Amazonía, viaje, refugio familiar: así es la obra de Les Egusquiza, ganadora de Pasaporte para un Artista 2023

Flotantes como gotas de una lluvia estática. O como espectros que habitan la selva. Así se despliegan una hoja de bijao, piedras de diversas formas y tamaños, un frasco con cúrcuma y otro con sangre de grado, algunas fotos familiares, una carta, apuntes, y más objetos. Entre ellos penden también unos pequeños parlantes desde los cuales nos llega el sonido de la Amazonía.

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“En el horizonte no existen márgenes” –ese es su título– es la obra ganadora del concurso Pasaporte para un Artista 2023. Su creadora es Les Egusquiza (1988) y para darle forma a su instalación viajó durante una semana de Ucayali a Iquitos en la embarcación Henry V, en un trayecto de doble propósito: indagar en el territorio peruano y a la vez trazar una búsqueda por su mapa familiar y sus recuerdos.

“El conocimiento que tengo de la Amazonía se ha dado sobre todo mediante el relato oral, el cuidado, cuestiones muy cotidianas. Y esta obra tiene todos esos elementos cotidianos que vienen de la protección materna”, cuenta Egusquiza. La figura de su abuela iquiteña, así como la de su madre, están muy presentes en la pieza ganadora del concurso, que se puede ver junto a las otras obras finalistas en la exposición “Re-construir refugios”, en la galería del CCPUCP.

De hecho, la idea del refugio fue el eje temático este año, en la edición 26 del certamen. Para trasladar dicho concepto a su instalación, Egusquiza recurrió a una serie de elementos familiares, pero también a ciertos saberes ancestrales. “Y no me refiero solo a lo ancestral relacionado a las culturas antiguas, sino a lo que está en nosotros, a lo más íntimo. [En la idea de refugio] mi madre también está allí, con su forma de maternarme, que ha sido especial”, explica la artista.

DEL DIBUJO AL SONIDO

Las indagaciones de Les Egusquiza parten de una serie de anotaciones en bitácoras que lleva durante sus viajes por diferentes regiones del Perú. En el cuaderno que cargó en el trayecto por los ríos Ucayali y Amazonas, en junio último, saltan reflexiones sueltas sobre el cuidado, el refugio, los territorios, las fronteras; también hay referencias a autores diversos como Aílton Krenak, Anna Tsing o Silvia Rivera Cusicanqui; y muchos trazos y dibujos de ríos, vegetación y líneas del horizonte que luego se van transformando hasta convertirse en el sonido que condensa la instalación.

“Durante el viajé comencé a grabar con unos hidrófonos que fabriqué junto a Arely Amaut, con micrófonos de celulares, para captar distintas frecuencias –cuenta–. Y aparte, durante todo el desplazamiento yo dibujo los horizontes, que luego se van abstrayendo o deformando hacia otras figuras. Entonces, lo que hice fue comenzar a dibujar esos horizontes en el espectrograma, para modular los sonidos que había grabado. Lo que se escucha en la pieza son esos dibujos”.

De esa manera, cruzar y rodear la obra de Egusquiza, entre sus buganvilias y huayruros, sus cantos de pájaro y memorias familiares colgantes, se asemeja a un movimiento cadencioso del que uno entra y sale como perdido en la espesura selvática. “Es algo que me traspasa a nivel personal”, dice la artista, aunque su mérito haya sido convertirla también en una experiencia compartida y a la vez universal. Sin márgenes.