

La Blanca Nieves del 2025 no es “tan blanca como la nieve”, sino tan conciliadora como la mañana de un día soleado en el pueblo de su padre, el rey. Es, según la evolución que precede y antecede al personaje de cuento de hadas, la reimaginación en live action de una joven en peligro de muerte que obtiene refugio de siete ‘enanos’. Walt Disney y el director original del musical animado de 1937, David Hand, produjeron una película de enorme éxito, que ocho décadas después regresa a las salas de cine bajo una nube de críticas y sin remordimientos de llevar el mismo título.
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“Blanca Nieves” se trata de una joven princesa que es relegada a los brazos de su malvada madrastra, quien intenta envenenarla con una manzana antes de que sus amigos del bosque la encuentren con vida. Esta historia es como el padre nuestro. Al ser aprendida de memoria desde la infancia, lo primero de lo que se parte es la nostalgia y he aquí el primer problema de la película.
Desde su anuncio, la película de Marc Webb (director de “The Amazing Spider-Man 2″) fue controversial. Disney, que ha encontrado en las adaptaciones en live action una mina de oro, superó los mil millones en taquilla con títulos como “El Rey León” o “Aladdín” durante la decadente pospandemia de visitas al cine, y espera el mejor pronóstico con el nuevo estreno. Rachel Zegler, actriz de ascendencia colombiana, fue elegida para interpretar a la joven envenenada por una manzana. Siempre fue blanco de debate la fidelidad al material original de los cuentos animados de la marca en las películas hechas con actores reales, pero las críticas racistas hacia la actriz se intensificaron tras el anuncio del elenco. A esto se sumaron el cuestionamiento del actor Peter Dinklage sobre la representación de las “criaturas mágicas”, como Disney llama a los “enanos”, recreados digitalmente con el mismo rostro de los dibujos animados originales en vez de contratar verdaderos interpretes de talla pequeña. Excepto por Martin Gleba, quien hace la voz de Gruñón.
Fecha de estreno |
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“Blanca Nieves” (2025) está en cartelera de cines desde el 20 de marzo. |
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La historia de Blanca Nieves ha pasado por varias transformaciones. Desde uno de sus orígenes en los relatos de Albert Ludwig Grimm y la posterior versión de los hermanos Grimm, hasta la adaptación animada de Disney en 1937, el personaje ha oscilado entre la inocencia y la valentía. Ludwig fue “amable” con la bruja mala, la madrastra, mientras que los Grimm cambiaron su primera versión, donde la madre biológica de Blancanieves planeaba su asesinato. Era demasiado sádico para mostrarlo a los niños y cambiaron el texto. En la versión de 2025, la protagonista no es una doncella en apuros, sino una líder revolucionaria que busca recuperar el trono de su padre. Un enfoque que, si bien responde a la tendencia actual de Disney de dar mayor agencia a sus princesas, resulta forzado y carente de carisma.

Rachel Zegler no logra convencer en el papel. A sus gestos, le falta calidez, esa que hizo entrañable a la Blancanieves animada. Su actuación es monótona al pasar de un escenario a otro y parece seguir de paporreta el guion. La película se esfuerza en destacar su liderazgo, pero su presencia en pantalla no transmite la magia necesaria para conectar con el público.

Por el lado de los enanos, el personaje digitalizado de Tontín es lo mejor de la película. Su carisma y humor en contraste con Zegler brindan los pocos momentos de autenticidad que rescatan la experiencia de canciones como “Height-Ho”, “The Silly Song” y “Whistle While You Work”, un trabajo de composición musical a cargo de los reconocidos Benj Pasek y Justin Paul. La inclusión de la icónica canción donde los personajes limpian el hogar silbando por doquier es uno de los escasos guiños efectivos a la nostalgia. Otros estarán en desacuerdo, pero el uso de animación digital para los enanos es más comprensible, incluso siendo una imitación caricaturezca de “El Expreso Polar”, cuando sabemos que Disney buscaba regresar a la vida a Tímido, Estornudo, Dormilón, etc.
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Gal Gadot, como la Reina Malvada, decepciona. Su interpretación carece de la ferocidad e intimidación necesarias para hacerla memorable en un personaje oscuro, siniestro, ‘cringe’ con la voz de la enigmática Lucile La Verne en los años 30. El guion tampoco ayuda a Gadot: en lugar de ser derrotada en un clímax impactante, es vencida por una revuelta popular que carece de la tensión dramática del original, cuando Blancanieves y el pueblo se revelan ante ella. El vestuario, diseñado por Sandy Powell, oscila entre lo inspirador y lo ridículo. No daremos tiempo al marcado contraste del traje sucio de la protagonista con el repentino cambio de disfraz de fiesta infantil color amarillo y azul. Puede ser amigable a los ojos de los niños, pero si algo resalta mucho es la coreografía final con tonos blancos, un simbolismo sobre la paz y prosperidad que trae la nueva heroína a su pueblo tras la derrota de la bruja malvada.
Uno de los aspectos más decepcionantes es la música. El acompañamiento musical del príncipe animado con “One Song”, en una escena que a Zegler le pareció acoso a la princesa, ha sido eliminada del repertorio de nuevas versiones musicales de la película. En su reemplazo, “Waiting on a Wish” redefine “I’m Wishing”, porque Blancanieves ya no busca príncipes, sino enfatiza la lucha por el legado de su padre en lugar de un sueño romántico. Si bien esta decisión responde a la filosofía moderna de Disney de empoderar a sus heroínas, la película carece de un número musical memorable que capture la esencia del original. Hay excepciones, pero lo que principalmente captura la atención infantil es el diseño de producción, los colores y la iluminación plana esta vez.
A pesar de su ambicioso presupuesto de 270 millones de dólares, “Blanca Nieves” no logra trascender. Sin mencionar los efectos especiales irregulares y una dirección carente de magia visual, debió buscar ese balance que adaptaciones musicales, como “El color púrpura” de 2023 o incluso “La Sirenita” live action, dejaron ver en alguna medida. Es una versión que, lejos de convertirse en un nuevo clásico, probablemente quedará en el olvido una semana después de su estreno.
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