Esta es la historia de una cocinera que no quería entrar a la cocina. Elena Santos le había pedido a su madre estudiar Secretariado porque estaba segura de que a ese oficio se dedicaría toda su vida. Terminó la carrera, aunque nunca pudo ponerla en práctica del todo. Así que estudió Inglés para ser traductora, pero seguía ocurriendo lo mismo: ahí no era. Llamémosle destino, oportunidad o circunstancia: el lugar al cual pertenecía la estaba esperando desde hacía tiempo. Al fin y al cabo, no se es hija de Teresa Izquierdo -la mujer más emblemática que la cocina criolla haya visto jamás- en vano.
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