¡Monumental!
Cambio diez mil goleadas por un triunfo así. ¿Saben por qué? Porque voltear un partido en los últimos minutos se disfruta más, se grita con el alma, se festeja hasta que el cuerpo no da más. Y porque el rival no era cualquiera, sino el de toda la vida, que jugando en nuestra cancha se creía dueño del triunfo.
Dos cabezazos modificaron el destino de un partido que asomaba esquivo, demasiado cerrado, en el que la falta de ideas en los últimos metros tornaba indescifrable la ruta hacia el arco de Forsyth. Pero surgió Ñol y dos centros puestos como con la mano abrieron el camino del triunfo. Primero fue Labarthe, con un cabezazo limpio y colocado, que hizo estéril la volada del golero y después Alva, el vilipendiado Alva, que se zafó de la marca para meter un frentazo imbarajable. Ganamos el Clásico, hicimos respetar la casa y seguimos arriba, más arriba que nunca. Fue un domingo inolvidable.
El partido arrancó de la peor manera. Era el minuto 7 cuando tras una pared en la que fallaron nuestros centrales, Wally Sánchez quedó solo para el zurdazo, Paco respondió flojo de manos y José Carlos Fernández quedó para empujarla. De inmediato el arquero acusó una lesión (luxación en el hombro que requeriría una operación) y tuvo que ser reemplazado por Llontop porque Raúl, pese a que concentró con el equipo, fue descartado horas antes tras un último examen médico. Es decir, 1-0 abajo, con el tercer arquero en cancha y un cambio perdido.
Empezar a remar en estas circunstancias es difícil para cualquier equipo, más aun si al frente está el clásico rival.
Lo mejor de Alianza salía de los pies de Montaño, quien debió ver la roja antes de los 20 minutos por un golpe artero contra Toñito. La ‘U’, por su parte, lateralizaba en demasía el juego y erraba mucho en el servicio (en particular Revoredo). El ataque fue un solo de centros que Solís y Aparicio despejaron sin apremio. Con Solano apareciendo por momentos, Miguel muy tapado y Fito impreciso, Toñito se convirtió en el conductor del equipo, lo que facilitó el trabajo a los medios aliancistas.
En el segundo tiempo cambiaron ligeramente las cosas con el ingreso de Rainer por Toño. El juego tomó un poco más de velocidad y se buscó armar jugadas ofensivas a ras del piso. Un tiro de Labarthe que pasó junto al palo izquierdo de Forsyth fue el primer aviso. En tanto, Alianza se recostó en su arco, aunque sin olvidarse del contragolpe. Ya en el primer tiempo había metido susto con un mano a mano que Llontop resolvió a lo grande ante la llegada de Sánchez. Luego el golero le sacó una a Corzo y se metió un atajadón tras un balazo de Moisela. Por nuestro lado los minutos pasaban y las ideas no aparecían. Pero el equipo fue paciente y nunca bajó la guardia.
Un cabezazo de Ñol que dio en el parante, tras una pésima salida de Forsyth, le añadió dramatismo al encuentro, hasta que vinieron las dos jugadas definitivas.
A Solano lo hemos criticado por mostrar solo chispazos de su valía, olvidando que cada vez que lo ha hecho ha sido para marcar diferencias. Y en el clásico lo confirmó: sus dos centros fueron ejecutados con maestría, con esa precisión de la que solo pueden hacer gala los elegidos. Y allí aparecieron otros dos delanteros criticadísimos por la hinchada: El ‘Chino’ Labarthe, que nunca da una bola por perdida, y Piero Alva, quien tiene un corazón en forma de ‘U’. Sin duda hay mucho más por analizar; por ahora disfrutemos, demos rienda suelta a nuestra alegría. Ganamos. Volteamos. ¡Esa es la ‘U’!