Afición a la cultura: los 75 años de la AAA

Un 13 de junio de 1938, en una casona de balcones azules del jirón Espaderos (hoy De la Unión), tres jóvenes amigos fundaron la Asociación de Artistas Aficionados (AAA). Alejandro Miró Quesada, Manuel Solari Swayne y Percy Gibson, recién llegados de Madrid, trajeron esta idea tras haber experimentado la vida cultural española. Así iniciaron esta institución de larga vida.

Escena de ‘Las brujas de Salem’ con la actuación de Pablo Fernández, Ricardo Blume, Luis Álvarez y Maurice Jouvet. (26/06/1970)Como bien dicta su nombre, este grupo buscaba encausar a los jóvenes limeños hacia alguna inquietud artística. Y eso fue lo que logró. De esta cantera brotaron nombres -entre muchos otros- como el de Chabuca Granda o Ricardo Blume. Mientras que en sus primeros años tuvo a Rosa ‘Mocha’ Graña, Elvira ‘Viruca’ Miró Quesada, Aurelio Miró Quesada, Carlos Raygada, María Isabel Sánchez Concha, Bernardo y Ricardo Roca Rey, y otros tantos más que nos llevaría varios párrafos enumerarlos.

De los altos de la calle Espadero, cinco años después la AAA se mudó a una casona del jirón Ica, en la que se encuentra hasta nuestros días. Y es ahí que comienza una inagotable actividad cultural, no solo con las puestas en escena, también con talleres de danzas, pintura y otras disciplinas. Es que ellos como artistas aficionados, compartían lo que habían aprendido en las tablas y también de otros maestros.

Histórica foto de una puesta en escena de la AAA, que data del 20 de diciembre de 1947

Aquella época ha quedado registrada en la memoria de la gente a través de los autosacramentales en espacios abiertos, como ‘El viaje del alma’ de Lope de Vega y ‘Santa Rosa del Perú’ de Agustín Moreto en la Iglesia San Francisco.

O la inovidable escenificación de ‘El gran teatro del mundo’, de Pedro Calderón de la Barca, con el fondo de la Catedral de Lima y decenas de espectadores en la Plaza de Armas. Asimismo, realizaron el autosacramental quechua adaptado al castellano ‘El hijo pródigo’, de Juan Espinoza Medrano e incluso llevaron a la Quinta de Presa ‘Lances de Amancaes’, de Manuel A. Segura y a las ruinas de Puruchuco, ‘La muerte de Atahualpa’, de Bernardo Roca Rey.

Además, se abrió el espacio para los “martes culturales”, en los que la poesía, música y danza se fusionaban en un acto, no improvisado sino finamente cuidado y entregado al público. Es también destacable las giras que la AAA realizó a España y Francia, en las que no solo mostraron lo que bien habían aprendido a hacer sino que se convirtieron en embajadores del arte peruano.

El público abarrotaba los autosacramentales de la AAA, como en esta vista panorámica de la Iglesia San Francisco (12/01/1978)

Otro de los hitos de los 75 años de la Asociación es el estreno en 1956 de ‘Collacocha’, de Enrique Solari Swayne, con una actuación magistral de Luis Álvarez. También se recuerda la puesta de ‘Romeo y Julieta’, en 1964, con la interpretación de Saby Kamalich y Ricardo Blume. Actores, danzantes, músicos y directores de teatro, así de variados eran los talentos de los miembros de esta institución.

Desde la primera pieza escenificada ‘De los invencibles hechos de Don Quijote de la Mancha’, de Juan de Ávila, dirigido por Alejandro Miró Quesada, hasta nuestros días, la Asociación de Artistas Aficionados ha sido una verdadera cantera del arte al pueblo.

En primer plano y en mallas, el actor Hernán Romero ensaya esgrima para un acto. (12/05/1964)

“Más yo os digo,aficionados de la AAA perseverad en vuestro intento. No importa que halléis dificultades en la empresa, vencedlas sin miedo: Las rosas no se cogen cuando se teme a las espinas; no importa que la incomprensión levante los hombros y el escepticismo sonría; tened fe: proseguid adelante en vuestro noble empeño, porque el deber de los cultos esirradiar su plenitud interior”.
Óscar ‘Racso’ Miró Quesada, discurso del primer aniversario de la A.A.A.

Pamela Loli Soto
Fotos: Archivo Histórico El Comercio

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