Desde el surgimiento de las vacunas contra el coronavirus, la sensación de seguridad a nivel colectivo ha ido en incremento. Nadie niega la efectividad de las vacunas para evitar que las personas pasen por los peores síntomas del COVID-19, pero es saludable recordar que estas no son 100% seguras contra este virus y sus variantes.
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Y es que pese al avance mundial en cuanto a la vacunación contra el coronavirus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que se mantengan los protocolos de bioseguridad, entre ellos el uso de mascarillas. De esta forma se busca evitar la propagación del COVID-19.
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Mientras que el desarrollo de medicamentos y vacunas sigue su propio camino, el coronavirus continua presentando nuevas variantes y por ello es el principal punto de agenda global. El objetivo sigue siendo la reducción de la transmisión del virus.
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Una forma de imaginar el panorama mundial en relación a las vacunas es imaginarlas como si fueran un traje impermeable y la enfermedad lluvia. “Si afuera está lloviznando, estarás bien; estarás protegido y no te mojarás. Sin embargo, si sigues entrando y saliendo de tormentas eléctricas, en algún momento podrías mojarte”, señala la Dra. Leana Wen, médica de emergencia y profesora visitante de política y administración de salud en la Facultad de Salud Pública del Milken Institute de George Washington University.
En esta analogía, las condiciones del tiempo representan el volumen de carga viral que circula en tu comunidad. Por ejemplo, si donde vives se mantiene altas tasas de vacunación y el número de infectados sigue siendo bajo, entonces la lluvia se entiende como menos amenazante.
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Pero, en varios países donde las dos condiciones descritas han estado presentes, el abandono de mascarillas o protocolos ha sido respondido con un incremento de enfermos de COVID-19. “Cuando haya muchos virus a tu alrededor, piensa en eso como estar en una tormenta”, detalla Wen.
Por ello el estudio sobre la Variante Delta y las otras nuevas que han ido apareciendo se vuelve indispensable para poder tener claras las medidas y políticas publicas de cara al futuro. El objetivo actual es limitar toda oportunidad de contagio y es ahí donde la mascarilla se vuelve de uso primordial pues es una barrera más.
Los científicos aún estudian cómo se comporta el virus con los vacunados —quienes sí se pueden enfermar, pero con mayores oportunidades de sobrevivir el embate de la enfermedad— por ello las precauciones no están de más especialmente si se va a frecuentar un espacio confinado o una zona en la qué hay multitudes.
Además de la importancia de seguir las normas impuestas por la autoridad sanitaria competente. Ya que el uso de una o dos mascarillas, de protector facial e incluso lentes y guantes ha sido dispuesto por los diferentes Gobiernos a nivel global, quienes por lo general siguen las recomendaciones de la OMS.