Martín Tanaka, exintegrante de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, reflexiona sobre cómo llegamos a las elecciones de mañana y lo que se puede esperar del próximo Congreso.
— ¿Recuerda alguna campaña tan aburrida y hasta intrascendente como esta?
No. Esta es la primera vez que ocurre esto [la disolución del Congreso por dos denegatorias de confianza] y creo que es una elección fruto de una serie de accidentes que no responden a un plan. Coge desprevenidos al gobierno y a la oposición en el marco de una reforma política a medias. También nos agarra con la prohibición de reelección y con la elección del 2021 en la puerta. Entonces, algunos candidatos interesantes también se han moldeado; se han excluido para postular en el 2021 y no ahora.
— Dice que nos coge desprevenidos. ¿No tiene la sensación de que siempre estamos desprevenidos?
Sí. Por eso era tan importante la implementación de la reforma política. Se avanzó algo. Nosotros cuando nos ofrecimos a hacer ese trabajo aspirábamos a que las elecciones del 2021 fueran mucho más ordenadas y fueran el primer paso para una mejora gradual del sistema político.
—¿Cree que habrá algún tipo de sorpresa mañana? ¿Los casos de Mora y Guzmán pueden impactar al Partido Morado?
Creo que sí pueden impactar, pero no tanto a nivel de una sorpresa que cambie drásticamente las tendencias. No creo que vaya a desaparecer el Partido Morado de las intenciones [de voto], pero sí se va a limitar una tendencia de crecimiento que en algún momento mostraba. Lo que más me preocupa es la evolución del voto blanco, nulo y viciado.
—¿Por qué?
Porque, al ser una campaña corta y desangelada como decías, me temo que existe la posibilidad de que el voto blanco y nulo sea más alto que el promedio histórico. Eso va a deslegitimar al nuevo Parlamento.
—Esa sería la realidad de lo que percibe y expresa la población. Es justamente lo que genera la política que tenemos. Hay una especie de círculo vicioso. No encuentro cómo romperlo.
Sí. Si el voto nulo es muy alto, va a generar este círculo vicioso. La gente se abstiene de participar, luego no le gustan los resultados, con lo cual refuerzan su decisión inicial de no participar. Ese círculo vicioso hay que romperlo promoviendo la participación y la renovación de los partidos.
— ¿A quién le corresponde ese rol de ‘promoción’ si son los mismos partidos los que nos han llevado a esta situación?
En el último tiempo, el Ejecutivo ha tenido la iniciativa en plantear algunas propuestas. También pienso que debe hacerse desde la sociedad civil y la prensa. Se debe enfatizar el hecho de que hay que tomar la decisión de romper este círculo vicioso en algún momento, y esto no va a ser de la noche a la mañana.
— A propósito del Ejecutivo. Usted fue miembro de la comisión de reforma política y hace unas semanas se reunieron con el presidente Vizcarra. ¿Hace bien el presidente en preparar un paquete de propuestas para presentárselas al nuevo Congreso?
Creo que el presidente hace bien en no abandonar el tema que él puso como agenda de discusión. Al igual que lo que pensaba respecto al Congreso disuelto, creo que la única manera de que esto llegue a alguna parte es construyendo un gran consenso político. Este no puede ser fruto de la imposición, tiene que ser fruto de una negociación, de una gran conversación donde participen todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso.
— Siendo absolutamente realistas: ¿qué tan factible es que se llegue a ese consenso en el próximo Congreso?
Es muy difícil, ciertamente, pero no es imposible. Obviamente, todo depende de los resultados, no solamente del número y el tamaño de las bancadas, sino también de qué individuos llegan. Con los partidos tan individualistas y personalistas que tenemos, algunos de ellos pueden ser un día blanco y el otro negro, dependiendo de quién entre.
— ¿El que las elecciones generales del 2021 estén tan pegadas a estos comicios no perturbará la posibilidad de que haya un acuerdo político? Los partidos van a competir –de nuevo– muy pronto en las urnas.
Sí, pero sobre este punto inesperadamente la prohibición de la reelección juega a favor. Estos congresistas no se van a reelegir. En las listas de candidatos hay muchos invitados como suele suceder últimamente. La mayoría no son militantes de los partidos con los cuales están llegando al Parlamento y, por lo tanto, se abre un cierto margen para que ellos piensen no en la elección inmediata, sino en lo que les conviene al país y a la institucionalidad política.
—Más allá de que los congresistas no se vayan a reelegir, ¿el hecho de que dentro de poco aparecerán con más fuerza los candidatos presidenciales no hará que el Congreso esté ‘electoralizado’?
Es un riesgo. Pero hay algunos candidatos que sí podrían beneficiarse del crédito que les daría que este Congreso sea el que instaure las bases de una reforma del sistema político. Si es así, creo que Julio Guzmán y César Acuña podrían capitalizar a favor este logro. Otros personajes se desdibujan porque no está claro si serán candidatos al final. Acción Popular tiene varios precandidatos; dentro de la izquierda hay fraccionamiento, hay una incertidumbre muy grande de si lograrán pasar la valla.
—Según la última encuesta de El Comercio-Ipsos, la mayoría de electores quiere un Congreso que sea conciliador con el gobierno. Sin embargo, quienes se opusieron al cierre del Congreso lideran las encuestas. ¿Qué nos dice esto del electorado?
Bueno, está Fuerza Popular, que tiene un nicho muy bien definido. El que vota por FP es un votante a prueba de balas. Acción Popular y Alianza para el Progreso fueron ambiguos en la coyuntura del Congreso anterior. Acción Popular tenía a García Belaunde y a Lescano [en posiciones contrarias], APP tenía a Gloria Montenegro, a César Villanueva y a otros adentro de la bancada. Composiciones muy diferentes. Eso hace que el elector no identifique necesariamente a estos partidos como sí identifica a Fuerza Popular y al Apra.
— ¿Podemos decir que el elector no entiende a cabalidad por quién está votando?
En realidad la oferta política en los propios partidos no es muy clara. Todo depende de quiénes entren. El margen de variación de las cosas que ellos apoyen puede ser total. Los electores perciben eso. Son partidos tan pragmáticos que cualquier cosa puede terminar pasando. Entonces, [los electores] votan por ciertas simpatías que les inspira el logo. Es muy difícil identificar propuestas específicas. Los partidos no han presentado estrictamente hablando agendas legislativas, salvo un grupo muy pequeño. Dentro de este grupo, la mayoría ha presentado cosas muy generales. Entonces, realmente es cierto que estamos votando muy a ciegas.