Judas Priest: y el metal se hizo carne, Epitaph Tour 2011
La noche del 20 de septiembre vivirá en mi memoria para siempre. Esa noche fui testigo de una de las más grandes encarnaciones del metal: Judas Priest, Epitaph Tour.Viajé a Chile a ver el concierto de Judas Priest como un acto de fe más en mi vida entregada al metal. No tenía mucha plata, encima era temporada alta para Chile por sus fiestas patrias, así que solo pude ir por tierra. Solo estuve unos tres días en Santiago (ya había ido antes) y luego volví con la misma velocidad. Sin embargo, el enfrentarme a la realidad de un concierto de Priest fue apabullante. Sí ya sé, su voz no es la de antes; sí ya sé, no está Downing; sí ya sé, el Nostradamus no es la gran obra que se supone debía ser. Ok, ¿y saben qué?, todo eso no importa. Judas Priest está dando el show metálico del año y fui a verlo.
El viaje de por sí da para un anecdotario pero sería más antropológico y político que musical y headbanger, así que me salteo una serie de curiosidades. Voy al grano. El concierto fue en el Arena Movistar de Santiago de Chile, un domo que está en el parque O Higgins, una especie de Campo de Marte pero más descuidado. Un escenario para unas 13 mil personas. Fui temprano pero no había mucha gente así que me fui a tomar unas chelas con unos headbangers chilenos que conocí. La hermandad headbanger siempre se sobrepone a los límites de las naciones. Volvimos como a las 4:00 pero nos quedamos en la entrada. Luego de una hora ya nos metimos y me enteré que el concierto lo abría la banda Inquisición. No sé si la recuerdan, es una banda de heavy metal chileno con fuerte influencia de Mercyful Fate. Yo me acuerdo del Steel Vengeance del 96, disco extemporáneo en su estilo que me gustó mucho, la verdad yo a la banda le había perdido el rastro. Solo alcancé a escuchar un par de temas, insuficiente para juzgar. Luego siguió Whitesnake, que también andaba en su gira de despedida. Ellos eran los invitados especiales y habrán cantado por uno 45 o 50 minutos. Clásicos de siempre como Is This Love y Here We Go Again llenaron a los fanáticos del hard rock. Debo reconocer que aunque respeto mucho la carrera de esta agrupación, no los conozco como debería. Tengo unos tres discos de ellos pero no mucho más. No tocaron uno de mis temas favoritos Fool For Your Loving. Sin embargo, no puedo dejar de destacar algo importante. El hard rock se disfruta en vivo. De hecho si lo comparamos con el heavy metal, el hard rock no es tan duro, pero cuando se trata de presentaciones en vivo, toda la fuerza del rock de siempre emerge como un mazo y se siente como verdadera música viva. La presentación fue muy emotiva y simpática con la gente. Me encantó la fuerza en la interpretación de Coverdale y Dough Aldridge hizo honor a la tradición de grandes guitarristas de esa banda como fueron Steve Vai y Adrian Vandemberg. De hecho muchos asistentes estaban con polos de Whitesnake lo que hace presumir que ellos eran la raíz de su interés en el concierto. A nivel de la parafernalia, la de esta banda fue sencilla básicamente un telón de fondo con el logo de la banda y una buena iluminación. Notable show el de la serpiente hardrockera. Pensé que Judas iba a tener que esforzarse para opacarla.
Luego de Whitesnake fue izado el telón de fondo con la inscripción EPITAPH previa a la presentación de Judas. La excitación era enorme, yo estaba bastante adelante y todos deseábamos escuchar las notas de apertura. Y comenzó a sonar Rapid Fire, uno de sus temas más agresivos y que fue basamento, al lado de por ejemplo Fast as Shark, para el surgimiento del thrash metal. Obviamente la gente estalló en furor metálico y sentí el factor distintivo de esta banda. Cayó el telón y vimos a la banda actual con Rob Halford oficiando de sumo sacerdote interpretando una misa headbanger de velocidad. Priest es una fe, eso es lo que los distingue. Allí donde Maiden tiene fans acérrimos, Priest tiene devotos. Judas supo encaramarse desde los inicios del metal en esa onda cuasireligiosa del metal que ha impactado tanto en nuestra historia. Debo decir que mi entrega en este tema fue total. Para redondear esta apreciación el siguiente tema fue Metal Gods, aquella canción que estuvo entre las primeras que escuché de ellos y que define justamente lo que comentaba líneas arribas, el aspecto teológico de la onda metálica de Judas Priest. De allí entramos con un tema más rockero y algo más ligero, aunque no por eso menos genial, Heading Out to the Highway del no tan apreciado Point of Entry. Una canción rescatada hace unos años del ostracismo y que vienen interpretando a día de hoy con mucho éxito. La parafernalia en el escenario hacía su papel con alucinantes descargas de fuego que dieron lugar a uno de los temas del nuevo siglo, probablemente uno de los mejores luego del retorno de Halford a la banda, Judas Rising del Angel of Retribution. En este tema, el pelado apareció con una capucha con apliques cromados que lo convertían en un virtual sacerdote oscuro del metal. Los símbolos de Judas Priest, esas cruces egipcias que aparecen desde el Painkiller, se elevaron a ambos lados del escenario. Después, se produjo el salto en el tiempo, Rob anunció un tema por demás clásico aunque no interpretado en mucho tiempo, Starbreaker de su debut con Sony, el Sin After Sin. Los rayos láseres estilo ochentas y muy en la onda Galactica y otras series de esa época se dispararon desde y hacia el escenario. La canción me dejó muerto. La voz de Halford ha migrado desde el estilo semilírico propio de su época clásica, a una versión poderosa pero más thrashera que le permite seguir interpretando con agresividad sus viejos temas.
Victims of Changes continuó el show y para mí fue un sueño escuchar una canción que en mis épocas de colegio conocí primero en una versión de Forbidden, en el Eindhoven del 89. Acá es donde se percibió más la adaptación que ha hecho Halford. La aplicación de su voz esta canción, realmente me sorprendió pues la reinventó con mucha clase y estilo. Never Satisfied es otro de esos temas rescatados por los Priest y que originalmente apareciera en el Rocka Rolla (cuando Rob anunció que iba a tocar un tema de ese disco me emocioné y creí que podría ser la misma Rocka Rolla, injustamente olvidada por tres décadas) álbum debut de la banda, allá por 1974. De este tema, dijo que su riff era en su opinión el punto de partida de lo que hoy conocemos como heavy metal. Diamonds and Rust concluyó esta sección del concierto, de manera magistral. Como todos saben se trata de una versión de un tema de Joan Baez, nada que ver con el metal, que ellos incluyeron primero en el Rocka Rolla y que luego reaparecería en el Sin After Sin. La versión original de Judas es bien heavy metal y así aparece en el clásico Unleashed in the East, pero ya desde la época de Tim “Ripper” Owen comenzaron a tocarla en una versión acústica más lenta y cercana a la forma original bien canción de protesta de la Baez. Ahora comenzaron con la forma lenta y la concluyeron, luego de la segunda estrofa, en su forma metálica acelerada de los 70. Genial, mayúsculamente genial.
Prophecy, con un Halford caracterizado como Nostradamus fue la presencia del último plástico en estudio de la banda. Rob nos bendecía a todos con su báculo. La actuación fue alucinante. La veloz y estupenda Night Crawler del Painkiller fue la perfecta culminación del tema anterior. Casi muero en ese tema de tanto gritar la letra a voz en cuello. Turbo Lover fue un salto a su periodo más melódico en los 80. La gente se apaciguó un poco. Aún quedaba mucho de Priest para dar. Antes del Beyonds the Realms of Death. Rob nos volvió a hablar del metal de cómo el thrash metal , el death metal, el power metal, el black metal le gustaban y eran igualmente metal, pero para él todo partía del heavy metal y eso lo hacía para él, el mejor. The Sentinel volvió a darnos el tormento del heavy metal con más fuego y luces en el escenario (la temperatura era realmente alta la de esas flamas). La paz volvió con otro tema rescatado del olvido injusto, Blood Red Skies del también sobreseído a menudo Ram It Down, uno de los más delicados álbumes del heavy metal de los 80 pero que ha sufrido al estar al lado cronológicamente del gigante que es el Painkiller. Gran canción, un poco más acelerada que en el disco. El auditorio supo moverse a la velocidad debida.
De allí tocaron el famoso cover de Fleetwood Mac, The Green Manalishi of Two Pronged Crown. Todo el mundo lo coreó a más no poder. Breaking the Law siguió con la andanada de metralla clásica. En esta canción últimamente Halford ya no la canta sino que el auditorio la entona de principio a fin con el resto de la banda tocando. Creo que eso lo hace para descansar pues la que sigue es Painkiller, tema por demás difícil por lo exigente de la canción en tanto tonos y lo prolongado de esta. Claro que Halford dista de cantarlo como aparece en el disco. Aunque por momentos intenta algunos de los agudos, la mayor parte del tiempo opta por una aproximación más baja y rockera. Le da resultados. El pogo estalló como si estuviera tocando Slayer.
De allí hubo un descanso y comenzó The Hellion, el haz laser del ojo y luego Electric Eye con su clásico I’m made of metal, my search is clean… casi se cae la cúpula del Movistar. Hell Bent of Leather le continuó con más show incluido, pues a los fogonazos se agregaron varias salidas de humo al estilo de las motocicletas en varias direcciones y entró Halford en moto entonando el tema. Fue brutal y todos amamos más a Priest y al metal hacer eso. Aún nos regaló una final y apoteósica Living After Midnight.
La noche fue genial. La ausencia de K.K. Downing fue desde luego sentida, pero no miento al decir que el joven que le ha sustituido, Richie Faulkner, no lo hace nada mal y ha permitido a la banda esta gira de despedida de los tours mundiales. Las evidentes carencias actuales en la voz de Halford, que no podemos negar, han sabido ser suplidas con inteligencia por el artista que está sabiendo reinventarse en un nuevo estilo vocal, igualmente poderoso y para nada desdeñable. En definitiva una noche memorable que vivirá para siempre en los más profundo de los corazones de los hombres. Viva los Dioses del metal.
El comienzo
Painkiller
Hell Bent for Leather