Si nos ponemos a pensar en un poeta, la primera imagen que viene a nuestra mente es el de un hombre o una mujer a quien solo le hace falta papel y tinta para volcar todos sus sentimientos en versos, pero esa imagen empieza a tornarse un poco anticuada. Uno creería que la rápida expansión de los algoritmos en diversos aspectos de nuestro día a día tendrían un límite, pero la artista peruana Paola Torres Núñez del Prado ha demostrado que esas barreras parecen no existir. La creación de ”Aielson”, un álbum que reproduce poemas creados a partir de inteligencia artificial, es una clara muestra de los diversos usos de la tecnología que nos rodea. Además, da a conocer a Jorge Eduardo Eielson a una nueva audiencia.
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Como era de esperarse, la pandemia del Covid-19 tuvo que ver en la creación de este proyecto, el cual en un inicio estuvo pensado como un quipu con el fin de que el espectador pueda interactuar con este y participar en la composición de versos, pero las nuevas normas de distanciamiento social obligaron a la artista a probar otros caminos. “Como la mayoría de mis proyectos, el empleo del vinilo nace de una obsesión. La conexión física entre el vinilo y la aguja se acercaba a la experiencia de trabajarlo en quipus”, señaló Paola Torres en conversación con El Comercio.
Primeros pasos
Un elemento importante para la creación de “Aielson” fue la residencia artística Artists + Machine Intelligence de Google Arts and Culture en el que la creadora peruana participó y donde recibió la ayuda necesaria para componer los algoritmos que hoy emulan la voz del recordado Jorge Eduardo Eielson. ¿Es extraño? Sí, vaya que lo es, pero quizá este sea un ejemplo de que la creación ha dejado de ser propiedad única de nuestras mentes y que hoy pueden nacer desde un sistema que ha sido programado para dar este tipo de respuestas.
“No hace falta que los poetas teman a “Aielson”, señala Torres Núñez del Prado ya que este proyecto ha sido alimentado con tres fuentes importante de información: la poesía del propio Eielson, de la poeta chilena Cecilia Vicuña y de versos escritos por la creadora de este sistema. Solo así “Aielson” es capaz de crear los versos que se escuchan en el vinilo y la voz que emplea para narrarlas no es exactamente del autor de “Poeta en Roma”. “Hicieron falta otros dos algoritmos que usaron grabaciones de las últimas conferencias del poeta para lograr generar una voz muy parecida”, agregó la artista peruana.
ESCUCHA AQUÍ A “AIELSON”
La importancia del error
El mundo de la informática y los sistemas operativos corrigen constantemente los errores que han dejado pasar con el fin de que los usuarios experimenten menos fallas, pero en este caso sucede todo lo contrario. Las imperfecciones son precisamente lo que hace que esta iniciativa esté cada vez más cerca de nosotros. “Durante sus últimos años de vida, Eielson ya no vocalizaba bien las palabras y esto lo aprendió muy bien el algoritmo. Estos errores muy comunes no hacen que simular cierta humanidad al escucharlo”, señala Paola Torres. Es así que al escuchar el recital de poemas no nos topamos con una voz sintética sino con una que se arrastra, que emplea pausas y acelera por momentos en el que el poema adquiere cierta intensidad.
Pero este proyecto no termina cuando la aguja se encuentra con el final del vinilo, sino que está pensado para que siga dando que hablar de aquí a varios miles de años. Paola Torres Núñez del Prado pretende realizar una performance en la que enterrará uno de los primeros cinco ejemplares que ha fabricado para que cuando las futuras civilizaciones nos desentierren no solo se topen con los innumerables restos de plástico que dejaremos, sino que se topen con una pequeña porción de la historia de la humanidad, esa en la que el vínculo con las máquinas se ha fortificado.
Este “poeta experimental”, como suele referirse la creadora sobre “Aielson”, necesita de muchísimas líneas de códigos, así como los poetas a los que estamos acostumbrados necesitan escribir cientos de versos para finalmente crear el poema que desean. Y así como los escritores necesitan editores que terminen de darle forma a un poemario, este proyecto necesita de un humano que elija cuáles son las composiciones mejor logradas del programa. Quizás la pregunta sobre si los poetas deben temerle a este nuevo creador de versos todavía no ha sido resulta del todo. Está en manos de quienes escuchen sus versos decidir si la programación se ha sobrepuesto al talento o si continuamos por la vía que venimos recorriendo desde hace siglos.
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