"Amelia", "Yo me llamo Gabriel", "Reflexión de un futuro", "El legado" y "Un peruano a punto de cambiar la historia del ajedrez"
A continuación presentamos un nuevo conjunto de cuentos que esperan su lectura y comentarios. Agradecemos a nuestros lectores por participar con sus creaciones. En esta entrega están “Amelia”, “Yo me llamo Gabriel”, “Reflexión de un futuro”, “El legado” y “Un peruano a punto de cambiar la historia del ajedrez”AMELIA
No quiero narrar toda la vida de Amelia, a pesar de ser interesante (como cualquier otra vida), no es mi intención hacerlo, solo déjenme mencionarles algunas características de ella que irán apareciendo a lo largo de mi corto relato.
Podríamos decir que ella es una niña encerrado en el cuerpo de una mujer, ya que a pesar de sus treinta cuatro años, es una muchacha muy sentimental que sufre con cualquier injusticia que se cometa a su alrededor, que solo se siente segura en su cuarto a solas, rodeada de sus únicos amigos, los únicos que comprenden sus temores, esos temores que la matan cada día que tiene que pasar en este mundo tan cruel e injusto, que lo único que hace en ella es arrancarle lágrimas. Pero todo lo arriba mencionado podemos considerarlo como el pasado de Amelia, o por lo menos como el inicio del cambio.
Fue una noche cuando todo ocurrio, no fue algo planeado con anticipación, las circunstancias se concretizaron en acciones y actuaron en ella, es como si aquel grupo de malvados muchachos, hubieran hecho nacer dentro del cuerpo, de su cuerpo, algún tipo de nuevo ser que solo busca venganza y hubieran matado a la inocente y dulce niña.
Aquella noche Amelia volvió a nacer, por mas que lo hubiera intentado, no hubiera recordado nada de su vida, ni siquiera el nombre de sus peluches (cosa sagrada para ella), luego de despertar totalmente golpeada y semidesnuda en aquella playa, se sentó a observar el mar, solo veía el ir y venir de las olas y alguna que otra gaviota que aprovechaba la ausencia humana para darse un baño, se sentía muy confundida, no lograba entender quien era ni que hacia en ese lugar, por eso es que solo se dejo llevar por el instinto cuando golpeo con una roca en la cabeza a aquel señor que se le había acercado preocupado, al verla sola en la playa.
Se levanto y ni siquiera miro el cadáver solo atino a caminar y caminar, mas adelante una muchacha que a juzgar por sus ropas, había salido a hacer deporte se le acerco y trato de ayudarla, “estas bien, te puedo ayudar ” pero Amelia, solo miraba la hermosa cadena que tenia la chica en el cuello, quería tocarla y sentir el frío metal en sus manos, cuando estiro la mano y cogió la cadena, la muchacha reacciono y trato de alejarse, pero ya era tarde, el frío metal, iba apretando su cuello mas y mas, hasta que el aire dejo de llegar a sus pulmones, haciéndola caer muerta en minutos.
Un patrullero encontró a una muchacha dormida que había sido atacada por pandilleros cerca de la playa, la recogió y la llevo su casa (la chica con algo de esfuerzo había logrado recordar su dirección), cuando llegaron el padre estaba muy preocupado, ya que Amelia nunca había pasado una noche fuera de su casa y además era una chica demasiado introvertida, felizmente que esa pandilla, no la mato, ni la dejo mal herida.
Mas tarde en su cuarto Amelia logró recordar todo, esos chicos la habían raptado cuando salía a comprar y le hicieron cosas muy malas, seguramente ella se desmayó hasta que la policía la encontró, mientras recordaba todo la televisión mostraba la noticia de un señor y una joven que habían sido encontrados muertos en la playa, Amelia se asustó mucho y comenzó a llorar mientras le decía a sus peluches que pudo haber sido ella la que ahorita estuviera muerta, gracias a Dios que esos malditos pandilleros no fueron tan crueles con ella.
Jose Antonio Casafranca Valverde
DNI: 10553519
YO ME LLAMO GABRIEL
No soy historiador. Lo quise ser, lo quiero ser, pero los rieles de mi vida me llevaron a otra estación.
Así como tropecé con el periodismo, me tropecé con Gabriel y con esa, mi amante imposible: la Historia.
Mi curioso apellido, la interrogante que sobrevolaba en mis sesos como mosca atrapada en un vaso, me empujó al Archivo General de la Nación.
Sin rigores académicos, sin pautas de investigación seria, me lancé a los mares de pergaminos, piel de cordero, tinteros, plumas de ganso y sellos reales a buscar la semilla que germinó mi nombre, el de mi padre y el de mi abuelo.
Iniciaba la historia de esta historia en una sala de lectura del Archivo General y gracias a la bondad de un viejo archivero con tarjetas ordenadas de la A a la Zeta.
Todo investigador, doctorado en lo que sea, debe tener paciencia, como una devota su rosario; un lapicero; un papel y un orden personal, como las balas un fusil. Armado con esos requisitos me topé con mi pasado.
Francisco Cama vivía del comercio y de un rico curacazgo allá en Macarí, Puno en 1735. Tenía que controlar para el rey de España a todo un ayllu, sacarles dinero, productos y mano de obra para la mita todos los años, pagar un tributo al corregidor, todo, para que le dejasen hacer una pequeña fortuna con la tajada que le tocaba.
De mi antepasado, tengo un solo recuerdo, pero en la memoria. Vi un recibo de “descargo de salarios de caciques” firmado por él un 4 de mayo. Lo tuve en mis manos como él las tuvo hace 278 años.
El justicia mayor de la Provincia de Lampa, general José Marán puso mal su apellido. Encolericé contra un español quien ya debía ser un fósil de algún bosque de Madrid. Magia indecible que disfrutan los historiadores empíricos.
Esa fortuna sombría de los Cama se heredó a Gabriel Cama Condor Sayna, el hijo de Francisco.
Tenía en las estepas puneñas, la incalculable riqueza de 17 mulas, 70 yeguas, 200 llamas y 400 borregos más una mansión con cuartos bien amueblados, alrededor del primer patio.
El segundo patio servía para procesar plantas y telas locales, en 40 bateas y 2 calderos con 45 kilos de jabón y una cantidad de colorante natural, además de varios cientos de metros de tela.
Mi ancestro lavaba y procesaba la lana, hacía prendas y sacaba dinero del trabajo de pueblos como Macarí, Colquepata y Azángaro, que los indios debían tributar ante su curaca. Lindo pasado el tuyo, pensaba.
Pero Gabriel hizo algo diferente. Se rebeló contra España en 1771.
Los motivos dicen los historiadores son varios, pero era lo último que me interesaba pues el orgullo me taponeaba los oídos. Pueblos indígenas de Umachiri, Llalli, Ayaviri, y Orurillo, hicieron temblar Lampa y en Llalli (hoy provincia de Melgar) mi ancestro se enfrentó con huaracas al ejército colonial del coronel Juan de Aguirre. El resultado era lógico.
No sé cómo murió, pero si sé que no fue en Llalli. Vi el testamento de Gabriel cuando estaba postrado en el Hospital de Naturales de Santa Ana, en Barrios Altos.
Era 1776 y estaba tan enfermo que perdía “el entendimiento”, decía.
Desde las cavernas hasta el presente, el ser humano tiene un color: el gris. Nunca encontrarán a una persona con una historia negra íntegramente. Gabriel confirmó esa tesis. Igual seré yo, igual mis hijos o nietos.
Por eso me llamo Gabriel.
PEDRO JOSÉ CAMA CALDERÓN
DNI 07975571
REFLEXIÓN DE UN FUTURO
Son las 4 am y ya abro un ojo. 4:01 y ya estoy despierto. No importa el frío ni el café caliente, afuera ya es de día aunque el sol este perezoso. Voy saliendo con mi chompa en la mano y el sencillo en el bolsillo. Si no me apuro pierdo el micro y con él pierdo la oportunidad del primer cliente.
Hay mucha neblina, no importa. Porque eso no dejará que no vea el camino hacia el paradero. Subo al micro y no hay sitio, mucha gente va conmigo al mismo sitio: al mañana. ¡Que se hace!, a disfrutar de Pintura Roja mientras me termino de comer mi pan con jamonada y trato de no despertar a la señora que esta sentada. No es el comienzo de un nuevo día, es el comienzo de mi futuro, un futuro que vengo inventando desde hace diez años en el puestito que tengo en el mercado. Un futuro que va al colegio y que tiene hambre, que necesita vestirse y me ama.
Muchos son los que viven conmigo este sueño, y caminan al paso que tengo. Veo en cada uno el paso de los años, de las decepciones y de la esperanza. Aquí cada día es una nueva alegría y una nueva oportunidad. Me gusta el olor de la mañana en el mercado, olor de progreso y esfuerzo. Los carretilleros ya vienen felices, ahora ya pueden comer y dar de comer algo digno. Los niños que estudian en la tarde están felices de ayudar a su madre en el trabajo, porque saben que ahora si podrán ir tranquilos a estudiar y a sacar buenas notas. Yo soy feliz, feliz de saber que mi esposa va a la posta a chequearse para que nuestra segunda niña salga vigorosa y perfecta. Feliz de recibir a mi proveedor con sus cuentas del día, le puedo pagar y el me puede fiar. Sonreímos juntos.
Prendo la televisión de mi puesto, y aunque las noticias son sangrientas y deprimentes, no me desanimo. Lucho por un día hermoso para mi, mi familia y mis clientes. Una sonrisa lo dice todo, una sonrisa lo gana todo. Así le gane un cliente a mi vecino de al frente, que no hace más que renegar de todo lo que se le cruza por el camino. Yo aprendí que la sonrisa es la mejor arma de batalla en esta vida, y la mejor cura en la enfermedad. Puedo sufrir, puedo hasta llorar, pero mi sonrisa nadie me la va a quitar.
La jornada es dura, pero la supero. Cuando cae la tarde y cierro mi puesto me siento contento. Las ventas del día no han sido para hacerme rico, pero al menos dejarán que el domingo coma un pollo a la brasa. No soy conformista, porque de lo ganado ahorro para mi local propio y el segundo piso de mi casa. No soy conformista pero agradezco. Y agradeceré este domingo con un pollo a la brasa parte pecho.
En el micro de regreso a casa, veo cansancio, mucho. Pero también sigo viendo esperanza. En cada gota de sudor hay un ladrillo que cada quien coloca en su futuro. El futuro viene solo, pero viene en el camino que le construyamos en el presente. Nada de envidia, nada de tristeza. Solo trabajo, y fe. Fe en lo que creamos y en nosotros mismos.
Cuando llego a mi casa, y abro la puerta me siento realizado. Mi familia esperándome para cenar. ¡Qué afortunado soy! Es de noche y me iré a dormir, mañana hay que seguir. Y no me quejo. Vivo y soy feliz.
Perla Carolina Bueno Carbajal.
DNI: 42579597
EL LEGADO
Mario, desde su lugar, vio en los anaqueles retazos de vida: un hombre que arrastraba a un niño sollozando; un joven con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en su camino; un anciano con el traje raído y, como una presencia indisoluble, el funeral del padre amado. Entonces la melancolía se anidó en su cuerpo y se estremeció.
El padre quería que su hijo puliera cualquier espíritu rebelde oculto en sus entrañas desde temprano. Así, todas las noches, antes de dormir, lo sentaba a su lado y le leía capítulos de novelas o secciones de poesía entonces ilegibles para él. En la adolescencia esta práctica lo deslumbró por la revelación de un mundo nuevo y verosímil, y por el riesgo de encandilar con un verbo distinto a alguna muchacha distraída; pero con el correr de los años, ya joven, esta magia se transformó en una nebulosa que le rebujó el espíritu hasta sembrarle un sentimiento de rechazo hacia los libros porque había descubierto que no era cierto todo lo que se escribía. Recluido en la sala de lectura el padre consiguió vencer las convocatorias a las reuniones en la esquina de la cuadra bebiendo algún licor, probando alguna nueva marca de cigarrillos, comentando la última película de medianoche o atento a los testimonios de la francachela amical.
Mario no lloró la muerte de su padre. Solo se dejó guiar por las obligaciones que le impuso la familia: usar la vestimenta oscura, reprimir su dolor, recibir el consuelo de los amigos y, por último, encargarse del cuidado de la biblioteca paterna.
El luto le duró una semana, tiempo necesario para sentirse redimido. Entonces se dedicó a violentar la formación rígida del padre. Luego del trabajo departía con los amigos de infancia en la calle, pero no pudo vencer la prohibición del consumo de cigarros y licor. Y algunas veces, como un rito sagrado antes de dormir, se posicionaba del sofá de su padre en la biblioteca. Desde ahí distinguía las grafías doradas en los lomos de cuero de los libros en las repisas. Algunas veces, vencido por la nostalgia paterna, cogía un libro al azar, abría una página y el fragmento elegido le recordaba algún momento feliz de su adolescencia, evocación que no lograba borrar alguna pátina desagradable en su vida.
Miró la foto de su padre colgada en el centro de la pared. La mirada fría se parecía a la suya. La frente amplia delataba la calvicie prematura y la nariz aplastada con rastros de la viruela le causaba gracia ahora, lejos de los conflictos por las ofensas de los amigos cuando le llamaban “nariz de papa” y él lidiaba para arrancarles una disculpa aun con el riesgo de que no lo consiguiera.
Acongojado se acercó a la estantería de madera y tomó un libro del mueble. En la hoja de respeto se acentuaba el nombre de su padre, igual al suyo, entonces sintió vergüenza. Pensó en los años de la vida paterna grabados en ellos, en los años de felicidad que los libros le habían vedado a él. Un oculto rencor comenzó a aflorar, a hacerse patente cuando transitaban las hojas y refulgía en su memoria el personaje descrito en las líneas del relato anhelando relacionarlo con un momento pasado de su vida. Se sintió decepcionado. Sintió temor del sentimiento que brotaba en su inquina. Cerró el libro y lo devolvió a su lugar. Salió de la habitación y con trancos largos llegó hasta la cocina.
De vuelta en la biblioteca pensó en que gastaría el dinero mientras preparaba el costal de yute en sus manos.
Jorge Antonio Ramos Rea
DNI 10035420
UN PERUANO A PUNTO DE CAMBIAR LA HISTORIA DEL AJEDREZ
Era la época de las noches blancas en San Petersburgo, en Rusia y faltaba una ronda para decidir quién sería el retador de la corona de campeón del mundo ante el ruso Oleg Tregunov, el actual campeón del mundo y hasta ahora invencible en todas las partidas disputadas de ajedrez clásico. Ocho de los mejores ajedrecistas de la súper élite se han reunido para luchar por el ansiado derecho de ser el retador de Oleg, el torneo constaba de 14 rondas y había sido bautizado como el “Torneo de Candidatos”.
Tras 13 rondas disputadas sólo tenían opciones de la victoria dos competidores, el peruano Carlos Mori y el finlandés Lawrence Nielsen, quienes se encontraban igualados con 8,5 puntos. Ciertamente el peruano era la revelación del certamen quien siendo el sexto favorito al inicio del torneo fue venciendo uno a uno a los mejores trebejistas llegando ahora a compartir el primer lugar con el finlandés Nielsen, famoso ajedrecista conocido por la solidez de su juego y que era el llamado a ser el sucesor del ruso Tregunov.
Mori se enfrentaría con piezas negras frente al francés Jeremy Lagrave mientras que el finlandés lo haría contra el ucraniano Vassily Zhukov, quien fuera uno de los más grandes talentos del ajedrez de la generación anterior. Se sabía que para Zhukov, era su última oportunidad de llegar a desafiar a su antiguo rival Tregunov, sin embargo, a estas alturas del torneo sus posibilidades eran nulas ya que se encontraba en la sexta casilla con dos victorias y cuatro derrotas, pero quizás la última ronda frente a la joven estrella nórdica le daría una nueva motivación para dar lo mejor de sí.
Carlos Mori, jugador peruano nacido en Lima, contaba con 39 años y sin lugar a dudas era la gran sorpresa, jugador muy táctico, combativo, había alcanzado la cúspide de su carrera hacía 10 años atrás llegando a ocupar el cuarto lugar en las olimpiadas de ajedrez en Berlín y alcanzar las semifinales en el torneo de candidatos de aquel entonces. Luego de ese éxito, Mori, se retiró temporalmente del ajedrez para dedicarse a estudiar la carrera de Farmacia para cumplir uno de sus sueños siguiendo el ejemplo de su padre, un farmacéutico amante de la literatura. Mori había regresado hacía un año y medio a la actividad ajedrecística y se había clasificado al torneo de candidatos debido a sus consecutivos triunfos en la copa América y la Copa Intercontinental.
La última ronda acaba de iniciar y los aficionados observaban con emoción los movimientos de las piezas desde la sala Petersburguesa y desde el internet en muchas partes del mundo, el acontecimiento era único, podría cambiar la historia del ajedrez, por primera vez en muchos años el cetro de campeón mundial podría volver a caer en manos de un latinoamericano luego del legendario José Raúl Capablanca allá en la década de 1920.
Han transcurrido seis horas desde el inicio de la última ronda y 2 de las partidas han concluido en tablas, pero asombrosamente las partidas del peruano Mori y el finlandés Nielsen aún continúan al rojo vivo, Mori quien había jugado un gambito de dama semieslava se encontraba en posición ganadora frente al francés, un final de torres y dos peones de más a su favor le daría una victoria si jugaba con precisión, por otra parte Nielsen se encontraba en una situación complicada, con un peón de menos luego de una aguda variante de la defensa siciliana. Finalmente luego de ocho horas, el peruano Mori, gana el torneo y sería el gran retardor del ruso Oleg Tregunov, definitivamente toda América estará apoyándolo.
Eduardo Piero Marmanillo Meléndez
DNI: 42743773