Marlon Brando: el último divo americano
“He visto a un caracol deslizándose en el filo de una navaja. Ese es mi sueño. Esa es mi pesadilla. Avanzar, reptar sobre el filo de una navaja y sobrevivir ”, decía Marlon Brando en “Apocalipsis Ahora” (1979). Estas palabras describen exactamente cómo vivió el mítico actor de “Un tren llamado deseo” que este 3 de abril cumpliría 90 años.
De padres alcohólicos, Marlon Brando fue un rebelde en la escuela. Su acercamiento a la actuación se debió a su madre, una actriz aficionada. Dejó su natal Nebraska para enrolarse a la escuela de Lee Stransberg en Nueva York. Con tan solo 22 años conquistó Broadway. Pero su trabajo en el cine lo consagraría como uno de los mejores actores estadounidenses.
Él representaba en la pantalla grande al anti-héroe, a ese joven de casaca de cuero con apariencia de matón pero que en el fondo tenía conciencia. En su primera película “The Men” (1950) encarnó al líder de una banda de motociclistas. Para interpretarlo recordó los años en que manejaba moto en los corredores de la escuela.
Un año más tarde actuó al lado de Vivien Leigh en “Un tren llamado deseo” la obra de Tensessee Williams llevada magistralmente al cine por Elia Kazan. En 1954 ganó su primer Óscar a mejor actor por “On the water front” también dirigida por Kazan. Allí interpretaba a un ex boxeador que deja las fechorías.
Su talento era innato a pesar de que en alguna oportunidad declaró: “La única razón por la que estoy en Hollywood es porque no tengo el coraje moral para rechazar el dinero”.
EL PADRINO
Su caída fue igual de rápida como su estrellato. Brando estuvo una década sin actuar. Cuando la industria del cine creía que había desaparecido, un joven cineasta, Francis Ford Coppola lo llamó para protagonizar “El Padrino”.
Era 1972 cuando el mundo se reencontró con un actor en plena madurez. Vito Corleone consagró a Marlon Brando y lo elevó a la categoría de mito. Sin embargo, lograr que la Paramount aceptara al actor no fue tarea fácil para Coppola, pues estuvo a punto de ser despedido por elegirlo.
Actores de la talla de Anthony Quinn y Ernest Borgnine estuvieron voceados para interpretar al capo de la mafia. Incluso el esposo de Sofia Loren, Carlo Ponti, estaba en la lista de candidatos. Laurence Olivier, George C. Scott y Marlon Brando fueron los finalistas.
La Paramount impuso tres condiciones para que Brando interprete a Corleone: solo cobraría hasta que concluyera su trabajo, descontarían de su sueldo los gastos superfluos que ocasionara y tendría que hacer un casting, algo que el divo nunca hacía.
Para la audición el actor inventó a Vito Corleone. Se engominó el pelo con betún negro y se rellenó las mejillas con pañuelos desechables. Por este personaje ganó su segundo Óscar como mejor actor. Pero lo rechazó. En su lugar envió a una actriz de origen indio quien protestó contra el maltrato que recibía su pueblo en el cine.
UN DIVO HASTA EL FINAL
Siempre al filo de la navaja, Brando continuó interpretando personajes de alta carga emotiva como en “El Último tango en París”. Esta cinta erótica rompió esquemas en la sociedad de los años 70. Fue dirigida por Bernardo Bertolucci y coprotagonizada por la joven actriz María Scheneider.
Sus poses de súper estrella complicó el rodaje de “Apocalypsis Now” pues exigió no compartir escenas con Dennis Hopper. Por ello se tuvo que hacer un plan especial para que ambos actores las filmaran por separado.
Poco a poco fue participando en menos películas. Algunos los recordarán por interpretar al padre de “Superman” o en su última cinta al lado de Robert De Niro “The Score”.
Entre sus grandes excentricidades figura haber comprado, en 1960, Tetiaroa, una isla de la Polinesia francesa. Allí se enamoró no sólo de las aguas color turquesa, si no de una bailarina que más tarde sería su esposa.
No tuvo una relación armoniosa con sus tres esposas ni sus nueve hijos. En 1990 las páginas de policiales daba cuenta que su hijo mayor asesinó al novio de su hermana. Seis años más tarde su hija Cheyenne se suicidaría.
Sus últimos años los vivió lidiando con el sobrepeso y el estigma de la fama. Murió a los 80 años en un hospital de Los Ángeles.
(Lili Córdova Tábori)
Fotos: Agencia REUTERS
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