Cuando perder es bueno
Una rara mezcla de sensaciones recorrió mis venas el último martes. Después de mucho, siento satisfacción por esta derrota de Alianza Lima. A continuación quisiera saber si ustedes coinciden conmigo en que este 2-4, podría ser formidable. Eso espero.
No había un sitio más en la tribuna principal del Elías Aguirre y a mi lado se ubicó Claudio Gugnali, argentino distraído con el bonito marco del estadio chiclayano y que no se percató de mi credencial de periodista colgada del cuello –o bien que sí- por lo que iniciamos el diálogo y su queja era por los zancudos y el viento de esa ciudad.
Este argentino esperó el pitazo inicial para sacar de su casaca una libreta de anotaciones y con rapidez hizo un bosquejo de Alianza y Aurich sin notar que yo estaba muy atento de sus movimientos porque sospechaba quién era. También estaba un acompañante que le filmaba el partido, pero no necesariamente las acciones que transmite la televisión, sino que se fijaba en cómo quedaban paradas las defensas de ambos equipos cuando la pelota estaba en otro sector del campo.
Estos espías argentinos querían pasar desapercibidos hasta que les pedí que se identifiquen. Sonrieron y me dijeron que no era necesario dar nombres, solo reconocieron que estaban ahí enviados por Estudiantes de La Plata ya que no había una mejor oportunidad para estudiar al Aurich cuando juega de local, lo mismo sucede con Alianza cuando tiene que ser visitante. Y a los ‘Pinchas’ justamente le falta enfrentarlos en dichas condiciones. Luego investigué que uno de ellos era Claudio Gugnali, asistente del técnico Alejandro Sabella. El espía no se aguantó y bajó rápido y sigiloso hacia una puerta que conducía a la cancha y logró entrar para palpar el césped sintético. Todas se la saben.
Y digo que la derrota de Alianza es –hasta cierto punto- saludable porque era peligroso que el equipo de Costas se sienta invencible. Mejor dicho, es mejor que de una vez pisen tierra y no vayan por las nubes imaginando que son el Barcelona y que Aguirre no se sienta Messi y que Solís no se sienta Beckenbauer.
Alianza tiene 9 puntos en la Copa y es puntero de su grupo. Tiene ahora la responsabilidad de pensar en el Bolívar en Matute con mucha seriedad y profesionalismo. El exceso de portadas de periódicos y amistades ocasionales y convenidas no le sirven en este momento a un plantel que necesita ser más fuerte de lo que ya demostró ser.
Acá lo dijimos la semana pasada: Aurich también es un buen equipo y nadie debía confiarse. Apostaron por su trío de atacantes (que no estuvo en Matute desde el inicio): Manco, Tejada y Ascoy fueron muy superiores a la última línea blanquiazul de Prado, Sosa, Solís y Villamarín.
Creo que Alianza tuvo momentos interesantes como al inicio del partido donde sorprendieron a los locales, pero no supieron rematar el partido y se percibió cierto tufillo de autosuficiencia. Por esto digo que el 2-4 a estas alturas de la Copa le viene bien ya que los devuelve al llano, les sirve como bofetada y ojalá que en los dos partidos que vienen se termine de redondear una buena participación. Por otro lado, es bueno que el Aurich le meta presión al Estudiantes porque siempre será mejor que clasifiquen dos equipos peruanos eliminando a un argentino.
Nadie debe perder el optimismo ni la confianza, solo hay que amarrarse los pantalones. Se los aseguro, los argentinos tragaban saliva viendo el partido. Miraban con prisa cuando Aguirre tomaba la bola y quería girar, chequeaban a ‘’Zlatan’ y aunque ambos no hicieron un buen partido, saben que quedarse fuera de la Copa es una probabilidad cercana por culpa de este par. También comentaban sobre Manco y su fútbol simple y efectivo (un muy buen jugador), la velocidad de Guisazola y la frescura de Ascoy para atreverse a todo.
Y bueno, les acabo de dar mi opinión de lo que vi y viví en Chiclayo. ¿A ustedes les parece que Alianza se cae?