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El Profesor Jirafales de la ficción: “Florinda Meza tiene razón: esta serie es una ficción. No pretendo replicar a Rubén Aguirre”
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A Arturo Barba lo llamó la directora de casting Isabel Cortázar para hacer una audición en 2024, como tantas veces en su carrera de más de 30 años. Pero no le pidieron interpretar cualquier papel. Lo estaban buscando para convertirse en Rubén Aguirre, el eterno Profesor Jirafales, en la serie biográfica “Chespirito: Sin querer queriendo”. Al principio, dudó. No creía parecerse tanto. Pero al ver la imagen de Aguirre en redes sociales, y notar que más de 40 personas lo mencionaban como el indicado para el papel, pensó: “ves que el arquetipo sí está, porque es un tipo alto, delgado, que puede dejarse el bigote de la misma manera, con una voz grave”. Entonces, aceptó presentarse.
A pesar de su trayectoria en televisión, con títulos como “El Señor de los Cielos”, “Señora Acero”, “Control Z” y “Mujeres asesinas”, Arturo Barba no esperaba este tipo de propuesta. La empresa 24 Horas Casting, dirigida por Cortázar, tomó el control del proceso de selección de talentos tras dos años de búsqueda del Rubén Aguirre ficticio. Antes el trabajo estaba en manos de una empresa que buscó actores en América Latina, incluido el Perú. Es decir, pudo haber un Profesor Jirafales peruano, pero después se enfocaron solamente en actores mexicanos.
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“Desde el principio, sentía que podía representar el personaje”, recuerda. No solo por la complexión física —Barba mide 1.94 m, apenas dos centímetros menos que Rubén Aguirre—, sino también por una conexión emocional con el personaje. “Crecí viendo ‘El Chavo del 8’ como muchísima gente, y yo decía: ‘¿yo me puedo parecer a este hombre, no?’“, comenta Barba.
“Rubén tenía una relación muy estrecha con María Antonieta de las Nieves. Fueron de los primeros actores que estuvieron en el proyecto con Chespirito. Por mi agencia de representación, sabía que Paola Montes de Oca estaba audicionando para el papel, y ella no es tan ‘chaparrita’ (de baja estatura), como la Chilindrina. Yo sabía que mi altura era determinante, que iba a funcionar para mantener un poco ese rango tan alto y que se sintiera la sensación de contraste”, agrega.

“Florinda Meza tiene razón”
La serie, basada en la autobiografía “Sin querer queriendo” de Roberto Gómez Bolaños, es una mirada íntima a la vida de los actores detrás del fenómeno de televisión latinoamericano. Fue precisamente ese enfoque el que convenció a Barba de aceptar. “No hubiera aceptado estar en una serie que replique la vida de sus personajes”, comenta a Saltar Intro de El Comercio en una entrevista virtual en exclusiva desde su hogar en Ciudad de México, y en compañía de su gata juguetón Lua que, de vez en cuando, entraba al encuadre de la llamada por Zoom.
Florinda Meza ha tenido comentarios en la televisión mexicana sobre su desacuerdo con los hechos retratados en la serie “Chespirito sin querer queriendo”, que estrena su quinto episodio en la semana del jueves 3 de julio. En total, son 8 capítulos estrenados semanalmente, donde Pablo Cruz, quien interpreta a Chespirito, se transforma en el creador de “El Chapulín Colorado″ y otros programas. Los primeros episodios fueron hacia el pasado del personaje para narrar sus orígenes humildes y luego continuaron con el éxito de sus creaciones, especialmente, la vecindad de “El Chavo del 8″.
En una publicación en sus cuentas personales de redes sociales, Florinda Meza dijo que la serie de Max “falsea los hechos” de la vida de Roberto Gómez Bolaños.
“Esta es una serie que está basada en la autobiografía literaria ‘Sin querer queriendo’. Se basa. Florinda Meza, efectivamente, tiene razón: esta serie es una ficción. No estamos pretendiendo replicar la vida de nadie. Y si, en todo caso, se tratase de replicar algo, sería basarse en la vida y los pasos de Roberto Gómez Bolaños, claro”, advierte.
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Un personaje “rosa”

Una cantidad de escenas, donde aparece Rubén Aguirre, observan con lupa la parte más positiva del locutor, actor y comediante de la televisión. Más bien, los matices negativos van del lado de otros personajes, como el caso de Rubén Aguirre o Margarita Ruiz.
En la serie, Barba se reencontró con Edgar Vivar, con quien trabajó en sus inicios teatrales en la obra “Marcelino, pan y vino” y otros títulos. En una conversación sobre el potencial de la bioserie, ellos descifraron el propósito de repasar la vida de Chespirito. “Digamos que esto es un cuento rosa”, le dijo Vivar a Barba, en referencia al enfoque amable de la serie. “Un homenaje, un tributo, a una persona genial como Roberto Gómez Bolaños”, dice Barba.

De igual modo, Aguirre puede calzar en la definición de un personaje “rosa”, con quien los escritores fueron amables a darle más personalidad noble que oscuridad dramática. Sin embargo, en uno de los episodios, vemos a Rubén (Barba) aceptar con entusiasmo el papel del primer Profesor Jirafales en “Los supergenios de la mesa cuadrada”; allí, es cuando Chespirito (Pablo Cruz) describe al personaje como “un profesor, estirado, petulante, vanidoso”. Rubén responde: “yo soy eso, así que no se diga más”.

¿Pero Rubén Aguirre se distanciaba de ese estereotipo del artista competitivo? “Era un tipo generoso, el tipo que siempre pensó en equipo. Desde el primer día que conoció a Roberto, dijo: ‘este hombre sabe escribir, lo voy a apoyar’”, cuenta Barba.
“Rubén Aguirre era un tipazo, de verdad”, insiste. “No era un hombre que dijera ‘me llevo con esta persona, porque me conviene’. No. Era noble, incluso podríamos decir que hasta sonso”, dice.
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En la serie, Aguirre inicia en el Canal 8 como subgerente de contenidos y es llamada por sus conocidos como ‘El Shory’. Se sabe que, después, Chespirito le da un personaje llamado bajo ese mismo apodo en ‘Los Caquitos’.
“Tal vez, el punto débil de Rubén Aguirre podría llegar a ser su actoralidad”, explica, recordando que incluso Chespirito decía que Aguirre tenía un registro limitado como actor. Sin embargo, esa misma limitación fue clave para diseñar personajes donde Aguirre pudiera brillar, como el Profesor Jirafales o el peligroso “Shory”.
“Era un hombre que tenía un registro actoral muy chiquito. Los actores le decimos registro a cuando tienes una paleta de tonos y de posibilidades para actuar profesionalmente”, comenta Barba. “Chespirito decía que le hubiera encantado que Rubén tuviera unos matices más amplios para abordar otro tipo de personajes. Pero no llegaba a ciertas cosas. Siempre lo puso en papeles donde podía ser lo que era normalmente, personajes que tenían, más que nada, juego de palabras, y que no tenía que estirar tanto la liga como, a lo mejor, Edgar Vivar, quien es más shakespeareano”, dice.

En la serie, pronto vendrá una escena donde Barba se viste de torero, como homenaje a una etapa poco conocida de Rubén Aguirre. En su juventud, fue novillero y cronista taurino desde finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, pero después se dedicó a su carrera artística. Aunque Barba es abiertamente antitaurino —“no puedo ver que están lastimando a un animal por diversión, lo respeto, pero nunca voy a apoyar algo así”—, asumió la escena con respeto. “Era otra época. No lo comparto, pero entiendo lo importante que fue para él”, comenta.
Sobre el final de Rubén Aguirre
Después de vivir el furor de “Chespirito”, Aguirre lanzó “El Circo del Profesor Jirafales” en los años noventa, un ingreso con el que vivió por años de gira por distintos países. Además, produjo con frecuencia algunos programas, como la famosa franquicia “Atínale al precio”, conocida en Haití y otros lugares.
Sus memorias narran sus últimos días. En el tramo final de la vida del actor, ya no se trataba de los viajes y la fama. El accidente automovilístico que sufrió junto a su esposa, Consuelo de los Reyes Medellín, en 2007, marcó un antes y un después. Ella quedó en silla de ruedas, y los costos médicos desgastaron las finanzas personales de la familia. En 2015, Rubén Aguirre declaró estar en bancarrota.
“Nunca fue un tipo millonario, para nada. La vecindad eran actores recurrentes que, si bien nunca les faltó trabajo, pues es muy difícil. Eso se da muy poco en México, más en Hollywood. Pero hay actores que son más inteligentes que otro para manejar sus finanzas”, explica Barba.
Aun así, rechaza la idea de que Aguirre haya muerto en la miseria o abandonado. “Tenía una familia que siempre vio por él. Fue un hombre que se retiró de esta existencia con muchísimo amor alrededor. Siempre rodeado de familias, es un héroe para su pueblo, Saltillo, en Coahuila de Zaragoza, y lo quisieron muchísimo hasta hoy. No considero que tuvo un final tráfico”, asegura.
Para Arturo Barba, este papel ha significado más que una actuación. “Es poder reencarnar a un personaje que me divirtió cuando yo era niño”, dice con emoción. Y añade: “Si algo me llevo de Rubén es esa calidad humana que tenía. Esa claridad prístina de que la vida se vive en relación a los demás”.
“En el gran proyecto humano que es nuestro paso por el escenario de la vida, el trabajo es apenas un medio. Entre vivir para trabajar y trabajar para vivir, yo elegí lo segundo”
“En el gran proyecto humano que es nuestro paso por el escenario de la vida, el trabajo es apenas un medio. Entre vivir para trabajar y trabajar para vivir, yo elegí lo segundo”, escribe Rubén Aguirre en la primera página de su autobiografía “Después de usted”. El libro de 284 páginas le sirvió a Barba como la principal fuente de estudio para darle vida al comediante.

“Personalmente, trato cada vez de ser más generoso, más abierto hacia eso. Si algo me llevo de Rubén es esa calidad humana que tenía. Es esa claridad prístina que tenía de que la vida se vive en relación a lo que generas hacia los demás”, dice Barba.
“El actor, además de estar encapsulado en un medio, también lo está en una sociedad de mensajes donde eres lo primero, donde tú debes estar contento, tú logres, tú hagas, tú digas, lo que lleva a una sociedad consumista. Creo que Rubén tenía muy claro eso. Compró un rancho y se iba los fines de semana. Era un hombre sencillo. Y mira que vivió el éxito en carne propia y tuvo acceso a muchas más posibilidades; sin embargo, no perdió nunca el centro. Estuvo muy bien guiado por el corazón”, comenta.
A pesar del éxito y la visibilidad que le ha dado la serie de Max, Arturo Barba no se detiene. “Por ahora, no sé qué vendrá para mí, pero sigo haciendo audiciones”, dice. Cada semana, al estrenarse un nuevo episodio de la serie, recibe cientos de comentarios en redes sociales. La mayoría son positivos. Mientras tanto, se mantiene activo con su empresa de producción teatral y continúa trabajando, como Rubén Aguirre, dictado por el amor a su oficio.










