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El impacto del semáforo peruano de 1939: una innovación revolucionaria de dos jóvenes inventores chorrillanos
En 1939, los hermanos Caro Constantini, oriundos de Camaná, Arequipa, presentaron un innovador “semáforo automático” que buscaba revolucionar el control del tráfico en entornos urbanos. Establecidos en el distrito de Chorrillos, resguardaron el prototipo inicial de su invento, marcando así el inicio de una mejora en la gestión del flujo vehicular.
El semáforo, originalmente de gas en el siglo XIX, se modernizó con la llegada de la farola eléctrica en las primeras décadas del siglo XX. En 1914, el primer semáforo moderno se instaló en Cleveland, Ohio, seguido por el color amarillo en 1920 en Detroit, Michigan. En 1929, el primer semáforo llegó a Lima, instalado en la esquina de Camaná y Nicolás de Piérola, en el centro de Lima. Sin embargo, en 1939, desde Lima, los hermanos Caro sorprendieron al mundo con su propio diseño de un “semáforo automático”, demostrando la creatividad peruana en este ámbito.
Hacia el mediodía, de aquel viernes 20 de setiembre de 1929, Lima fue testigo de un gran suceso: se instalaba el primer semáforo, más conocido en ese instante como el “faro luminoso”. El artefacto se impuso oficialmente en el panorama de la creciente y moderna vida limeña. El fin era “servir para la dirección del tráfico de vehículos”. Su ubicación era la esquina de las calles Camaná y Nicolás de Piérola, en el mismo centro de la ciudad.
El “aparato luminoso” se vendía como “automático”, es decir, sin intervención manual. Las luces de control hicieron su ingreso, y pronto las unidades aumentarían en otros “cruceros” y avenidas de Lima. Se buscaba “uniformar” el sistema de luces para el ordenamiento mínimo del tráfico capitalino, y dejar de lado un “sistema diverso” que venía trayendo confusiones y atoros de autos. La idea era agilizar el traslado tanto de vehículos como de peatones.
La inauguración se realizó con la presencia de todas las autoridades responsables del sector transportes (jefe del tráfico, jefe de rodaje, personal de tráfico, etc.), ya durante el gobierno de la Junta Militar, presidido por el general Luis M. Sánchez Cerro, quien hacía menos de un mes había derrocado al dictador Augusto B. Leguía.
El nuevo semáforo o, mejor dicho, el “faro luminoso”, promovido desde el gobierno de Leguía, empezó a funcionar de forma eficiente desde el mismo día de su estreno, aquel 20 de setiembre de 1929.
EL SEMÁFORO AUTOMÁTICO DE LOS HERMANOS CARO
Casi diez años después, en la noche del viernes 9 de junio de 1939, con el presidente Óscar R. Benavides aun en el poder (ese año, en diciembre, asumiría la presidencia Manuel Prado), los hermanos Jorge y Luis Caro Constantini, que vivían en Chorrillos, pero eran naturales de Camaná (Arequipa), estaban dispuestos a mostrar al país y al mundo su propio invento: un modernísimo “semáforo automático”, actualizado y made inPerú.
El Touring y Automóvil Club del Perú los habían invitado para que ese 9 de junio de 1939 dieran una demostración de su invento en el local institucional. Se reunieron los miembros destacados del club, del gobierno y del mundo industrial, así como también los medios de prensa.
De esta forma, a las 7 de la noche de esa memorable fecha había más de cien personas reunidas. Entonces, todos pudieron ver, ya instalado en un ángulo del salón del Touring, sobre un aparato de madera que representaba un cruce de avenidas, el famoso semáforo de los hermanos Jorge y LuisCaro Constantini. (EC, 10/06/1939)
Jorge y Luis empezaron su explicación parados frente a su maqueta; trataron de ser lo más simples y didácticos que pudieron, como para que se quedara en la mente del público la nueva idea que deseaban imponer en el sistema de control del tráfico.
Al finalizar la explicación, los inventores peruanos respondieron las objeciones, preguntas o simples dudas de la concurrencia. Luego, respaldando el invento de los Caro, y señalando que merecían el apoyo del gobierno, intervinieron desde el alcalde de Lima, Eduardo Dibós Dammert, hasta los técnicos de rodaje, incluido el edecán del presidente Óscar R. Benavides, el teniente coronel Alejandro Villalobos.
Los hermanos Caro Constantini habían trabajado desde 1934 en este proyecto. Cinco años de sus vidas dedicados a darle forma y funcionalidad a su “semáforo automático”. Según ellos, estaba perfecto y listo para reproducirse industrialmente.
“El semáforo en mención es como los actuales que existen en Lima, tiene tres luces por cada lado, pero a diferencia de éstos, una de las luces es amarilla y ésta permanece encendida mientras no hayan carros próximos al crucero, asegurando así el libre tránsito de los peatones”, informaba el diario decano. (EC, 10/06/1939)
LOS PERUANOS SE PUSIERON CREATIVOS
Los Caro Constantini detallaron que, apenas un auto se aproximara a una distancia no menor de 25 metros del cruce, automáticamente el semáforo daría la señal de pase y pondría luz de peligro (rojo) a la calle transversal. En cuanto a la duración de esa luz de peligro, dijeron que era una duración “elástica”; esto es, si pasaba un solo auto, terminaba de inmediato; pero se prolongaría “en forma indefinida” si se tratara de una seguidilla de automóviles. Si en caso aparecieran autos “por la otra bocacalle”, el pase se distribuiría “racionalmente”, dando luz alternativa a uno u otro lado.
Los inventores peruanos habían previsto varias circunstancias típicas del tránsito peruano. Por ejemplo: “Si un carro se estaciona en la bocacalle después de haber tomado a los 25 metros su luz, y no la aprovecha porque tiene que dejar pasajeros o por otra circunstancia cualquiera, la luz verde se repite con intermitencias para dejar pasar peatones”. (EC, 10/06/1939)
El sistema de semáforos que los hermanos Caro estaban haciendo público ese 9 de junio de 1939, poseía estas “indicaciones corrientes” de luces; pero, al mismo tiempo, ellos desarrollaron dos señales especiales: se trataba de dos luces rojas correspondientes a una y otra bocacalles. ¿Cómo funcionaban estas? Los peruanos indicaron que si un carro atravesaba el cruce con luz de peligro (rojo), “la correspondiente señal se enciende previo el toque de una sirena de alarma y permanece así un tiempo prudencial para que pueda comprobarse la infracción”.
“Si en los momentos de luces intermedias ingresan vehículos por dos bocacalles, infringiendo las reglas del tráfico, las señales de alarma se marcarán simultáneamente, dejando señalado automáticamente el vehículo que marchaba a mayor velocidad. Estas señales también funcionan en el caso de vehículos que ingresen en sentido contrario al tráfico”, continuaron los inventores nacionales. (EC, 10/06/1939)
Otro detalle del nuevo sistema automático de los Caro Constantini era que los autos estacionados fuera de la “bocacalle” no harían funcionar el semáforo y, además, que las luces de este solo se encenderían con la aparición de los autos. El semáforo de los hermanos Caro no tendría ningún tipo contacto con la pista, pues sería colgado adecuadamente.
La presentación de los hermanos Caro fue un éxito, ya que lograron que el público peruano(limeño, especialmente) supiera de las ventajas de su propuesta de control vial, a través de esos semáforos del futuro.
¿EL ENEMIGO DE UN PERUANO ES OTRO PERUANO?: DENUNCIA QUE HIZO IMAGINAR UN PLAGIO
En la cita del 9 de junio de 1929, los concurrentes estaban de acuerdo en que el invento de los peruanos era “importante” y “útil”, y que tenía la ventaja de ser práctico y capaz de resolver gran parte de los “problemas del tráfico” en Lima. Pero siempre hubo escépticos ante cualquier muestra de creatividad peruana y este caso no fue la excepción.
El diario decano anunció en su edición del 5 de julio de 1939 que había recibido una carta del señor “Juan E. Rivero”, junto con un recorte de la revista “Exportación de Suecia”, publicada en Estocolmo, que correspondía al mes de junio del mismo año. En esa nota de revista se describía “en parte un sistema de señales, más o menos parecido al inventado por los hermanos peruanos Caro, siendo también automático y funcionando en la misma forma”, decía El Comercio. (EC, 05/07/1939)
Estaba claro que el plagio era imposible, puesto que los creadores peruanos, los hermanos Caro, venían trabajando en su proyecto desde 1934, por lo menos. Cinco años antes. Lo curioso era, más bien, las coincidencias, el paralelismo de los inventores, con difíciles posibilidades de contacto.
La versión sueca, como la peruana, tenía como base que el “propio tráfico regulara las señales”. La compañía Ericsson la patrocinaba y su ventaja era contar con la modernidad de las carreteras suecas que, sin duda, colaboraban con el automatismo de las señales del sistema de semáforos que proponían.
El cambio de luces tenía la misma lógica que la de los hermanos Caro Constantini, esto es, estaba condicionado a la presencia o no de los autos y a la cantidad de los mismos. En esa versión escandinava se decía que la “sensibilidad es tan grande que todos los vehículos, incluso las bicicletas pueden actuar sobre las señales”, contaba El Comercio. (EC, 05/07/1939)
LOS HERMANOS CARO ALZARON LA VOZ
El mismo día que se publicó esa carta, el 5 de julio de 1939, con los datos y detalles del invento promovido en Suecia, El Comercio buscó y encontró a los hermanos Jorge y Luis Caro Constantini para que dieran sus descargos o explicaciones ante esas curiosas coincidencias entre su “semáforo automático” y el que se presentaba por esos mismos días en el país escandinavo.
Los Caro, aposentados en su casa de Chorrillos, deseaban explicar y señalar las diferencias y coincidencias de aquel aparato y el suyo. Los dos estaban muy interesados en la versión sueca, como lo pueden estar dos inventores por el invento de otros colegas. “¿Cuál es la opinión de ustedes con respecto a los experimentos que actualmente se están realizando en Estocolmo, con un nuevo semáforo?”, les preguntó el periodista del diario decano.
Los hermanos inventores, muy seguros y firmes, respondieron así: “Desde que comenzó a generalizarse el uso de los vehículos de combustión interna, ha ido intensificándose el problema del tráfico y aumentando de manera alarmante el número de sus víctimas, sin que las medidas tomadas por diversos gobiernos hayan podido lograr un descenso en las trágicas estadísticas”. (EC, 06/07/1939)
Se les preguntó por las causas de este problema, y dijeron que había que buscarlas en la “imperfección de los sistemas de señales que actualmente se usan”. Por eso elogiaban y estaban interesados en saber de cualquier esfuerzo en pro de la mejora de los semáforos, como el que se estaba dando paralelamente al suyo, en Estocolmo.
Para ellos, ese estudio y proyecto confirmaba la “universalidad del problema de la circulación”. Había en todas partes, dijeron, una gran necesidad de enfrentar el problema con imaginación científica y técnica. Entonces, El Comercio fue al grano y preguntó: “¿Encuentran ustedes semejanza entre el semáforo de su invención y el que está ensayando la casa Ericsson en Estocolmo?”.
“En todas las ciudades de alguna importancia el tráfico afecta caracteres similares. Es más o menos el mismo y consecuentemente, dos o más esfuerzos tendentes a resolver sus peligros, han de tener entre sí puntos de contacto, pues persiguen el mismo fin. En ocasiones anteriores expresé que nuestro punto de partida para la construcción del semáforo había sido obtener que fueran los vehículos los que determinaran su funcionamiento. Este mismo principio ha guiado indudablemente al inventor sueco, aunque no con iguales resultados”, dijo Jorge Caro Constantini. (EC, 06/07/1939)
“¿Y las diferencias?” Porque sin duda debía haberlas. Y los Caro nos las confirmaron. El aparato de Estocolmo, como lo describía la revista “Exportación de Suecia”, estaba, en primer lugar, diseñado para tener buenos resultados en carreteras (la mayor preocupación de ellos). Asimismo, el sistema era muy sencillo; es decir, se dejaba pasar a una de las vías y solo se detenía si había autos en alguna transversal, donde hay menos tiempo. Así se privilegiaba la vía principal.
Por su parte, Luis Caro Constantini señaló que ese modelo suecono era útil en una ciudad como Lima, porque no tomaba en cuenta que las vías laterales o auxiliares también podían congestionarse, y con un tiempo menor para su pase eso haría perder demasiado “tiempo y combustible”.
Indicó también que la principal diferencia era que el modelosueco servía en carreteras, y que su propia sencillez le impedía ser usado para resolver “los múltiples e intrincados problemas del tráfico que se presentan en las ciudades, problemas que por nuestra parte creemos haber resuelto en toda su extensión, pues hemos conseguido suprimir en lo absoluto las paradas innecesarias, hemos tenido en cuenta hasta la posibilidad de obstrucción en los cruceros y finalmente hasta la de accidentes, con un marcador especial para determinar al culpable, caso de ocurrir”. (EC, 06/07/1939)
El invento de los Caro Constantini era, además, aplicable a cruces en los que desembocaban más de cuatro calles y, lo que era más importante aún, daba a los peatones la oportunidad para que atravesaran sin peligro las calzadas.
Jorge y Luis Caro precisaron que su trabajo empezó, en realidad, desde fines de1933, cuando decidieron darle forma a sus ideas, mejorar estas siempre en función del servicio a la comunidad. Dijeron que a mediados de 1934, “lo teníamos teóricamente resuelto”. Ese año avanzaron a pesar de las dificultades de no hallar los materiales necesarios ni en los talleres pudieron mandarlos a hacer.
Repitieron, probaron, fallaron y volvieron a hacerlo. Era la etapa de la experimentación, el del ensayo y el error. Nadie los había apoyado, ellos solos con su patrimonio hicieron sus investigaciones, experimentos y hasta la maqueta con todos los detalles que presentaron en el Touring. Ya para octubre de 1938, tenían la maqueta completa, como lo podían atestiguar numerosas personas.
Antes de lo cita en el Touring (junio 1939), los hermanos Caro habían presentado su “semáforo automático” en noviembre de 1938 a su jefe, el Inspector General de Investigaciones, Carlos Ramírez Núñez; y luego al Director General de Tráfico, Carlo Borda, y al Director General de la Guardia Civil y Policía, coronel Isaías Morón, entre otras autoridades.
El invento de los hermanos Caro recibió el apoyo del Director General de Tráfico y Rodaje, Alejandro Recavarren Cisneros, pero especialmente del alcalde de Lima, Eduardo Dibós Dammert, quien recién había llegado de los Estados Unidos, donde había visitado Detroit para ver el problema creciente del tráfico moderno.
Pero, el trabajo de estos creadores peruanos era abierto a recibir propuestas dentro y fuera del país. Ellos estaban interesados en las propuestas de las “casas matrices extranjeras”; hablaban entonces de una “poderosa firma ferrocarrilera que ha dado muestras de haber comprendido la importancia de nuestro invento”. (EC, 06/07/1939)
Los Caro Constantini estaban seguros de las ventajas de su proyecto con respecto a la versión sueca. Y esto a pesar del apoyo que recibían los inventores escandinavos, pues Estocolmo era entonces una gran “ciudad manufacturera”. Y aquí, en Lima, los Caro debieron hasta defenderse de las objeciones y críticas.
Jorge y Luis Caro Constantini habían estudiado en un colegio de Camaná, en la Ciudad Blanca, donde terminaron sus estudios secundarios y, más tarde, ingresaron a la Universidad en la que cursaron dos años de Ciencias Físicas y Naturales.
Al final de la entrevista, los hermanos Caro hicieron una pequeña demostración para El Comercio, accionando unos cuatro automóviles de cuerda, los cuales al avanzar pusieron en funcionamiento el semáforo automáticamente.
Contaremos la historia de uno de los terremotos que más afectó a Lima y Callao en la historia de los desastres naturales de nuestro país, qué distritos fueron los más afectados y como reaccionaron las autoridades y la población en general para superarlo.