Identificar a una persona tóxica no siempre es sencillo, especialmente cuando el comportamiento dañino se disfraza de preocupación o cercanía. Sin embargo, existen señales claras que pueden ayudarte a detectar cuándo alguien está afectando tu bienestar emocional, tu autoestima o tus relaciones. Reconocer estos patrones a tiempo es clave para establecer límites sanos y proteger tu salud mental.
El reconocido coach y escritor Thomas Erikson ha centrado parte de su trabajo en desenmascarar a los narcisistas y perfiles tóxicos que, muchas veces, pasan desapercibidos en la vida diaria. En su más reciente publicación, Rodeados de idiotas (Planeta, 2023), el autor se sumerge en escenarios comunes para ofrecer al lector un manual directo, pero accesible, con herramientas claras para identificar y hacer frente a comportamientos que desgastan emocionalmente. En su análisis, rescato por Clarín, Erikson traza un perfil compuesto por ocho señales reveladoras que delatan a quienes tienden a manipular, controlar o sabotear desde las sombras.
1) Una imagen exagerada de sí mismos
Quienes presentan conductas tóxicas —en especial los narcisistas— suelen construirse una identidad distorsionada, donde se perciben como excepcionales o por encima del resto. Suelen exagerar logros, habilidades o cualidades personales, proyectando una autoestima sobredimensionada que rara vez se sostiene en la realidad.
2) Incapaces de aceptar críticas
Aunque no tienen reparos en señalar los errores ajenos, son profundamente alérgicos a cualquier señalamiento sobre sus propios fallos. Les cuesta asumir responsabilidades y, ante cualquier crítica, tienden a reaccionar con hostilidad o a desviar la atención culpando a otros. El ego, en estos casos, no tolera grietas.

3) Falta total de empatía
Uno de los rasgos más visibles es su desconexión emocional con el entorno. Les resulta difícil —o irrelevante— ponerse en el lugar del otro. Para estas personas, los vínculos no son afectivos sino funcionales: utilizan a quienes los rodean como instrumentos para lograr sus propios objetivos, sin reparar en el daño que provocan.
4) Viven de la admiración ajena
El narcisista no solo desea atención: la necesita. Su autoestima depende casi por completo del reconocimiento externo, lo que los impulsa a buscar constantemente elogios y validación. Cuando no los reciben, emergen la inseguridad y la frustración. Por eso tienden a rodearse de personas que los exalten, que les rindan admiración incondicional y que refuercen esa imagen idealizada que han construido de sí mismos.
5) El poder como refugio
Controlar es su forma de sentirse seguros. Estas personas suelen encontrar comodidad en contextos donde tienen dominio sobre otros, ya sea en lo emocional, lo profesional o lo social. Se sienten cómodos en la cima de cualquier jerarquía y no dudan en imponer su voluntad si eso significa mantener su estatus o influencia. El prestigio, más que un logro, se convierte en una obsesión.
6) Maestros de la manipulación
Pocas cosas dominan tan bien como el arte de influir —o distorsionar— la percepción de los demás. Para lograr sus objetivos, recurren a técnicas manipuladoras con gran habilidad: usan la culpa como anzuelo, se victimizan cuando les conviene o aplican el gaslighting, una forma de abuso emocional en la que logran que la otra persona dude de sus propios recuerdos o juicios. Todo está calculado para mantener el control.

7) Sabotean tus vínculos más cercanos
Una de las estrategias más silenciosas —pero efectivas— que utilizan las personas tóxicas, según Erikson, es debilitar o romper las relaciones sociales de quienes los rodean. No lo hacen de forma abierta, sino mediante comentarios sutiles, críticas veladas o gestos de desaprobación cada vez que alguien intenta conectar con otras personas. Su objetivo: aislar emocionalmente a sus allegados para que dependan únicamente de ellos. Con el tiempo, pueden sembrar conflictos entre amigos, generar fricciones familiares o incomodidad en el entorno laboral, dejando a sus víctimas con menos apoyo externo y mayor vulnerabilidad.
8) Emociones sobreactuadas para enganchar
En las primeras etapas de una relación —ya sea romántica, amistosa o profesional—, estas personas pueden parecer carismáticas, entregadas y generosas. Sin embargo, esta intensidad emocional es una herramienta cuidadosamente calculada. Según Erikson, exageran gestos de afecto y conexión emocional para generar un vínculo profundo rápidamente. Una vez logrado el apego, comienzan a retraerse, a controlar el ritmo del afecto y a usarlo como una forma de manipulación. Esta técnica, conocida como “refuerzo intermitente”, mantiene a la otra persona confundida y emocionalmente atrapada, siempre esperando que regresen aquellos momentos de aparente entrega total.


