El viernes 17 de mayo, Rusia anunció que estaba a punto de controlar la región de Lugansk. Casi tres semanas después, Moscú completó su objetivo, acertando un nuevo golpe contra la soberanía y territorio de Ucrania.
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El último domingo, el ejército ucraniano anunció su retirada de Lysychansk, cediendo finalmente la región. Al día siguiente, el presidente ruso Vladimir Putin anunció que las unidades ganadoras debían descansar para “aumentar su capacidades combativas”, mientras que el resto del ejército seguirá con los planes.
En efecto, esto último es lo que ha venido sucediendo. Hoy, los bombardeos continúan en el Donbás -al este de Ucrania, compuesta por la “cuenca minera e industrial” de los territorios separatistas Donetsk y Lugansk, que son de gran interés para el Kremlin-, específicamente en la ciudad de Sloviansk, cuyo alcalde ya denuncia la violencia.
El burgomaestre, Vadim Liakh, se dirigió a sus 100 mil vecinos a través de Facebook. “Todo el mundo a refugiarse”, advirtió.
Kramatorsk, “el centro administrativo regional”, también viene siendo atacada.
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Abrir el caño del dinero
No todo sería felicidad para Moscú. Según la agencia EFE, el mandatario Vladimir Putin habría ordenado a sus tropas hacer una pausa para “para reorganizarse, según un documento del grupo de expertos del estadounidense Instituto de la Guerra”.
Porque el supuesto merecido descanso para las fuerzas que tomaron Lysychansk, habría sido una forma de proteger el “bienestar de sus tropas frente a las quejas periódicas que se propagan en Rusia sobre el trato a los soldados rusos”.
A la ecuación se le debe agregar que la Cámara de Diputados de Rusia (Duma) aprobó hoy un proyecto de ley que le proveerá al Gobierno “medidas económicas especiales” para “operaciones antiterroristas y otras” afuera de su territorio. La guerra de Putin sería muy costosa, además por las sanciones que pesan contra el país.
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Gracias a esta medida, Putin podrá “contemplar acciones a todos los niveles, desde entidades federadas hasta órganos de autogobierno local y organizaciones”. Esto incluye modificar la ley laboral que incluye “modalidades y condiciones para el trabajo fuera de horario laboral, de noche, en festivos, y para la concesión de la vacaciones anuales pagadas”. Las reservas del país también estarán a su disposición. Las medidas extremas son necesarias cuando las cuentas se empiezan a vaciar.
Una vez que la Duma apruebe la medida en dos lecturas, le tocará al Senado (o Consejo de la Federación) darle su visto bueno.
Futuro incierto
¿Qué es lo que seguirá en la guerra? Hoy por hoy, Rusia controla casi toda la salida de Ucrania al mar, desde Jersón, pasando por Mariúpol, hasta Severodonetsk. También ya dominan la región de Lugansk y deberían empezar a concentrarse en Donetsk. ¿O tomarán otro camino?
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Para el especialista en seguridad y coordinador del World Political Analysis Laboratory, Rubens de S. Duarte, se trata de una pregunta muy difícil de responder. “Rusia ha mandado señales confusas. Primero pensamos que solo atacarían el este de Ucrania y luego pararían al llegar al río. Pero luego, atacó a Kiev desde Bielorrusia”, sostiene.
Duarte agrega: “En algún momento también pensamos que asediarían Kiev para entrar y derrocar al presidente Volodymyr Zelensky. Sin embargo, se detuvieron y emprendieron la retirada”.
“Y ahora están tratando de conquistar toda la costa ucraniana, que se ubica muy lejos de Kiev”.
Lo más honesto, sostiene Duarte, es subrayar los riesgos de asumir que la estrategia Rusia se puede analizar con la información que se maneja. Sus planes parecen ser unos, hasta que los cambian.
Lo peor que se podría hacer, anota el especialista, es pensar que Putin es el único que toma decisiones. Al contrario, para entender el fenómeno es preciso recordar que él responde a la presión de otros actores. Parece omnipotente, pero no lo es.
“Él no toma decisiones por su cuenta. Rusia no es una democracia liberal, pero eso no significa que no haya que hacer política”, concluye Duarte.
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