Te llama la llama
EXTRAÑANDO A LA FERIA DEL HOGAR
La Feria hoy es una selva de cemento. Si Héctor Lavoe resucitara para cantarnos como lo hizo en 1986, y se encontrara con tantos cuarteles comerciales sobre lo que fue su reinado en el Gran Estelar, pediría al cielo que se lo lleven de vuelta triste y vacío. La Feria se quedó sin Hogar hace cinco años y, a pesar de que su muerte fue lenta, cada tiempo que pasa su ausencia se siente más. Cuando las Fiestas Patrias llegan nos recuerdan que esas banderas bicolor en la avenida La Marina se extraviaron para no volver.
Más de ciento veinte mil personas vieron al “cantante de los cantantes” una noche de agosto de 1986. Los cronistas dirían que todo el Callao vivió su maretazo salsero y que las olas salpicaron ruidosas hasta el escenario de la Feria del Hogar. Cuando mi familia vio que la procesión era un mar que oscilaba con sabor y ritmo para gozar, se arrepintió de haberme llevado. Era muy pequeño para soportar el sofoco y el delirio de los otros y por eso nos quedamos muy atrás. Dice la leyenda que Héctor Lavoe cantó esa noche y que sorprendió a todos al llegar temprano. Estaba muy lejos pero fue fácil saber dónde se ubicaba. Su chompa turquesa lo distinguía y su voz tenía onda expansiva de guerra nuclear. Allí estuvo. Allí lo vi.
Extraño a la Feria del Hogar porque en sus dominios resumo una niñez inmejorable y una adolescencia musical reveladora. “Te llama, la llama”, decía la propaganda siempre curiosa, con esas palabras repetidas que se consagraron por su facilidad para ser grabadas hasta hoy. El llamado, en serio, era subliminal y convocaba a miles de familias limeñas que en un solo día medían su poder adquisitivo, se divertían en juegos mecánicos y cerraban con su grupo favorito que venía por única vez a Lima. Y todo eso por lo que hoy serían unos 15 o 20 soles. El Perú, o mejor dicho Lima, pagaba.
A menos de una semana para el 28 de julio hago planes para salir de Lima y me pregunto ¿Qué planes tendrán mis sobrinos? ¿Cuál es el destino que mis hermanos les han prometido por las buenas calificaciones que sacaron? ¿Acaso el circo del faltoso Timoteo o el circo de la confusa Chola Chabuca? Pobre juventud. En los años ochenta y noventa la Feria del Hogar era el candidato fijo. Si la hiciste en el segundo bimestre, con las notas que tus viejos querían ver, pues pedías Feria. No había otra.
Extraño a la Feria del Hogar, además, porque nunca tuvo competencia. En 1996 se instaló la Feria Agraria de la Molina, con el apoyo de América Televisión, y solo recibió respuesta masiva cuando un “Menudo” noventero cantó. ¿Cuál era la diferencia? Que en la Feria Internacional del Pacífico encontrabas de todo y no estaba ni tan lejos ni tan cerca. No tengo a la mano un mapa de Lima pero podría asegurar que San Miguel es el distrito más democrático de la ciudad.
Si antes de cumplir diez años escuché en vivo a Lavoe, Charly García, Miguel Mateos, la Orquesta Mondragón y Celia Cruz, ya en secundaria pude estar en primeras filas con Fito Páez y Los Pericos. Todo en esa Feria que no moría en el Gran Estelar. Había un Auditorio para el rock nacional o Yola Polastri. Estaban los juegos del Play Land Park, el fast food, el tren que partía cada media hora y el inacabable salón de los espejos (donde por tanto esperar en la cola se acabaron las pilas de mis zapatillas Troop con luces en un solo día, para no prenderse más).
¿Cuándo se jodió la Feria? Dicen los recortes que hace 11 años hubo un concierto de dos jóvenes salseros venezolanos, Servando y Florentino, ex Salserín, que acabó en tragedia. Era 1997 y lo que parecía ser un severo tropiezo para el suceso comercial más importante del año se convirtió en una pena de muerte. No hubo más grandes conciertos en espacios abiertos, la gente tuvo miedo y las empresas comenzaron la retirada. Además, para sumar todos los males, se evaporó el concepto de feria exitosa debido a que centros comerciales aparecidos en los noventa como el Jockey Plaza o Mega Plaza no esperan hasta el mes de julio para proponer ofertas. Fueron cinco años de agonía y el último suspiro acompañado solo del olvido llegó en el 2003.
Extraño a la Feria del Hogar, y sé que tú también, porque a pesar de que por muchos años no entendía los nombres de los stands (Decora-Ilumina, Artefacto, Recrea Didacta, Moda, entre otros) siempre sabía que en mi casa iban a comprar algo nuevo, desde un sofá-camá hasta escritorios para todos. La Feria no volverá, al menos no en ese espacio que todos conocimos. A pocos días de las Fiestas Patrias, a los peruanos no debería sonrojarnos confesar que aquella Feria del Hogar fue en nuestra niñez y adolescencia el Disneyworld que no podíamos pagar o el Universal Studios que nunca conocimos. Era, y por eso la extraño tanto, una mini-ciudad para todos los gustos. Era el centro de diversiones que hoy exigimos recuperar.