
Las reuniones familiares, los compromisos sociales y las altas expectativas que rodean a diciembre convierten a la Navidad en una de las épocas más intensas del año. Aunque para muchos simboliza unión y celebración, para otros puede transformarse en un escenario de tensiones, discusiones y malestar emocional.
Especialistas en salud mental advierten que el cansancio, los conflictos no resueltos y la presión por vivir unas “fiestas perfectas” suelen detonar el estrés navideño. Frente a este panorama, recomiendan pautas simples y realistas que permiten reducir los roces y recuperar el verdadero sentido de la celebración.
¿QUÉ CONSEJOS BRINDAN LOS ESPECIALISTAS PARA REDUCIR EL ESTRÉS NAVIDEÑO?
Los profesionales coinciden en que una Navidad más tranquila no depende de evitar los encuentros, sino de prepararlos mejor desde lo emocional y lo práctico. Estas son las principales recomendaciones para disminuir tensiones y prevenir conflictos:
- Establecer acuerdos previos sobre el lugar de la reunión, los horarios, la organización y la distribución de gastos, para evitar malentendidos de último momento.
- Adoptar una preparación mental realista, aceptando que en todas las familias conviven afectos positivos con desacuerdos y diferencias difíciles de resolver en una sola noche.
- Recuperar el sentido de la celebración, enfocándose en el encuentro, la pertenencia y el compartir, más allá de lo material o lo individual.
- Regular las expectativas, dejando de lado la idea de una Navidad perfecta y comprendiendo que pueden existir momentos incómodos sin que ello arruine la celebración.
- Respetar los espacios personales y grupales, permitiendo momentos de intimidad dentro del conjunto familiar y tolerando breves distancias sin interpretarlas como rechazo.
- Cuidar a los niños del conflicto adulto, evitando exponerlos a discusiones y preservando la ilusión propia de la infancia durante estas fechas.
- Reducir los detonantes habituales, como conversaciones sensibles o el consumo excesivo de alcohol, y habilitar pausas para el descanso o el retiro personal.
“El optimismo y la alegría también se contagian y ayudan a crear barreras de protección frente al malestar”, señala la licenciada María Fernanda Rivas para Infobae.

¿POR QUÉ LA NAVIDAD PUEDE GENERAR MÁS CONFLICTOS FAMILIARES?
La Navidad reúne múltiples factores que incrementan la fragilidad emocional. El doctor Rolando Salinas explicó que se trata de una fecha cargada de simbolismo, asociada culturalmente a la unión y la armonía, lo que puede generar frustración cuando la realidad familiar no coincide con ese ideal. En ese contexto, reaparecen viejas dinámicas como rivalidades entre hermanos, reproches históricos o comparaciones entre los logros de los distintos integrantes.
Además, el cansancio por los traslados, los preparativos y las largas horas de convivencia favorece reacciones impulsivas. “La vulnerabilidad que crean las reuniones familiares es una de las causas más comunes de esta situación”, advirtió el especialista, quien también remarcó que el consumo de alcohol suele actuar como un facilitador de discusiones que, en otros momentos, no escalarían.

¿CÓMO IMPACTAN LAS EXPECTATIVAS Y LO ECONÓMICO EN EL CLIMA FESTIVO?
Las expectativas sociales sobre cómo “deberían ser” las fiestas generan una presión adicional que puede derivar en tristeza, melancolía o irritabilidad. La licenciada Rivas señaló que estos encuentros suelen estar altamente idealizados, lo que dificulta tolerar desacuerdos y diferencias sin vivirlos como fracasos personales o familiares.
A esto se suma el factor económico, que cobra especial relevancia en esta época del año. La organización de la celebración, la compra de regalos y las comparaciones entre lo que cada uno puede ofrecer exponen desigualdades y frustraciones. “Lo importante no es el aspecto material o económico reflejado en los regalos o la comida, sino la calidad del encuentro y la colaboración para que los familiares puedan llevarse buenos recuerdos”, subrayó la especialista.




