El estruendo de los últimos disparos la levantó de golpe. Elena Campos no recuerda cuánto tiempo llegó a dormir. Le había ganado el sueño mientras su esposo, el agricultor Teófanes Camargo Ponce, frotaba la espalda de su hijo menor. Una tos seca sacudía al niño. Eran casi las 11 de la noche del último 22 de agosto cuando ella despertó con el sobresalto. Teófanes ya no seguía ahí.
Los balazos dieron paso a un silencio abrumador en Libertad de Mantaro, un pueblo sin luz eléctrica donde no hay más de veinte casas de adobe, en Santo Domingo de Acobamba (Junín). Elena corrió en busca de sus suegros, pero en casa de ellos nadie sabía por qué aún no habían llegado. Caminó titubeando en la oscuridad hasta que Eliseo Camargo, un tío de su esposo, la alcanzó cerca del colegio inicial. Cruzaron maizales, el local comunal, llegaron a la plaza.
Teófanes estaba muerto al pie de la iglesia. Tenía ocho impactos de bala en el tórax; y sobre el pecho, un papel con la frase “Así mueren los soplones” junto a los símbolos de la hoz y el martillo. Eliseo alumbró con su linterna los casquillos esparcidos en la tierra y llamó a sus vecinos. Pero nadie más que Elena y él estarían en la plaza hasta la mañana.
Libertad de Mantaro es una localidad del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) declarada en emergencia, puesto que registra tránsito constante de columnas terroristas al servicio del narcotráfico.
Este pueblo es parte del corredor de la droga que sale del distrito de Vizcatán del Ene y llega a la ciudad de Huancayo, según el Frente Policial del Vraem. Las pesquisas fiscales, además, indican que por Libertad de Mantaro se desplazan ‘Julio Pucañahui’, ‘Olga’ y ‘Mendoza’, brazos operativos de Víctor Quispe Palomino ‘José’, cabecilla de los remanentes de Sendero Luminoso en el Vraem que hoy se autodenominan Militarizado Partido Comunista del Perú.
Solo una red de caminos de trocha conecta a Libertad con los otros caseríos de Santo Domingo de Acobamba (San Antonio de Carrizales, Soledad y Ranrapata). La unidad policial más cercana, por ejemplo, está a diez horas a pie; y Huachocolpa (Huancavelica), el sector hasta donde llega la carretera que parte de Huancayo, queda a dos días de camino. El Comercio recorrió algunas de esas zonas para este reportaje.
—Bajo asedio constante—
El día siguiente al crimen, los comuneros congregados en la plaza aseguraban que fueron 15 los asesinos. No sabían sus nombres ni apelativos, pero conocían quiénes eran: ‘tíos’, les decían.
En una zona alejada de su pueblo, a donde huyeron cinco familias por temor a morir acribilladas, Eliseo explica que así llamaban en Libertad al grupo armado que entraba para comprar alimentos, relacionarse con los vecinos e interrogarlos. Dice que se presentaban como miembros del Militarizado Partido Comunista del Perú, pero pedían ser tratados con familiaridad, que solo les dijeran ‘tíos’.
Bajito, casi murmurando, dos agricultores que también dejaron Libertad de Mantaro relatan: “Siempre nos estaban preguntando todo: si estábamos avisando, chismoseando cuando venía el Ejército. Nos amenazaban. No vivíamos tranquilos”.
Esa misma mañana una hermana de Eliseo caminó seis horas hasta el anexo de San Antonio de Carrizales, donde estaba la chacra de los dirigentes vecinales Irineo Camargo y Susana Ponce, padres de Teófanes. Allí, campesinos de otros sembríos le contaron con recelo que un día antes del asesinato de Teófanes, el mismo grupo terrorista que frecuentaba Libertad había baleado y arrojado a los esposos por un abismo que da al río Mantaro. Nadie más quiso ir a averiguar.
Entre tanto, el cadáver de Teófanes seguía en la plaza. Por esos días, la Brigada del Ejército 31 comunicó mediante un oficio a la Fiscalía para casos de Terrorismo y Derechos Humanos de Junín que un grupo de terroristas al mando de ‘Julio Pucañahui’ merodeaba Libertad de Mantaro para evitar que los comuneros recogieran el cuerpo. Además, que los subversivos se habían acantonado en las cercanías del pueblo para emboscar a las patrullas policiales o militares que acudieran a realizar el levantamiento del cadáver. El Ejército también detalló que los terroristas acusaban a Teófanes Camargo de ser informante de las Fuerzas Armadas.
El subprefecto de Santo Domingo de Acobamba, Nicolás Casayhuana, fue informado que el Ejército y la policía no iban a ingresar a Libertad de Mantaro por medidas de seguridad. Por ello, Casayhuana coordinó a distancia con el juez de paz de Huancamayo, el caserío con autoridades políticas más cercano a Libertad, para que Teófanes fuera enterrado por su familia. Antes, fue velado unas horas junto con la ropa de sus padres.
—Asesinatos selectivos—
Tras el sepelio, los profesores fueron los primeros en huir de Libertad. Pero en los días sucesivos, casi todo el pueblo fue empujado por el miedo y emprendió largos trayectos a pie y en bus.
“Vivían 18 familias ahí, la mayoría se fue después de las elecciones de octubre”, lamenta el subprefecto Casayhuana. Ahora solo quedan siete personas en el pueblo.
Elena y sus cinco hijos viajaron tres días hasta el lugar donde están ahora. Ella también llama ‘tíos’ a los terroristas que acribillaron a su esposo. No entiende por qué se ensañaron con él pero sabe que, a diferencia de Teófanes, sus suegros sí estaban amenazados. pues, como dirigentes de Libertad, los acusaban de colaborar con los militares.
Los asesinatos selectivos en Santo Domingo de Acobamba han sido una historia cíclica. En julio del 2014, el entonces presidente de la ronda campesina de Libertad de Mantaro, Santiago Estrada, fue acribillado. En marzo del 2015 les pasó lo mismo a Rubén Alfaro Ventura y Cipriano Calderón Pizarro, entonces juez de paz y presidente de la comunidad de Huancamayo, respectivamente. Dos meses después, Percy Pérez Escobar, un agente encubierto que se desempeñaba como profesor, fue secuestrado y torturado en San Antonio de Carrizales.
“Chismosos del servicio de inteligencia, les llamaban”, cuenta Elena.
Ella aún tiene la herida intacta por la muerte de Teófanes. Siente que el tiempo se ha detenido en su vida, y a veces cree que así es mejor.
-Alianza criminal-
Para el sociólogo y especialista en temas de terrorismo Carlos Tapia, está claro que el asesinato de la familia Camargo Ponce, en Libertad de Mantaro, fue perpetrado por terroristas del llamado Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP). Es decir, por el grupo que formaron los remanentes de Sendero Luminoso en el Vraem y que opera para el narcotráfico.
“Ha sido parte de la ‘tercerización’ de la violencia del narcotráfico. No se puede separar al MPCP del narcotráfico en el Vraem”, dice. Tapia explica que esta facción terrorista vive de los pagos que recibe por resguardo en los traslados de droga y realiza acciones de sicariato por encargo. Según precisa, en el Vraem existe una lucha entre la inteligencia militar, que incluye comuneros informantes para saber si el MPCP avanza o si habrá traslados de droga; y la inteligencia subversiva, que también cuenta con campesinos que están al tanto del desplazamiento de las patrullas.
“El MPCP rompió con la vieja ideología de Sendero de enfrentarse a los campesinos, pero eso no los ha eximido de atacar a quienes creen que delatan sus movimientos o que son perjudiciales para el negocio que defienden”, apunta Tapia.
También señala que las huestes de los Quispe Palomino serían los autores de los asesinatos selectivos en Santo Domingo de Acobamba en estos años. Ello, al tener información sobre presencia de inteligencia militar dentro del ámbito en el que delinquen.
-Policía aún investiga crímenes en Junín-
El general PNP José Baella, jefe de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) de la policía, considera que el triple homicidio registrado a fines de agosto en Libertad de Mantaro (Junín) podría estar relacionado a un ajuste de cuentas vinculado con drogas.
Según declaró a este Diario, las investigaciones del personal a su cargo en la zona no indican que se tratara de un atentado terrorista. El oficial sostuvo que todavía no hay indicios que permitan establecer con claridad la autoría de Sendero Luminoso. Estas declaraciones contrastan con la hipótesis que formuló a El Comercio en mayo del 2016, luego de que aparecieran pintas alusivas a Sendero Luminoso en el distrito de Pólvora, provincia de Tocache, región San Martín. “Los terroristas de verdad también colocan letreros, pero encima de los cuerpos de sus víctimas”, dijo en aquella ocasión.
Baella informó que la Dircote llegó a Libertad de Mantaro diez días después de los hechos debido a lo complicado del ingreso por tierra y al peligro del acceso en helicóptero.
“Conversamos con los comuneros y hay versiones contradictorias. Algunos dicen que fueron terroristas, a los que llaman ‘tíos’. Otros sindican a los narcotraficantes. La gente ha huido por temor, pero no sabe a quiénes”, refirió.
El oficial remarcó que cuando Sendero Luminoso comete un atentado, lo reivindica en sus documentos. Y en el último de estos registros, al que la policía ha accedido, no han consignado el ataque contra la familia Camargo Ponce, sostuvo.
“Ellos hacen un recuento con fechas exactas y esa acta la tenemos, ya la hemos pasado al juzgado. No figura tal hecho”, indicó.
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