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“Destino Final: lazos de sangre”: reseña de la nueva entrega de la saga
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Han pasado más de catorce años desde la última entrega de “Destino Final” y, aunque muchos pensaron que la quinta sería realmente el final, “Destino Final: lazos de sangre” (titulada originalmente “Final Destination: Bloodlines”) insiste en revivir la franquicia con una nueva vuelta de tuerca. Esta sexta entrega apuesta por una combinación de nostalgia, gore excesivo y una capa de mitología añadida que busca insuflar vida a una fórmula que, sinceramente, ya estaba agotada. Y aunque hay esfuerzos por innovar, lo que queda al final es un desfile de muertes tan elaboradas como absurdas, pero con poco peso emocional o narrativo que las respalde.
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Un nuevo enfoque, pero con el mismo corazón predecible
La trama parte desde una premisa llamativa: ¿qué pasa si alguien logra salvar a todos de una muerte predestinada? En este caso, la joven Iris (Brec Bassinger) tiene una visión catastrófica en 1968, durante la apertura de un restaurante panorámico. Gracias a su premonición, evita una tragedia masiva. Años después, en 2025, su nieta Stefani (Kaitlyn Santa Juana) comienza a tener sueños extraños con esa tragedia que nunca ocurrió. La anciana Iris (Gabrielle Rose), sobreviviente marcada por el pasado, vive aislada en una “casa segura” que, irónicamente, parece diseñada por el mismo arquitecto de las trampas mortales de “Saw”.
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La película pretende innovar con un salto temporal inusual y un enfoque generacional, pero el núcleo de la historia sigue siendo el mismo: alguien desafía a la Muerte, y esta, como una fuerza vengativa e implacable, comienza a eliminar a cada sobreviviente en un orden específico, a través de una serie de accidentes exageradamente creativos. La diferencia ahora es que Muerte se toma su tiempo y “juega a largo plazo”, persiguiendo a los descendientes de aquellos que nunca debieron haber vivido.

Gore y situaciones ridículamente letales
Si hay algo que los fanáticos esperan de “Destino Final” son las muertes rebuscadas, y “Lazos de sangre” cumple con ese apartado… en exceso. Cada secuencia parece ideada por un chef del horror dispuesto a impresionar con platos grotescos: una parrilla de verano que termina en combustión humana, una resonancia magnética que se transforma en cámara de tortura, o un trampolín que se convierte en una trampa mortal. La lógica aquí es secundaria; lo importante es cuán brutal y ridículamente gráfico puede ser el momento.
Estas muertes, aunque visualmente impactantes, rara vez generan tensión real. El espectador ya sabe lo que viene, y la única pregunta es cuál será el objeto cotidiano que provocará la tragedia. Esta previsibilidad, aunque disfrazada con creatividad visual, termina restando impacto. Sí, los fanáticos del gore estarán satisfechos, pero quienes busquen suspenso o una trama que justifique tanto espectáculo, encontrarán poco que rescatar.
Personajes poco trabajados y humor fuera de lugar
A nivel de personajes, el guion apuesta por estereotipos reciclados. Stefani es la típica protagonista “sensitiva”, mientras que los miembros de su familia parecen más molestos por sus visiones que preocupados por los eventos sobrenaturales que los acechan. Richard Harmon, como el primo Erik, aporta un poco de ligereza con su actitud cínica y comentarios sarcásticos, pero sus intervenciones, aunque divertidas, no logran equilibrar el tono caótico de la película.
Una mención especial merece la última aparición del icónico Tony Todd como William Bludworth. El personaje, siempre envuelto en misterio, finalmente recibe una explicación más clara sobre su rol en el universo de la saga. Su monólogo final, cargado de nostalgia y reflexión sobre la muerte y el legado, se siente genuino y conmovedor, sobre todo si se tiene en cuenta que fue grabado poco antes del fallecimiento del actor. Sin embargo, este momento emocional parece sacado de otra película, completamente desconectado del resto del tono burlesco y grotesco que domina “Lazos de Sangre”.
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Un intento de expansión narrativa que no termina de cuajar
Uno de los mayores esfuerzos del filme está en su intento de profundizar el “lore” de la saga. Con un guion de Guy Busick y Lori Evans Taylor, la historia explora las consecuencias a largo plazo de desafiar a la Muerte y el concepto de herencia maldita. Este enfoque, aunque interesante en papel, se siente forzado y poco explotado. Introducir más mitología no compensa la falta de desarrollo de personajes ni aporta una verdadera renovación al ciclo narrativo que la franquicia arrastra desde su segunda entrega.
Además, el filme deja varios cabos sueltos: se insinúa que hay reglas más complejas en el juego de la Muerte, pero nunca se terminan de establecer. Se abren puertas hacia un universo más amplio, pero sin comprometerse a explorarlo en profundidad. El resultado es una historia que parece prometer más de lo que está dispuesta a entregar.

Un regreso sangriento, pero no memorable
“Destino Final: Lazos de Sangre” es, en esencia, una película hecha para complacer a los fanáticos acérrimos del gore espectacular y las muertes absurdas. Para ellos, es probable que esta entrega sea una adición bienvenida al catálogo. Sin embargo, para el espectador casual o aquellos que esperaban una evolución real en la franquicia, este sexto capítulo se siente más como una repetición con retoques cosméticos que como un renacer auténtico.
La película no logra encontrar un balance entre el terror, la sátira y el drama. Su intención de innovar a través del enfoque generacional y la mitología es loable, pero queda sepultada bajo montañas de sangre falsa y momentos de humor involuntario. A veces se siente como una parodia de sí misma, con guiños evidentes a las muertes más icónicas de entregas anteriores, pero sin el ingenio necesario para sorprender de verdad.

Conclusión
“Destino Final: Lazos de Sangre” es como ese amigo que aparece en una reunión tras muchos años, grita “¡Sorpresa!” y luego repite los mismos chistes de siempre. Tiene destellos de creatividad en sus muertes y al menos intenta expandir su mitología, pero se queda atrapada en los patrones que convirtieron a la franquicia en un producto repetitivo y predecible.
¿Vale la pena verla? Si eres fan del gore bien coreografiado y disfrutas viendo cómo objetos cotidianos se convierten en armas letales, probablemente sí. Pero si buscas una historia sólida, tensión narrativa o algo más que una sucesión de muertes grotescas, puede que prefieras dejar que esta entrega se pierda en el olvido… junto con ese infame tronco de camión de la segunda película.
“Destino Final: Lazos de Sangre” ya está disponible en cines de Perú.
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