Tengo 36 años. Nací en Caracas. Soy licenciado en Ciencias Políticas, con varios diplomados en gerencia pública. Estoy casado y tengo dos hijos. Fui dirigente estudiantil de la Universidad Central de Venezuela. Soy militante del partido Primero Justicia desde el 2003. Fui elegido diputado en el 2010 por el estado de Miranda. En mis tiempos libres me gusta hacer ejercicios, estar con mi familia y enseñar a otras personas lo que estoy aprendiendo. En cuanto a mis aspiraciones en la política, quiero seguir trabajando lo mejor que pueda en el Congreso para construir un país distinto. Después ya veremos lo que venga.
Ángel Medina pertenece a Primero Justicia, el partido de Henrique Capriles, el opositor que casi acaba con más de una década de chavismo en las elecciones del 2013. Forma parte de la vigorosa nueva hornada de jóvenes que hace política en Venezuela.
Las elecciones parlamentarias que debe celebrar Venezuela este año (todavía no se ha establecido la fecha) son para la oposición la primera oportunidad firme que tiene para empezar a ganarle terreno al chavismo.
—A un año de las protestas opositoras, ¿cuál es su balance?
Consideramos que trancar calles fue un error. Lamentablemente, el saldo ha sido una violación flagrante a los derechos humanos, más de 3.000 personas fueron detenidas, muchos jóvenes fueron maltratados, tenemos una diputada menos y a líderes políticos de la oposición detenidos. Creemos que la protesta es un bien legítimo, pero cerrar una calle no es la vía para hacer un cambio político. También consideramos que la actuación del Gobierno tampoco fue la más democrática. A un año de eso, la crisis social, económica y política que vive Venezuela, y que fue ingrediente fundamental para esa protesta, está agravada.
—¿El Gobierno está en peor posición que hace un año?
Maduro no ha hecho ninguna modificación estructural tanto en lo económico como en lo social para sacar a Venezuela de la profunda crisis que tenemos. Mira, Maduro tiene dos años hablando del aumento de la gasolina, del tema del control de cambio, de corrupción… y al día de hoy la corrupción sigue igual o peor, el tema del control de cambio sigue igual o peor y el tema de la gasolina no lo ha resuelto… Ese es el saldo.
—El otro sector de la oposición optó por la calle. ¿Cuál es la propuesta de ustedes?
La calle. Pero la calle no es hacer una marcha y que el mundo vea que hay millones de personas. La calle es salir a organizar a la gente, casa por casa, y hablarle que hay un proyecto alternativo. Hemos dicho claramente que vamos por un cambio radical, necesitamos cambiar al Gobierno para cambiar el modelo. Y cuando decimos cambiar al Gobierno hablamos de la vía constitucional y pacífica. Que pongan la fecha de las elecciones porque nosotros nos estamos preparando para ello.
—¿Se refiere a las elecciones parlamentarias o están proponiendo que Maduro renuncie?
La primera oportunidad constitucional que tengamos la vamos a utilizar para cambiar al Gobierno. Y esa oportunidad es la elección parlamentaria. Ah bueno, pero si a Maduro se le ocurre renunciar, si pasa que hay que hacer una nueva elección para elegir a otro presidente, esa será la primera oportunidad.
—¿Por qué es tan difícil de convencer a los pobres? ¿Por qué no protestan como lo hace la clase media?
Es mentira que los barrios no hayan salido. Salen todos los días, y te invito que vayas a los supermercados del este de Venezuela, que es la zona rica, para que veas dónde están los barrios, ellos están haciendo cola.
—Pero no salen a protestar contra el régimen.
Porque una cosa es protestar por los derechos básicos y otra cosa es que nosotros creamos que los pobres aceptan la violencia como un mecanismo de protesta. Los pobres nunca van a salir a trancar una calle de manera violenta para que se vaya el Gobierno. Ellos nos están pidiendo que construyamos un espacio democrático y constitucional para que ellos salgan a votar contra el Gobierno.
—Por ejemplo, ¿por qué no organizan una marcha hacia el Palacio de Miraflores? Eso no es trancar calles.
Bueno, en cualquier país eso puede ser un hecho normal y democrático, pero en Venezuela un hecho como ese es calificado como un acto de terrorismo supremo y de desestabilización. ¿Y cómo se repele eso? Con Guardia Nacional, con grupos paramilitares armados, con todo el esquema de seguridad política en contra del ciudadano.
—¿No será que los pobres todavía desconfían de la oposición?
Ese es un tema en el que estamos trabajando. La gran verdad es que nada es totalmente extremo: ni todos los pobres están con el Gobierno ni todos los ricos están con la oposición, porque bastantes ricos han hecho la revolución, estos tienen millones y millones producto de la corrupción y están con el Gobierno.
—¿Quién manda en Venezuela?
Si tú le preguntas a cualquier venezolano, te va a decir que manda el hampa. Solo en Caracas han matado a 56 policías en lo que va del año. En términos políticos, no sé. Yo estoy tentado a pensar que hay tres o cuatro actores que son los que deciden.
—¿Están dispuestos a retomar el diálogo? ¿Bajo qué condiciones?
Un diálogo sin agenda no existe.
—¿Y la agenda quién la hace?
Tiene que ser conjunta.
—¿La oposición está buscando unirse?
Solo nadie puede. Tenemos que conquistar una alianza perfecta para las parlamentarias.