A 5 años del "Milagro de Atacama"
“Estamos bien en el refugio, los 33” fue el mensaje esperanzador que llegó desde las profundidades de la mina San José el 22 de agosto de 2010. Habían transcurrido 17 días desde que 32 mineros chilenos y un boliviano quedaron atrapados a unos 700 metros de profundidad, producto de un derrumbe que taponeó el acceso a las galerías. Hasta entonces, los intentos de búsqueda habían sido infructuosos.
Los equipos de rescate primero intentaron ingresar por una de las chimeneas de ventilación, pero al fracasar iniciaron labores de perforación de pequeños conductos para poder dar con la zona de refugio. Sin embargo, la solución recién se encontró a través del uso de sondas que llegaban hasta el punto donde se encontraban los mineros. Una de ellas regresó pintada de rojo, lo que permitió concluir que en las profundidades había vida.
“Tenemos vida” fue el grito que antecedió al estallido de júbilo de los rescatistas. Las ilusiones se incrementaron cuando en la misma sonda encontraron un pequeño pedazo de papel con el mensaje que confirmaba que todos estaban bien, junto a otras cartas que los obreros enviaban a sus familiares.
“Estoy bien, gracias a Dios. Espero salir pronto. Paciencia y fe, Dios es grande, y la ayuda de mi Dios nos va a ayudar a salir de esta mina con vida, aunque tengamos que esperar meses para la comunicación”, se leía en una de las cartas.
El entonces presidente de Chile Sebastián Piñera fue el encargado de dar la noticia, ante la algarabía de los familiares de los mineros que estaban instalados en un campamento en las afueras de la mina. La conmovedora sensación de esperanza que imperaba en aquel punto del desierto de Atacama se extendió rápidamente al mundo entero, ya que diferentes cadenas internacionales transmitían paso a paso lo que iba sucediendo a más de 1,000 millones de personas que seguían el suceso con asombro.
La segunda parte de la hazaña
Los rescatistas y las autoridades sabían que este era un hecho histórico y un milagro, pues los 33 mineros estaban vivos después de estar atrapados a 700 metros de profundidad durante 17 días. Para completar la hazaña faltaba la parte más importante: determinar cómo se iba a realizar el rescate.
Mientras se ideaba el plan, los servicios de rescate reforzaron un conducto para suministrar comida y comunicarse con los mineros. El primero en contactarse con ellos a través de una extensión telefónica enviada hasta la zona de refugio fue el ministro de Minería, Laurence Golborne, quien les informó que todos sus demás compañeros habían salido ilesos, que no había ninguna fatalidad que lamentar y sus familiares estaban afuera pendientes del rescate. La respuesta de alegría de los mineros fue acompañada con una emotiva entonación del himno chileno.
Días después ya se tenían imágenes de los mineros quienes lucían más delgados pero animados. Dos bocados de atún cada 48 horas y la escasez de líquido había sido la constante durante los primeros días de incertidumbre cuando su mundo se había reducido al pequeño espacio de las profundidades de la mina San José, sin tener la certeza si saldrían con vida.
Tuvieron que pasar más de dos meses desde el derrumbe para que se concretara el rescate. Este fue posible gracias a la cápsula Fénix 2, cilindro metálico de 54 centímetros de diámetro y ocho ruedas, construido con la ayuda de la NASA y que fue capaz de viajar por los 700 metros de túnel en menos de 20 minutos.
Final feliz
Así fue como, uno por uno, los mineros volvieron a la superficie ante la emoción de los presentes. El primer minero en salir fue Florencio Ávalos y así siguió el rescate uno por uno hasta que salió el último, Luis Urzúa, quien lideró a los mineros durante el cautiverio.
La tarea había sido cumplida. “Lo hicimos a la chilena, y eso significa que lo hicimos bien” fueron las palabras del presidente Sebastián Piñera quien agradeció a los mineros y todos los que participaron en el rescate que duró 22 horas y 42 minutos.
(Julio Guerra)
Fotos: Agencias
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