María Nelly Torres y Demetrio Gamarra se consideran amantes de los animales. Por eso, escogieron la adopción como el mejor medio para que sus hijos sientan amor y respeto por los engreídos de ‘cuatro patas’.
Hace un año, ambos adoptaron a Berlín, un WUF que creció en las calles, y lo llevaron a su hogar para hacerle compañía a su gato, Tomás, y a sus dos pequeños niños.
“Lo que más nos llamó la atención de Berlín es que era cachorro, y nosotros queríamos adoptar un perro que, desde chiquito, pudiera acostumbrarse a vivir con un gato mayor”, cuentan.
Lo cierto es que, Berlín y Tomás no se hicieron amigos de inmediato. Y, a los niños también les costó acostumbrarse a la idea de tener un perro en casa.
“Siempre hemos tenido gatos. Entonces, interactuar con un perro era algo nuevo para ellos. Y, al inicio, sí se asustaban si Berlín saltaba o quería jugar”, confiesa María Nelly.
Felizmente, con el tiempo y con mucha paciencia, hoy los niños -y Tomás- conviven de la mejor manera con su nuevo “hermanito”.
“Berlín se cree un niño más, es como su ‘hermanito’. Si le doy comida a los bebés, él también pide su porción; y, si los acuesto a dormir, él también se quiere echar. Se divierte un montón con ellos”, cuenta María Nelly.
Para la familia Gamarra Torres, no hay mejor forma de educar a los niños que con el ejemplo y, por eso, el tener un perro en casa es la mejor manera de que ellos conozcan la importancia de cuidar a un ser vivo.
“Una mascota le da muchos aprendizajes a los niños. El primero es comprender el significado de la vida y la muerte. Lo otro es la responsabilidad que implica tener un animalito: hay que enseñarle a los niños que las mascotas no son juguetes, y que deben cuidarlos con mucho respeto y sensibilidad”, agregan.
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