Con doscientos años de historia, el Perú es un país donde todo puede ocurrir. Desde huacos eróticos gigantes alzándose en la Panamericana Norte hasta ciberataques contra figuras públicas realizados por fans de idols coreanos. En una sociedad saturada de hechos insólitos, los peruanos parecen destinados a convertir la frase “Al mal tiempo, buena cara” en un estilo de vida.
“El gusto por cultivar la ironía, el humor y la gracia en un país como el nuestro es necesario. Sin ello, nuestra vida sería aún más difícil. El culto por la risa es incluso terapéutico, lo que hace imprescindible esta inventiva. De lo contrario, estaríamos completamente perdidos”, menciona Nicolás Yerovi en una entrevista con El Comercio.
La gran pantalla, y otros medios, hoy se inclinan a un humor basado en chistes simples o lo escatológico, pero Yerovi sostiene que el ingenio peruano aún perdura. A pesar de que muchos demandan un humor menos sofisticado, una realidad compartida con diversos países, la esencia del humor perspicaz sigue viva a través del más profundo optimismo.
“Nos podemos dar cuenta de que en las últimas décadas el sentido del humor se ha vuelto primitivo, elemental incluso. No es ninguna novedad ver eso cuando, ni siquiera teniendo un maestro como presidente, pudimos pasar las pruebas PISA”, comenta Yerovi. “Es como ser el estudiante sentado atrás, tirando avioncitos, esperando que su vida, al igual que ese papel, llegue a buen puerto”, añade entre risas.
Esta característica, nos sugiere el escritor, es parte de ver las cosas desde otro punto de vista, algo inherente a los peruanos, quienes recurren al humor como santo remedio para aliviar el peso de los problemas que enfrentan. Tampoco se trata de eludir o alterar los problemas, sino de afrontarlos con una ocurrencia que el momento dictamine.
Entre risas e historia
A poco de cumplir 120 años desde su fecha de publicación, “Monos y monadas” ha pasado por diversos períodos de la historia peruana, entre ellos el gobierno de Nicolás de Piérola, la dictadura de Velasco Alvarado y los más recientes gobiernos. Su impresión también ha evolucionado, desde el linotipo hasta las presentaciones digitales. Originalmente una revista, hoy es la publicación periodística y humorística más antigua del país.
“Estas publicaciones también fungen como un espejo de la vida de los peruanos, una mirada más amable de todas las vivencias y ocurrencias que se suscitaron en nuestra sociedad. Siempre vistas con ese optimismo característico que los Yerovi buscamos darle”, menciona el escritor, quien nunca pensó que llegaría a cumplir 72 años como peruano, algo que para él equivale a vivir ochocientos años en Suiza.
En todo ese tiempo, los Yerovi han corroborado que no hay tema que no pueda ser tomado con sentido del humor en el Perú. El fútbol, la política, la economía, todo puede llegar a ser parte de los registros de “Monos y Monadas” o de memes que se expanden por las redes sociales. Y algunas veces también puede ser usado como una herramienta que puede denunciar injusticias y absurdos.
“Es importante ver con humor muchas cosas y también denunciar a través de él. Mi familia, con cuatro generaciones de escritores humorísticos, ha enfrentado la censura en forma de cartas, afrentas, bombas o llamadas”, nos cuenta Yerovi. “Pero con un poco de humor, podemos situar a personajes deleznables en un lugar mejor del que están: el basurero de la historia.”
Con una sonrisa siempre presente, el escritor observa con optimismo y alegría el porvenir peruano, sentenciando: “La aversión contra lo que nos rodea genera el humor que se cultiva en cada uno de los peruanos, y hace que luego florezcan las artes y la inteligencia, aunque todo lo que lo rodee parezca ser un páramo”, concluye.