
Diversas familias han pasado momentos de tristeza al saber que uno de sus miembros fue detenido por los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). A pesar de ello, no perdieron la fe que serían liberados. En esta ocasión, te contaré el caso de Luis Hernández, un ciudadano hondureño que fue arrestado en Texas hace dos meses y enfrentaba una alta probabilidad de ser deportado. Ahora, logró reencontrarse con su esposa e hijos, protagonizando un momento emotivo.
La pesadilla de este latino inició cuando los agentes federales se acercaron a su vehículo y le preguntaron por un nombre. A pesar de decirles que no era dicha persona, las autoridades le solicitaron su documentación.
Ante la petición, Luis mostró documentos que avalaban su origen hondureño y que tenía un caso en la corte de inmigración. Esto fue determinante para que los agentes procedan a detenerlo.

Su detención generó una profunda tristeza
Cuando descubrieron que Luis estaba bajo custodia de ICE, su esposa Maye Méndez y sus cuatro hijos sintieron un fuerte golpe emocional y no encontraban respuestas claras sobre el motivo de su detención.
“De la noche a la mañana se acabó nuestra alegría, nuestra felicidad. Que me lo regresen pronto para que se termine este sufrimiento. Es un dolor que duele el alma”, fueron las declaraciones de la mujer a Primer Impacto cuando aún Luis estaba recluido.
Pese a esta nueva realidad que les tocó vivir, Maye y sus hijos pusieron su fe en Dios; no perdieron las esperanzas. Sabían que, tarde o temprano, se haría justicia, pues consideraban que él no cometió algún delito.

El milagro se hizo realidad
Tras ocho semanas de espera, Luis finalmente fue liberado. Tras analizar su caso, un juez de inmigración determinó que no sería deportado. Esta información provocó una inmensa felicidad en su familia, quienes no dudaron en esperarlo en los exteriores del Centro de Procesamiento de Inmigración del Condado de Karnes.
En un video compartido por el medio informativo citado, se observa cómo sus hijos corren hacia su padre para brindarle un fuerte abrazo, demostrando que lo extrañaron profundamente.

Para el padre hispano de 40 años, no fue fácil estar recluido, pues quiso renunciar a todo y finalmente firmar su deportación. Sin embargo, las palabras de aliento de su esposa Maye fueron suficientes para que retome fuerzas y siga creyendo en su liberación.
“Llegué al punto decirle: ‘¿Sabes qué? Yo voy a firmar la deportación. Y me dijo: ‘Si nosotros estamos apoyándote desde aquí afuera, ¿cómo vas a firmar la deportación’. Eso me dio más fuerza, de seguir luchando por ellos", declaró.
Para Maye, este final feliz se debe a una razón: un milagro de Dios.

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