"El cibernauta", "Amores telefónicos", "Gotitas de miel", "El reinicio" y "El vuelo de las alondras"
Estimadas lectoras y lectores, en esta oportunidad les ofrecemos cinco relatos más enviados por ustedes. El cibernauta
Se había graduado con honores en la universidad y tal vez pudo haber seguido una carrera brillante en el mundo de la computación. Pero Li Meng decidió que no sería así, tal vez debido a que todos creyeron en él o tal vez nadie lo hizo. Ya no recordaba los elogios de sus profesores, los nombres de sus compañeros o el de la chica que le gustaba, ni sus calificaciones, ni siquiera recordaba aquella tarde que entro al cibercafé para tratar de pasar de nivel de su juego online favorito. Desde aquel entonces, ya han pasado seis años. Ahora era el tipo más popular de la ciudad, una celebridad para los otros jóvenes que iban al local y que Trataban de tomarse fotos al lado de él, claro está sin que se diera cuenta. No querían molestarlo, aunque tampoco le importaba. Sin quererlo había llegado a ser un personaje como los de ese mundo que él tanto amaba. Vivía sumergido en un mundo cibernético, global, imaginario al que se podía acceder por unos cientos de dólares al mes en cualquier cibercafé del mundo. Le habían ofrecido ayuda psicológica y hasta dinero pero él rechazo todas las ofertas. Solo le importaba seguir subiendo de nivel en los juegos online y así seguir viviendo en el mundo en el que se había excluido. Con algunas ganancias se había permitido solo un pequeño lujo en su vida espartana, una herramienta de trabajo: un joystick adornado con diamantes. Salía muy raras veces del local, algunas veces para bañarse o cortarse el cabello cuando este empezaba a molestarle. Dormía y comía frente a la pantalla de su pc. Sus necesidades estaban cubiertas en su mundo virtual. Atrás habían quedado las largas horas de estudio en la universidad, las decepciones amorosas, las riñas con los amigos, las discusiones con sus padres, las presiones de un mundo real del cual nunca se sintió parte. Ahora era el quien modelaba su mundo, sentía que era dueño de su destino. Ya no había un mundo a quien complacer, no más metas por cumplir ya las había alcanzado al graduarse. No había más padres a quienes retribuir, tampoco habrá una chica a quien conquistar y ganar su corazón, hijos que mantener y educar, familiares que te puedan molestar, tampoco habrá una carrera que desarrollar o un nuevo ascenso que lograr, no más expectativas que cumplir, relaciones que cuidar, ahora ni siquiera tenía que hablar, mucho menos nuevas habilidades o destrezas que aprender, sobre todo aquellas de las que se sabía con carencia y que sus antiguos maestros y amigos se lo habían hecho ver tan dolorosamente. Nada de eso tenía ya cabida en su mundo. Eran tan solo reminiscencias de un mundo pasado que le había causado dolor y del cual siempre se supo un extranjero. Tenía todo lo necesario para funcionar perfecto en su nuevo mundo todo a la mano al alcance de un click. El mundo real era tan solo un accesorio tal como su mouse, su joystick o su teclado. Su novedosa forma de ganarse la vida era derrotar a aquellos que habían inventado aquello juegos online que tanto le fascinaban. Él era mucho más listo que ellos, pasando las fases de estos juegos y vendiendo así las claves a otros jugadores y de esta manera poder seguir sumergido en ese mundo solitario que había escogido. Lo que no sabían los demás era que él podía dejar ese mundo cuando quisiera y creyera conveniente. Así era la vida de Li Meng. Tal vez porque todo el mundo creyó en él o tal vez porque nadie lo hizo.
“Borya”
DNI 00255936
Amores telefónicos
Cómo contarte mi amor que no te extraño y decirte cosas lindas al teléfono, sé que nos prometimos amor y tantas otras cojudeces, pero la distancia me hace débil, o quizá nos hace débiles a todos. Yo tratando de pensar en ti y de pronto aquella chica bien despachada de la tienda me sonríe, y la miro con cara de santo, pero luego me armo de valor y le digo al oído: “te espero en la esquina”, y así de repente me olvido de ti otra vez, como tantas otras veces. Mentiré cobardemente, cuando llames y me preguntes como estoy y te responda: “Aquí mi amor como siempre extrañándote, muriéndome sin ti”. Porque aun lejos te quiero a mi modo, y quien sabe cuándo mierda vuelvas, eso de irte con tu familia y dejar la universidad “tan solo por un año”, me dejó realmente ahuevado y sin saber qué decirte, pero ya estabas decidida y así sin más te fuiste. Al principio te extrañaba mucho y esperaba ansioso tu llamada, luego me olvidé de extrañarte y me dediqué por completo al alcohol y la cocaína. Los patas que nunca faltan y joden -“vamos al tono huevón, un par de horas nomás, ¿qué estará haciendo por allá tu flaca?, imbécil va a haber harta hembrita”-, terminaban por convencerme casi siempre. Al final de la noche terminaba ebrio y revolcándome con cuanta chica fácil se me cruzara. Obviamente amor, no puedo decirte eso por teléfono, solo que te quiero y que te extraño, la misma huevada de siempre. Aunque en el fondo pensaré que amo mis noches bohemias sin ti. Pero jamás te diría eso, porque nuestra relación tristemente se basa en no decir lo que de veras pensamos pero sabemos bien. Cómo contarte que el sábado en lugar de quedarme en casa, salí con unos amigos de tiempos lejanos y fuimos a una fiesta en una casa muy grande, lujosa, con gente muy linda. Cómo decirte que conocí a Camila, una chica linda por donde se le viera. Y que nos caímos bien desde el comienzo; los tragos, la música de The Doors que unía nuestros cuerpos en la oscuridad y la temperatura que obviamente comenzó a elevarse, me hizo besarla con una pasión que hace tiempo no sentía. Entonces me cogió de la mano y me llevo hacia el jardín interior de la casa, solos ahí nos arrinconamos en un extremo invisible, metió su mano en mi pantalón y no paró hasta encontrar lo que buscaba. Rápidamente salimos de la casa y nos fuimos a su departamento, ahí todo fue jadeos y temblores hasta el final de la noche. Por eso jamás te mostraré este cuento y preferiré publicarlo en el periódico de la universidad. Y cuando alguna de tus amigas de mierda lo lea y te llame con el odio marcado en sus ojos, te dirá que cómo puedes seguir conmigo, que soy una mierda, un jugador. Y tú le dirás que no crees eso de mí y que ese es el precio de estar con un chico literato y bohemio. Pero después te vendrá la duda, lo pensaras mil veces y me llamarás para preguntarme si es verdad lo del cuento ese que publicaste, y yo te responderé de lo más normal que mis cuentos “tú sabes” que son ficción y nada más, y recordaré el momento en que terminé de escribirlo, las seis de la mañana, con el cuerpo de Camila aun durmiendo sobre la cama y te diré otra vez que nada que ver y que te quiero. Y, obviamente, me creerás, toda estúpida.
Luis Alberto Gonzales Poveda
DNI 44124041
Gotitas de miel
El entusiasmo y su preocupación por ver a los niños y niñas de su distrito que andaban por las calles sin hacer actividades beneficiosas o productivas propias para su etapa de vida, hicieron que María Cecilia Almeyda Magallanes, una joven de nobles ideales y con un corazón del tamaño del planeta, tomara una determinante decisión.
Reunió a un grupo de niños y niñas y les habló de la necesidad de constituir una organización local, que velara, en primer lugar, por los derechos de los niños y también promoviera sus deberes. Pero además de aquellos principios fundacionales se planteó la iniciativa de organizar talleres, charlas, cursos, campeonatos, paseos, reuniones recreativas y educativas, entre otros cuya finalidad sea que los chicos se mantengan ocupados en cosas positivas para su formación.
Los propios niños decidieron llamar a esta organización con el nombre de “Gotitas de Miel”.
Los niños y niñas que participaron de la primera reunión eligieron democráticamente a su junta directiva y se asignaron funciones, todo esto bajo el asesoramiento de María Cecilia.
En los posteriores días, los chicos se fueron pasando la voz para integrar la flamante organización que albergaba a todos sin distingo alguno.
Las primeras acciones fueron participar en campeonatos deportivos y festivales folclóricos en donde se les podía ver danzando con alegría.
Incluso cierto día recibieron la visita de la famosa bailarina Vania Masías, quien después de haberlos observado ejecutar la danza de los negritos les supo decir: nunca olviden su pasado y valórenlo porque eso fortalecerá su identidad, el amor a su tierra.
El tiempo transcurrió y esta vez una niña muy especial tocó las puertas de Gotitas de Miel, se trataba de Ania, una súper niña que tenía poderes mágicos y que amaba la naturaleza.
Ella recorría todo el país y el mundo, gracias a su papá Joaquín, llevando un importante mensaje para todos los niños y al enterarse de la existencia de Gotitas de Miel viajó hasta el distrito de Alto Larán, en la ciudad de Chincha para conversar con María Cecilia y sus niños.
Ania, tenía una capacidad extraordinaria, la de hablar directo a los corazones de la gente.
Y así, en la reunión que tuvo con los niños y niñas les dio detalles de cómo podían cuidar su medio ambiente, la fórmula era mágica y llevaba el nombre de “Tierra para Niños”.
Todos los asistentes se emocionaron y en medio del jolgorio por la propuesta hecha llevaron a Ania para que conozca un lugar maravilloso cuyo paisaje encantaba la vista de grandes y chicos, aquel lugar era el centro poblado Huampullo.
En Huampullo y más exactamente en casa de Norma, niña que le gustan mucho las plantas, pintaron la figura de Ania en la pared de entrada como señal de inspiración.
Aldo Habid Ramos fue el primero en hacer su jardín en la parte exterior de su hogar, dejando volar su creatividad a la hora de implementarlo y criando la biodiversidad en su pequeño espacio otorgado por su madre Ysabel y Yolanda, su abuelita.
Aldo Habid le puso un nombre a su ‘tini’ como cariñosamente le decía al jardín y este fue “Rinconcito de amor”.
Pero los niños no se quedaron allí, conformaron la Brigada Ambiental del distrito y salieron casa por casa a sensibilizar a la población para que aprendan a reciclar desde sus hogares. Y lograron que su comunidad sea una ciudad saludable.
María Cecilia se sentía más que contenta por las acciones realizadas que hacían los niños y niñas y reflexionaba para sí: los niños son los verdaderos protagonistas del progreso de los pueblos y ángeles que iluminan nuestras vidas.
Víctor Manuel Campos Ñique
DNI 21881099
El reinicio
Y al abrir los ojos se dio cuenta que la luz ya no estaba y que ya no se encontraba en su hogar. Una colina a la derecha, un lago a la izquierda y un grupo de vicuñas pastando libremente era todo lo que podía percibir Elías De La Torre en aquel lugar extraño. Cierto era que ya no estaba en Lima pero eso no mostraba pistas de donde se encontraba en aquel momento. Se acercó al lago y tomando un poco de agua decidió que lo mejor que podría hacer seria sentarse debajo de un árbol y analizar la situación en la que se encontraba. El joven economista a quien la religión no le era muy ajena explicaba todo esto como un milagro, sin embargo seguía sin entender el propósito de su repentina aparición en aquel lugar luego de haber estado tan cómodamente descansando en su hogar con su esposa e hijos. Pero mientras pensaba en todo esto un gran sueño cayó sobre él y de repente empezó a cerrar sus ojos hasta finalmente caer rendido en el suelo. Durante un periodo de tiempo incalculable Elías soñó con distintas cosas que venían a su mente, sentía cómo sus huesos eran tocados y casi podía afirmar que se le había extraído una costilla sin que él pudiera hacer nada. De repente despertó, el joven estaba empapado en sudor y sin embargo no mostraba ninguna muestra de haber sido dopado o tocado por alguien más. Y cuando menos se lo esperaba apareció ante él una mujer tendida en el suelo. Podía verse fácilmente que debía tener entre unos veintidós o veinticinco años. La joven parecía tener ascendencia árabe como el mismo Elías y sin embargo mostraba una hermosura fuera de lo común. Repentinamente la joven despertó y a diferencia del joven limeño, ella no mostraba ninguna sorpresa o miedo al encontrarse en aquel lugar. Y cuando Elías la vio a los ojos entendió todo, ella era Eva.
Pero cómo era posible todo esto se preguntaba Elías con gran sorpresa. Es que acaso Dios había visto algo de bondad en aquel ser insignificante como para traerlo a aquel sitio. No, eso era imposible, la única razón posible para haberlo traído a aquel lugar era su previo conocimiento de los hechos. Él había leído la biblia y por tanto Dios debía saber que haría lo correcto. Esa era la única razón posible para que se encontrase en aquel lugar, pensaba el joven. Y si él era el elegido entonces el cambiaria toda la historia, no comería ninguna manzana que le ofreciese Eva, no ofendería a Dios por ningún motivo, no le faltaría el respeto ni lo desobedecería por nada en el mundo, él sería Elías el primer humano y sería recordado por siempre y por todos. Pero para lograr todo eso debía eliminar su única posibilidad de falla, la mujer. Elías se paró, tomo una piedra y empezó a pegar a la joven sin que esta pudiese siquiera defenderse hasta que finalmente expiró. Elías lo había logrado, ahora sería el único ser que sería recordado por la humanidad y que viviría con los hijos que Dios le daría por muchos años, sin que el miedo o la muerte lo amenazasen. De repente la luz apareció de nuevo y Elías abrió los ojos, la señora De La Torre seguía durmiendo en el sofá frente a la chimenea y sus hijos aun no regresaban con el perro. Es que acaso todo había sido un sueño se preguntaba. Debía serlo ya que él no le había fallado a Dios, o al menos de eso estaba seguro.
Lyes Infante Guelay
DNI: 72939917
El vuelo de las alondras
Alonso por primera vez sentía que el corazón le latía fuertemente miró a todos lados pero no se percató que las miradas atentas de una preciosa alondra parada sobre una de las ramas del viejo roble que batiendo sus alas quería decir algo , asustado por la presencia inesperada del ave se quedó atónito y pudo escuchar el murmullo de varias aves ahora y que seguían llegando sin cesar a posarse en las ramas extendidas de aquel árbol que habría visto desde que tenían uso de razón, pero ahora veía que se iba llenando de la misteriosa actitud de aquellas aves que se mostraban alborotadas, con sus crestas erizadas; corrió hacia el cobertizo de la casa y se refugió debajo de una escalinata de madera y mirando por una rendija, veía que el viejo árbol de roble se iba llenando de muchas aves de color gris y marrón que hacían contraste con el verdor de sus hojas, se preguntó que podía estar pasando y, salió cautelosamente del escondite, cuando el sol se iba ocultando paulatinamente por el horizonte llenando la escena de un color rojizo intenso, que las alondras alborotadas aún más con sus trinos a un solo concierto de sonidos. Era un atardecer majestuoso que se tornó de inmediato sombrío por la amenaza de lluvia que las alondras se encargaron de presagiar y absorto miraba lo acontecido pero no salía de su asombro todavía, en eso escuchó la voz de su madre que lo llamaba ¡Alonso! ¡Alonso!, vení a guarecerte , no vez que se acerca la tormenta, en eso una ráfaga de viento con lluvia cayó sobre el lugar, Alonso , ahora mirando desde la ventana veía cómo los nidos de las alondras caían al suelo y con ellos los polluelos que clamaban a su madre , entonces, es que Alonso salió corriendo a través de la lluvia para recoger uno a uno los polluelo colocando en la canasta que llevaba en su brazo izquierdo y los cubría con una manta, empapado de lluvia y con la canasta llena regresó a la vivienda y acercándose a la chimenea que había comenzado a dar calor depositó allí su apreciado rescate. Los polluelos piaban sabiéndose protegidos, el estruendo de los rayos que caían esa tarde iluminaban el paisaje que comenzaba a oscurecer y el viejo roble majestuoso se veía imponente cada vez que los relámpagos iluminaban el cielo su enorme follaje, luego llegó la noche. Alonso caía rendido en el regazo de su madre que no podía creer en la proeza de su hijo de haber rescatado a esas indefensas criaturas que ahora se encontraban ante el calor que les proporcionaba la chimenea. Subió a su dormitorio en brazos de su madre, pues yacía profundamente dormido, quedó allí, como si miles de ángeles estarían velando su sueño.
Los primeros rayos de sol asomaron por la ventana iluminando el dormitorio y despertándose de inmediato, solo atinó a preguntarse ¡¿los polluelos?! Y de un salto estuvo en pie para ir en busca de su preciado rescate, bajando presuroso cogió la canasta se dirigió al viejo roble en busca de las demás alondras pero no hallo a ninguna, desalentado retiró la manta que cubría esta y salieron volando los polluelos que con sus pequeñas alas emprendieron vuelo ante la atónita mirada de Alonso que una vez más sintió el mismo asombro del día anterior, una nueva bandada revoloteaba en el cielo azul de ese día maravilloso; había sucedido un mágico acontecer del viejo árbol de roble.
Ernesto Castillo Tafur
DNI 08742639