El futuro es hoy
Llegó el momento. Tras años de evangelización y de reflexiones desde el púlpito de la futurología, la transformación digital llegó. Y mientras muchos piensan que ser digitales es simplemente utilizar plataformas para reemplazar la presencialidad, lo cierto es que estamos ante un cambio de consumo, interacción y relacionamiento.
No se trata de simplemente convertir los congresos de hace unos meses en webinars, no es solamente habilitar una cuenta de Yape para cobrar, ni dar conciertos por Youtube. Estamos ante un cambio de paradigma y de la compresión que la normalidad de febrero no regresará sino evolucionará. De aceptar que la experiencia presencial cómo la conocíamos ha terminado pero la digital, como la ofrecíamos, también.
En este escenario el problema no será solamente la implementación de las nuevas herramientas (o respuestas digitales) sino el planteamiento de las mismas. Los que hayan estado más inmersos en esta realidad -en los últimos años- tendrán la comodidad de un pez que pasa de una pecera pequeña a otra más grande. Los otros tendrán las complicaciones de tener que evangelizarse a ellos mismos y aquella incomodidad de ser pingüinos que, si bien tienen alas, los obligan a volar de un momento a otro.
¿Un ejemplo? Los ESports. El mundo ha parado pero los ESports siguen, crecen y tienen más conectividad que nunca por estos días. En este primer mes de aislamiento el consumo en la plataforma de gaming Twich ha crecido en 10% y YouTube Gaming 15%. El término ESports no es nuevo, su engagement tampoco, la inversión (frente a otros deportes) nunca fue mucha pero aún así nunca explotó en nuestro país como debía pese a los esfuerzos apasionado de visionarios como Luis Carrillo. Ante esta realidad es probable que muchas marcas quieran hoy desembarcar en este terreno con códigos del mundo offline. Lo harán y es harto dable que no entenderán por qué sus estrategias se disuelven ante el desconocimiento de los códigos.
Lo sucedido con el Covid le ha puesto nitro a la digitalización y a la muerte de jugadores que se preocuparon más en crecer en el corto plazo, pero no en invertir en el futuro. Esos mismos que hace unos meses veían de lejos las lápidas de Kodak y Blockbuster, en aquel cementerio donde yacen todos aquellos que no comprendieron el cambio de paradigma de la digitalización, pero que hoy comienzan a sentir el escalofrío de la mortalidad cercana.
Aquellas agencias que pensaban que hacer digital era hacer storytelling más largo aprovechando que youtube aguanta todo y es gratis (en teoría) se darán cuenta que la digitalización va más allá. Aquellos creativos que creían que digital era hacer un landing page lúdico, como un juego, para completar la experiencia off line se disolverán como el Hombre Araña ante el chasquido de Thanos. Esos que pensaron que lo digital era brandear el home de El Comercio por unas horas, habilitar un chat en la web, poner un pre-roll en Youtube y tener redes sociales, hoy se darán cuenta que se quedaron cortos.
Si en el último año una empresa (grande) no se preocupó en desarrollar una app, generar una experiencia digital, integrar sus canales de venta con respuestas digitales automáticas, crear canales de e-commerce (más allá de transferencias y constancias por whatsapp) o generó contenido exclusivo para su comunidad (ojo no posts) es harto probable que lo que venga le sea durísimo. Hoy lo descrito arriba se ha vuelto en lo higiénico y punto de inicio para el nuevo orden que se viene. ¿Se puede hacer aún? Claro, pero toma tiempo -no solamente dinero- y los competidores que ya lo tengan es harto probable que saquen una buena ventaja mientras tanto.
En este escenario es importante no ver lo digital como una herramienta sino como una forma de pensar, como un nuevo orden. Los que tengan esto más claro, más pronto, podrán sacar varios cuerpos de ventaja. El mañana ha llegado.