El regreso de la libertad de prensa
El edificio de El Comercio, ubicado en el cruce de los jirones Lampa y Miró Quesada, a escasos quinientos metros de Palacio de Gobierno, albergó, el 29 de julio de 1980, la ilusión de quienes querían ver restablecida la libertad de prensa en el Perú. Eran las 10 de la mañana cuando los doctores Alejandro Miró Quesada Garland y Aurelio Miró Quesada Sosa ingresaron en el diario, literalmente, por la puerta grande. Su llegada significaba la recuperación de la dirección del periódico más antiguo del Perú.
Los trabajadores, entre periodistas y personal administrativo, recibieron a los auténticos directores con muestras de afecto y entusiasmo, como al familiar que un día se fue por esos avatares de la vida, en este caso por una política autoritaria, que, seis años antes, había atentado no solo contra esta casa editora, sino también contra otros periódicos de circulación nacional.
El acoso a la prensa – cabe recordar – había durado más de 10 años. En todo ese tiempo, las nuevas autoridades militares acallaron a los medios de comunicación en nombre de la llamada “Revolución Peruana”. Este atropello hirió de muerte a algunos de los diarios más importantes de la capital, como La Prensa, La Crónica (periódico del Estado) y Última Hora. El daño fue irreversible. Sabotajes, malos manejos, perjuicios materiales e incontables pérdidas económicas propiciaron, al poco tiempo, la desaparición de esos medios de prensa.
Sobre El Comercio, el historiador Héctor López Martínez, quien fue director de este diario antes de la entrega a sus legítimos dueños, afirma: “La situación económica era desastrosa. Estaban depredándolo. El caos era tan grande que cabían dos posibilidades: que hubieran cometido una torpeza increíble o que hubieran generado un caos a propósito, con el deseo de que resulte difícil restablecer el orden interno del periódico”.
Sin embargo, esa situación cambiaría con el retorno de los doctores Alejandro y Aurelio, quienes, en un acto breve realizado en el despacho de la dirección, recobraron su calidad de directivos del diario más antiguo del Perú. “Pondremos El Comercio al servicio del país” (PDF 1.pdf), dijeron con emoción, sellando así un capítulo oscuro para el periodismo peruano, y abriendo otro más bien esperanzador, de respeto y libre información.
Ese sentimiento de júbilo colmó también las redacciones de los demás periódicos de Lima. En el caso de La Prensa, se designó como director a Arturo Salazar Larraín; los diarios Expreso y Extra, expropiados el 4 de marzo de 1970, serían dirigidos por Guillermo Cortez Núñez. Se repuso en la dirección de Correo y Ojo a Enrique Agois Paulsen; y, por último, a Alfredo Fernández Cano como director del desaparecido Última Hora.
El proceso de devolución
Sin embargo, para devolver los diarios confiscados durante la dictadura militar, el gobierno democrático, recién instalado, tuvo que sortear las barreras legales existentes. Fernando Belaúnde Terry, quien un día antes, el 28 de julio, había asumido la presidencia de la República, dijo en su campaña electoral que no dormiría una sola noche en la Casa de Pizarro sin antes devolverle a la prensa peruana la tan ansiada libertad. Y cumplió su consigna como el demócrata que era.
Ese mismo día, por la noche, el Consejo de Ministros del presidente Belaúnde promulgó la Resolución Suprema N° O34-80-OCI, con la finalidad de que, en menos de 24 horas, los legítimos directores y gerentes retomen sus respectivos cargos. De esta manera, se derogaban además los decretos-ley Nº 18169 y Nº 20680, que permitieron al general Velasco Alvarado formalizar la expropiación de la prensa.
Al día siguiente, El Comercio dedicó dos páginas (PDF 2.pdf) al proceso de devolución que el nuevo régimen había emprendido acertadamente. La ley fue publicada íntegramente en la página 15 de esa edición.
En uno de los capítulos de su obra “Páginas del viejo armario”, el ministro de Justicia del gobierno de Belaúnde, Felipe Osterling Parodi, explica cómo se resolvió el problema legal que entrañaba la devolución de los medios: “Con las mismas leyes ya existentes, usadas para el despojo, serían restituidas la propiedad y la libertad de prensa. El gobierno constitucional, aplicando decretos y leyes vigentes, repondría a los antiguos directores y gerentes de los diarios, eligiendo naturalmente a los propietarios de dichos medios. Esta fórmula preservaba la seguridad jurídica y no transgredía los fueros de los senadores y diputados elegidos para legislar”.
En la editorial del 30 de julio (PDF 4.pdf), dos días después de emitida la nueva ley, con el título “El regreso de la libertad”, El Comercio deja sentada su postura como empresa periodística comprometida con los principios democráticos. “En este día, en que saludamos con patriótico orgullo el restablecimiento del régimen democrático y de la libertad de prensa en el país, reiteramos también nuestra solidaridad con nuestros colegas, los diarios de circulación nacional que como nosotros han sufrido la arbitrariedad y el atropello […]”.
La devolución de los medios tuvo eco a nivel internacional. Ese mismo año, el vicepresidente y director de Servicios Mundiales de The Associated Press, Stanley M. Swinton, la calificó como “un hito para la libertad de prensa en las Américas”. El influyente diario de Brasil, O Estado de Sao Paulo, dijo que con la incautación sufrida, nuestros medios “cesaron de ser órganos de debate”.
Sobre estas muestras de respaldo y reconocimiento, El Comercio, en su editorial del 1 de agosto (PDF 5.pdf), dice: “[…] constituyen estimulante apoyo que ha de contribuir al afianzamiento de la opción democrática definida en las urnas y a la existencia de una prensa libre, sin mordazas, y puesta íntegramente al servicio de los intereses colectivos”. Fue así como, hace 30 años, se restableció la libertad de expresión, y con ella, la vida democrática se instalaba nuevamente en el país.
(Carlos Franco Fernández)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio