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“It: Welcome to Derry”: nuestra reseña de una serie que marca un regreso correcto pero no revolucionario
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Hay lugares que parecen condenados a repetir su historia. Derry, el pequeño y aparentemente apacible pueblo creado por Stephen King, es uno de ellos. Décadas después de aterrorizar a toda una generación con “It” y sus dos adaptaciones cinematográficas, los hermanos Andy y Barbara Muschietti regresan con “It: Welcome to Derry”, una serie que busca revelar los orígenes del mal y sumergirnos una vez más en la espiral de miedo que habita bajo sus calles.
En Saltar Intro de El Comercio pudimos ver los cinco primeros episodios de la serie y aquí te damos nuestra reseña.
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Un pueblo donde nada es lo que parece
Lo que podría haber sido una reinvención ambiciosa del mito de Pennywise, termina convirtiéndose en un viaje visualmente fascinante pero narrativamente irregular: una historia que se sostiene por su atmósfera, su elenco joven y su nostálgico amor por el terror clásico.
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La historia se sitúa en 1962, en pleno corazón de la América conservadora. Todo comienza con la desaparición de un niño, un suceso que despierta la curiosidad (y el temor) de un grupo de jóvenes marginados. Al frente está Lilly (Clara Stack), una chica marcada por la tragedia familiar y un reciente paso por el sanatorio mental del pueblo. Junto a sus amigos Ronnie (Amanda Christine), Margie (Matilda Lawler) y Teddy (Mikkal Karim Fidler), se adentran en una búsqueda que pronto revela una presencia maligna acechando desde las alcantarillas: el payaso Pennywise.

Desde su primer episodio, “It: Welcome to Derry” establece un tono inquietante y sombrío, donde la inocencia infantil se mezcla con la paranoia adulta. La dirección de los Muschietti sabe capturar ese aire de amenaza latente, ese sentimiento de que algo terrible se esconde detrás de cada sonrisa o cada globo rojo.
Los niños funcionan como el corazón emocional de la historia. Su vulnerabilidad, su sentido de comunidad y su imaginación desbordante son lo que realmente impulsa la narrativa. En ellos encontramos ecos del “Club de los perdedores”, pero también una nueva generación de héroes que deben enfrentarse a un miedo ancestral sin comprender del todo su naturaleza.
Entre el horror sobrenatural y los monstruos humanos
La serie no se limita a los sustos sobrenaturales. En paralelo a la historia de los niños, seguimos la vida de Major Leroy Hanlon (Jovan Adepo), un soldado afroamericano que se muda con su familia a Derry para integrarse a una misión militar. Su llegada a un vecindario blanco y conservador desata tensiones raciales que revelan otro tipo de horror: el que proviene de la intolerancia y el prejuicio.
En este segundo plano, “Welcome to Derry” intenta conectar el terror cósmico con los miedos reales de la época (el racismo, la Guerra Fría, la represión social), pero lo hace de manera superficial. La idea es potente, pero el guion apenas roza su potencial simbólico. Lo que en un principio parecía un ambicioso retrato del mal en todas sus formas termina diluyéndose entre subtramas que nunca llegan a desarrollarse por completo.
Aun así, el elenco adulto cumple su cometido. Chris Chalk destaca como Dick Hallorann, un personaje que los fans de Stephen King reconocerán por The Shining. Su actuación aporta serenidad y misterio, sirviendo como nexo entre distintas historias del universo literario de King. Madeleine Stowe también deja huella en un papel breve pero enigmático, que añade una elegancia sombría al conjunto.

El payaso en la sombra
Los seguidores de Bill Skarsgård deberán armarse de paciencia. Aunque el actor figura como parte del elenco y productor ejecutivo, Pennywise aparece muy poco durante los primeros episodios. Su ausencia, sin embargo, no se siente como un vacío, sino como una amenaza constante. Los directores saben que la idea del payaso (más que su presencia física) es suficiente para generar terror.
Cada aparición del personaje es un evento en sí mismo: escenas cuidadosamente diseñadas que mezclan lo grotesco con lo irreal. Hay un viaje en auto que se transforma en pesadilla, una secuencia sangrienta en un supermercado y un momento escalofriante con globos flotando sobre una escuela vacía. No hay duda de que cuando Pennywise aparece, la serie alcanza sus picos de mayor intensidad.
Pero el miedo aquí no proviene solo del monstruo. “It: Welcome to Derry” propone una reflexión (aunque ligera) sobre la naturaleza cíclica del mal. En Derry, los horrores no mueren: simplemente esperan a que alguien vuelva a despertar a la bestia.
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El peso de la nostalgia
Una de las virtudes y, a la vez, una de las debilidades de la serie, es su estrecho vínculo con las películas de Muschietti. Visualmente, mantiene el mismo tono lúgubre y melancólico, con una fotografía que combina los tonos cálidos de la nostalgia con los grises del miedo. Sin embargo, esa fidelidad también la vuelve predecible.
La estructura narrativa recuerda demasiado a los filmes de 2017 y 2019: un grupo de niños inadaptados, visiones terroríficas, desapariciones misteriosas y una entidad que se alimenta del miedo. La diferencia está en el contexto histórico y en un puñado de nuevas conexiones con el universo Stephen King. Aparecen referencias a "Shawshank", "Juniper Hill", e incluso guiños a “El resplandor”, que deleitarán a los fans más atentos.
No obstante, más allá del juego de referencias, la serie ofrece poco en términos de novedad. Falta el riesgo, la experimentación o la exploración de nuevas perspectivas que podrían haber convertido este proyecto en algo realmente revelador.
Un trabajo visual impecable
Si algo no se puede negar, es la calidad técnica del producto. Cada episodio está cuidadosamente diseñado para sumergir al espectador en la atmósfera opresiva de Derry. Desde los decorados del manicomio local hasta las neblinosas calles del pueblo, todo parece estar al borde del colapso.
El inicio de la serie, acompañado por la canción “A Smile and a Ribbon”, es una joya en sí misma. Las imágenes muestran una comunidad perfecta de los años 60, que poco a poco se va transformando en una pesadilla. Es un recordatorio visual de lo que “It” siempre ha sido: una sátira del sueño americano, corrompido por la violencia y el miedo que la sociedad intenta ocultar.
Las escenas de terror son efectivas, aunque más viscerales que psicológicas. Hay sangre, sobresaltos y criaturas que parecen salidas de un delirio colectivo, pero pocas veces el relato consigue el tipo de horror emocional que distinguía a la novela de King.
Conclusión: el miedo como herencia
“It: Welcome to Derry” es un regreso correcto pero no revolucionario. Amplía el universo de It sin traicionar su espíritu, pero tampoco logra superar la sombra de sus predecesores. Es una serie que se disfruta por su atmósfera, por la entrega de su elenco joven y por su devoción hacia el terror de antaño, aunque a veces parezca atrapada en el mismo ciclo de repeticiones que condena a su propio pueblo ficticio.
No es una decepción, pero sí un recordatorio de lo difícil que es reinventar un mito cuando su esencia ya lo ha dicho todo. Derry vuelve a despertar, y con él, nuestro miedo más primitivo: ese que nunca desaparece, sino que simplemente cambia de rostro.
La serie estrena cada capítulo los días domingo en HBO Max.









