crea en un doctor y te puedes armar la nariz, te puedes estirar, y conforme pasan los años, se te van cayendo la nariz y la cara y el pompis y las tetas y todo, y quedas en la misma mierda, pero el corazón es único.
— ¿Qué es lo peor de envejecer?
Quedarse sola. Es lo peor que puede existir.
— Estaba viendo un video de cuando Polo Campos te presentó junto a Eva Ayllón en un mismo programa, jovencitas e incómodas las dos.
No, yo te voy a decir algo, yo la conozco a Eva desde sus primeros comienzos. Yo cantaba en el Rinconcito Monsefuano, y llega Eva con su hermanita Rosita, y le digo: “¿Tú cantas?”. “Sí, yo canto”, me dijo, y a la semana me la llevé al Tondero, un restaurante que estaba en Lince, y de ahí a La Palizada, y de mi bolo a veces yo le daba, hasta que la contratan en La Palizada y ya comienza a formarse ella, ella con sus ideas y yo con las mías, y después tuvo su mánager.
— ¿Nunca te agradeció?
Creo que no tenía por qué agradecerme, solo fueron pasos de la vida, y si algún día lo tiene que hacer o recordar, porque cuando lo pongan ahora se va a acordar… sí, porque ella lo va a leer.
— ¿A qué compositores extrañas más?
A Polo, a José Escajadillo, 'Pelusa', mis compositores, y obviamente a mi Félix Pasache que en paz descanse, compositor de “Nuestro secreto”.
— ¿Qué se ha perdido de la música criolla?
Compositores.
— O sea, la esencia, el corazón.
Sí, porque ahora hacen cada tema: que me dejaste, que me abandonaste, que te tiré un puñete, que tírame la bola, cojudeces y media. No es como “te enseñaré a soñar, te enseñaré a vivir, a olvidar el pasado y todo lo que algún día te hizo infeliz, no hablemos del ayer ni de lo que no fue, tan solo del instante feliz de mi vida cuando te encontré”. José Escajadillo Farro. ¡Qué rico!
— “Aquel que no ha pecado no es humano”, dice otro vals.
Obvio.
— ¿Tú eres muy humana?
Sí, totalmente.
— ¿Y muy pecadora?
Creo que no, porque nunca pegué a mamá ni le falté el respeto a mis padres, pero sí soy pecadora porque cuando me casé con Luisito, tenía un novio, pero presentía que su amor era mentira.
— ¿Cómo recuerdas el Chorrillos de tu infancia?
Lindo. Alquilándome una bicicleta a un sol cincuenta la hora y tirándome la pana de que era mi bicicleta. Como ya ganaba siete soles en un local, me escondía cinco, o le decía a mi mamá: “Regálame dos soles y te compro el carbón y hago la cola del kerosene”. Y me daba.
— ¿Qué es lo que más le agradeces a tu madre?
Todo, mi vida, todo, no tengo nada que recriminar a mi madre, ni a mi padre ni a nadie, nada, yo amo a toda mi familia, y ellos saben que soy de ellos. Yo no pienso que soy Lucía y que soy… soy artista, pero en mi escenario, pues, después soy un ser como cualquier otro, soy Lucía o soy Lucía Magdalena de la Cruz Cuya.
— Ahora los tonos altos los tienes que ceder a la corista.
No.
— A veces.
No.
— Pero te apoyas en eso.
No, no, no, no, no. Cuando estoy muy bien de mi garganta, no necesito ni a mi hijo ni a nadie, y les digo que se callen, pero cuando tengo demasiados trabajos, me apoyo en ellos, volteo y la miro a Milagros para que termine el final.
— Si te quedaras con una canción de tu repertorio, ¿cuál sería?
Creo que uno de mis mejores temas, aparte de “Vieja limeña”, fue “Yo perdí el corazón”, y Felipe Pinglo marcó algo maravilloso en mi vida con “El huerto de mi amada”, porque lo hice en Radio Nacional a los 11 años. A Pinglo yo no lo conocí pero me ilustré mucho en saber quién era. Era como yo. Así, criollo, bohemio, el bohemio amiguero, amable, lo poco que tenía lo compartía.
— Volviendo al inicio de nuestra conversación, Alfredo Kato comentaba en un texto que de la joven de tan buena dicción que conoció en ti le sorprendía escucharla ahora con un lenguaje grosero.
Yo no soy grosera, yo respeto el escenario, pero cuando quiero desahogarme, le pregunto al público “¿me puedo desahogar?”, y me gritan “sí, por favor”, porque quieren que les diga un carajo, quieren que les diga un mierda, y yo les digo “¡váyanse a la mierda!”. Y la gente se divierte.
MÁS INFORMACIÓN
Fecha: martes 31 de octubre.
Hora: 9 p.m.
Lugar: Auditorio del Colegio Médico del Perú.
Dirección: Av. 28 de Julio 776, Miraflores.
Entradas: Teleticket.