La misión y la verdad
Cada profesión u oficio tiene una misión clara y contrastable. El problema es cuando se pierde de vista lo esencial en favor de lo accesorio y circunstancial.
En lo particular el Derecho no me envolvió por sus efectos crematísticos, sino por aquello que podía desprenderse de él. En un litigio la verdad se puede voltear en favor del interés de quien paga. Pero en una quijotesca lucha por la justicia, el litigio queda al margen. La mejor opción del amante del Derecho per se es la del jurista que analiza y busca la verdad que la justicia entraña.
La verdad será en este post una expresión clave. Pues como en la verdad de la justicia, el periodismo busca la verdad de los hechos y el refuerzo intelectual de la apreciación del periodista. El periodista debe estar preparado para leer la realidad y sincerarse con ella,leerla con rigor y sin engañarse. La misión de quien ejerce el periodismo es aproximarse al hecho, capturarlo y proveerle de un análisis franco que toque el acontecimiento desde todas sus variables.
La verdad también regirá la filosofía, que es búsqueda e interpretación del mundo y de la vida, una honrada aproximación. La verdad, aún más estricta, es la misión del científico. La verdad en el arte es la creación, una verdad subjetiva que se completa con la verdad de las otras perspectivas. La verdad debe reinar en la política, donde la búsqueda de la mejor solución se debe sostener en la honestidad intelectual y doctrinaria.
La verdad, que es la de cada cual y que se enriquece y completa con la de los demás se valida en la idea de “misión”. Pues la verdad es, finalmente, el sustrato de toda misión profesional, como lo es de toda relación humana y vínculo particular. La engañifa electoral, la ley bamba, la filosofía de alcantarilla, la medicina tramposa, la paranoia polarizante, la especulación, la injusticia y la estratagema son los enemigos de esa verdad que es de cada cual porque cuando nos referimos a ella lo hacemos en referencia directa con la honestidad, la sinceridad y la franqueza individual.
No es la verdad absoluta que se proclama en la plaza y se impone, sino el valeroso pensamiento en voz alta que se expone con más racionalidad que pasión, la expresión pura de lo que se piensa y de lo que se siente en realidad.