Si bien la plaza de toros de Acho, en el Rímac, tiene una larga historia taurina que empezó en 1766, al ser construida y convertirse en la más antigua de América, con 254 años a la fecha, el tiempo ha hecho que su fin no solo sea taurino.
Desde fines del siglo XIX, pero especialmente ya en las primeras décadas del siglo XX -una centuria inquieta por los deportes, los espectáculos y las diversiones-, el coso rimense fue abriendo sus puertas para recibir no solo a los hombres de luces y sus toros sino también al pueblo en su conjunto. Un pueblo, en general, deseoso de expresar en ese lugar tradicional sus necesidades, ilusiones y sueños.
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Así, Acho se convirtió, en contra del deseo de muchos, en un lugar popular y abierto. Diversos sucesos de la ciudad terminaban sucediendo en sus arenas. Un acontecimiento recordado ocurrió en 1840 con la elevación desde la plaza del primer globo aerostático de Lima. También se convirtió en el lugar favorito de los grandes mítines políticos, como el del civilista y presidente de la República, Manuel Pardo, en 1871.
UN SIGLO XX DE ACTIVIDADES EN ACHO
Ya en el siglo XX, al tiempo que había mítines políticos como el del aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, en agosto de 1931, se organizaban actividades deportivas. En esos tiempos no era el fútbol, como hoy, el “Deporte rey” sino el boxeo, aun amateur y que traía aparejado una serie de campeonatos. Destacaban, en los años 40, Antonio Frontado y José ‘Bom Bom’ Coronado.
Acho gozó de una profunda restauración en 1944, pero el boxeo siguió presentándose en su círculo de luz y sombra, a la par que las grandes jornadas taurinas de esos años. Una escena muy recordada fue el primer campeonato sudamericano amateur que el ídolo chinchano Mauro Mina, de apenas 18 años, obtuvo coronándose campeón en febrero de 1952. Y no fue la única vez que el “Expreso de Chincha” pelearía en esas arenas rimenses.
Dos años después de la restauración, en octubre de 1946, la práctica taurina se fusionó con la creencia religiosa. En apariencia, creyentes y taurinos no se contradecían, y así surgió la tradicional “Feria del Señor de los Milagros”, una de las fiestas más importantes de la tauromaquia continental.
ACHO: ENTRE MAMBOS, QUIMONOS Y TOREROS BUFOS
En marzo de 1951, el ritmo de moda, el ‘Mambo’, traído al Perú por el cubano Dámaso Pérez Prado, hacía furor en las radios de Lima. Los jóvenes organizaban concursos de mambo en la plaza de Acho. No había otro mejor lugar. Ese año fue especial porque llegó a Lima del ‘rey del mambo’ y supo de los concursos en Acho. Remodelada nuevamente en 1961, años después, en 1964, Dámaso traería otros ritmos como ‘dengue’ y esta vez sí visitaría Acho para ver cómo lo practicaban los limeños.
Otro evento inusual fue el desfile de unas damas orientales en la plaza de toros. Sucedió en abril de 1961, cuando debutó en Acho el novillero de ascendencia japonesa Ricardo Higa, llamado ‘Mitsuya’. Antes de la faena, desfilaron por el ruedo un grupo de mujeres de la colonia japonesa, elegantemente vestidas con quimonos.
Pero el mundo del espectáculo no fue ajeno a la plaza de Acho. En 1964, una visita extranjera muy agradable creó tal expectativa en el público limeño que este colmó las graderías del coso del Rímac. Era el genio de Mario Moreno ‘Cantinflas’ el que se desplazó en sus ambientes. Fue el mejor torero, pero bufo, que haya pisado esa arena limeña.
LOS AÑOS 80 Y 90: DÉCADAS DE CONCIERTOS Y MÍTINES
En la década ochentera el coso de Acho se hizo famoso por sus conciertos musicales. Por ejemplo, en 1986 animó sus graderías el “Tri” de México, con Alex Lora a la cabeza. Y al año siguiente, en 1987, dejaron sus energías “Los Prisioneros” de Chile y luego el grupo argentino “Los Violadores”. Todos grupos de moda en esos momentos.
Desde esos añorados años 80 causó furor en Acho, especialmente, eventos masivos como “La Más Más del Año”, espectáculo musical que organizaba Radio Panamericana para saber cuáles eran las canciones más populares entre los jóvenes durante el año, y uno especial para el verano (“La Más Más del Verano”).
Asimismo, como en las décadas anteriores, los políticos no olvidaron la plaza de Acho para atraer a sus seguidores. En Acho hicieron sus mítines de campaña, políticos como Fernando Belaunde Terry (que fue presidente de la República) y Alfonso Barrantes Lingán (que fue alcalde de Lima).
Es cierto que nunca dejó de ser una plaza de toros, pero la Beneficencia Pública de Lima, propietaria y encargada de la administración del histórico inmueble requería de ingresos para cumplir con sus objetivos sociales y de ayuda social. Así, ya en los años 90 -década de mayores actividades del espectáculo-, Acho era aún una opción inmejorable por sus dimensiones y su céntrica ubicación.
De esta manera, vimos llegar a su escenario a agrupaciones de música juvenil, como en el caso de abril de 1991, cuando llegó a Lima el grupo “Magneto” desde México. Ellos mostraron una nueva tecnología musical computarizada. Cantaron en ciudades del interior, pero en Lima, además del Coliseo Dibós, hicieron una presentación masiva, popular y llena de cariño en el coso de Acho.
SIGLO XXI: FESTIVALES FOLCLÓRICOS. LOS POLÍTICOS NUNCA OLVIDARON ACHO
Ya desde los años 90 había gran concurrencia de gente que disfrutó de las conferencias de pastores evangélicos en vez de toros, pero también hubo grandes eventos folclóricos. Los carnavales ayacuchanos o cajamarquinos dejaron su huella en la arena rimense. La alegría y el festejo provincianos acallaron los oles con tardes de sol, baile y canto. Toda la ciudad se movilizaba hacia Acho, con preconcentraciones en la Plaza Dos de Mayo y en la Plaza Manco Cápac, con desfiles y pasacalles.
El afán provinciano tomó la plaza del Rímac, no solo con los bailes y cánticos carnavalescos, sino también impusieron sus propias reglas en sus “corridas de toros”. Ya desde esos años 90 y lo que vino después, en las dos primeras décadas del siglo XXI, fue inevitable. Era una entusiasta avalancha cultural que arrinconaba las corridas tradicionales en Acho y reñía con las reglas y costumbres del rito tradicional. Las asistencias eran masivas.
Desde entonces son habituales allí celebraciones institucionales, festivales de folclore popular, y hasta funciones de circos internacionales y, otra vez, mítines políticos, como el de Lourdes Flores Nano (PPC) por el Día de la Mujer en marzo de 2006, durante una campaña presidencial.
En diciembre del 2011, cuando otro candidato presidencial, el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, anunció su deseo frustrado de ser presidente del Perú, allí mismo, en Acho, supuestamente para estar cerca de las masas.
ACHO FUE OCUPADA HASTA PARA DOLOROSOS VELORIOS Y MÁS GRUPOS MUSICALES
Como se aprecia, la plaza de Acho tiene ya una larga vida al lado del nuevo vecino limeño. No es casualidad, por ello, que en julio de 2007, se hayan velado allí los restos de los integrantes del grupo Néctar, cantantes de cumbia fallecidos en un accidente en Argentina. Fueron miles de seguidores los que llenaron la plaza de Acho para despedir a sus ídolos musicales. De allí partieron al cementerio.
Curiosamente, el espectáculo de los conciertos siempre vio en Acho una buena plaza. En agosto del 2009, el grupo argentino “Los Fabulosos Cadillac” vendieron miles de entradas y repletaron el recinto taurino. El sitio aún tenía magia, pese a las apariciones de otros lugares más céntricos para la actividad comercial como estadios o centro de diversiones.
Mucha historia hay detrás de esos muros antiguos del coso de Acho. Mucha gente ha visto todo tipo de actividades, sucesos, espectáculos en su arena, pero nunca dejó de haber corridas de toros tradicionales. Las de siempre.