
Sasha y Julio Mendoza empacaron su casa, despidieron a sus amigos, y emprendieron un viaje sin retorno a México. Fue una decisión dura. Aunque Sasha y sus tres hijos son ciudadanos estadounidenses, Julio no tiene papeles. El temor a una redada de ICE los empujó a autodeportarse.
“Quedarnos aquí sería tirar los dados. Sería jugarme la vida, jugar con la vida de mis hijos, con la vida de mi esposa”, dice Julio a CNN, de 32 años, quien llegó a Pittsburgh desde México cuando tenía apenas 11.
Durante más de dos décadas, Pittsburgh fue su hogar. Se enamoró del lugar, de los Steelers, de su gente. Y también de Sasha, a quien conoció en 2018. Ella recuerda que desde su primera cita, Julio se presentaba en redes como el “Mexican Yinzer” y vestía orgulloso ropa del equipo de fútbol americano. “Ha sido como toda su personalidad”, dice entre risas.
Pero el amor por la ciudad y su identidad como parte de esa comunidad no fueron suficientes frente al temor creciente.

Una familia de estatus migratorio mixto
Durante siete años, los Mendoza vivieron como una familia mixta: ciudadanos estadounidenses por un lado, un inmigrante indocumentado por el otro. Y aunque enfrentaron desafíos, aprendieron a convivir con la incertidumbre. Hasta que llegó la nueva administración Trump, con sus redadas masivas y su insistencia en las llamadas “autodeportaciones”.
“Literalmente nunca había sentido ansiedad como la que he tenido en los últimos años aquí”, confiesa Sasha, quien fue la primera en poner sobre la mesa la posibilidad de irse a México.
Julio no dudó en responder: “En este punto, sí, hagámoslo”.
Sasha y Julio habían considerado mudarse a México cuando sus hijos fueran mayores. Pero ahora, el miedo era distinto. No se trataba solo del riesgo de una deportación, sino de las condiciones inhumanas de los centros de detención, de no saber si Julio volvería a casa, de que sus hijos pudieran quedar separados de él de un momento a otro.

“No hay límites”, dice Julio. Un caso reciente los marcó profundamente: el de Kilmar Ábrego García, deportado por error a una prisión en El Salvador. Físicamente se parecía a Julio. También tenía esposa ciudadana estadounidense. “No quiero que esperemos hasta estar en la misma situación”, afirma Sasha.
Una despedida emotiva
La fiesta de despedida coincidió con su aniversario de bodas. En la casa de la infancia de Sasha, hubo risas, y lágrimas. Las maletas, alineadas junto a la puerta, eran el recordatorio de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
El 28 de junio, tomaron un vuelo con destino final: Ciudad de México. Fue un adiós agridulce. Una salida sin promesas de retorno, pero con la certeza de que estaban eligiendo lo mejor para su familia.
“Estoy eligiendo una victoria segura con esto”, dice Julio. “Regresar a las raíces, traer a mi propia familia, mi propio sueño, mi propia vida”.

¡Mantente al tanto de los temas que importan en Estados Unidos 🇺🇸! Únete a nuestro canal de WhatsApp. 👉 Haz clic aquí y sé parte de nuestra comunidad. ¡Te esperamos!












